Por Mariana Gras
Nos equivocamos: pensamos que volvíamos a los noventa pero al poco tiempo escuchamos y vivimos las definiciones políticas de Mauricio Macri y Alfonso Prat-Gay y dijimos no, claramente volvimos al 76. Rememoramos el discurso económico de José Martínez de Hoz, pero ahora ejecutado por su herederos políticos. Pensamos que efectivamente eran la dictadura que ahora asumía el gobierno democrático legitimado por el voto popular, ya con ese análisis costaba el día a día.
Pero nos equivocamos: volvimos al 45, al desprecio por lo popular, a los despidos, a la quita de derechos, a la violencia institucional, a la persecución a los militantes, Milagro Sala, el atentado contra los locales, la entrega de la soberanía a los fondos buitre, y ahora, por supuesto, la persecución a nuestra Conducción. Pero debo admitir que tengo varios interrogantes.
Primero me pregunto: ¿son conscientes en el PRO que, si vivimos una escena de Cristina presa, el país se vuelve ingobernable? Para aquellos que están en el Gobierno, esto debería preocuparlos.
Es aquí donde me surge una primera certeza en este momento: aparece el poder real, ese poder que no va a elecciones, ese poder que no tiene ni mandato ni obligación alguna con el pueblo, ese poder al que un estallido social no le preocupa. Ese poder que viene con un hambre atrasada después de doce años de convivir con un Gobierno que no les fue útil, que lo enfrentó, que optó por desenmascarar su nacimiento en la sangre con Papel Prensa, que decidió por la multiplicidad de voces, que les sacó los negociados o por lo menos lo intentó, pese a todo. Sí, claro, ese es el poder real, el jefe del Partido Judicial, Magnetto y sus títeres. Él sabe muy bien, porque es la línea histórica con el 45, que tienen que ir por todo, que no nos tienen que dar tiempo, saben que otra vez el pueblo supo lo que es un Gobierno que vele por sus intereses y que otra vez ese proyecto político tiene nombre y apellido y encima está viva.
Quieren a Cristina Presa, quieren nuestro proyecto político desarmado, destruido, pero básicamente quieren un pueblo sometido. Vienen con odio. como decía Jauretche: “las multitudes no odian, odian las minorías, porque conquistar derechos provoca alegría, mientras que perder privilegios provoca rencor”.
Somos kirchneristas, o, en el idioma Matrix, somos peronistas recargados. La persecución del Partido Judicial, las tapas de los diarios, las horas y horas de cadena nacional de sus mentiras, no pueden contra doce años de derechos. Podrán haber hecho que perdiéramos las elecciones por 300.000 votos, pero no pueden romper el amor y la lealtad que crearon realidades efectivas en la casa de nuestro pueblo. Podría enumerar las miles y miles de políticas de inclusión, de soberanía, de derechos que llevaron adelante CFK y Néstor, pero vale mirar los cien primeros días del macrismo como para saber cuáles fueron las que más le molestaron: la deuda, la jubilación, los medicamentos gratis de nuestros abuelos y abuelas, el PRO.CRE.AR., el PROG.R.ES.AR., Aerolíneas, YPF, los derechos humanos, los juicios contra crímenes de lesa humanidad, los subsidios a las clases trabajadoras, las paritarias.
Quieren a Cristina presa, quieren nuestro proyecto político desarmado, destruido, pero básicamente quieren un pueblo sometido. Vienen con odio, pero no sólo odio de clase. Como decía Jauretche, “las multitudes no odian, odian las minorías, porque conquistar derechos provoca alegría, mientras que perder privilegios provoca rencor”.
Están en problemas si la meten presa. Cristina es la próxima Presidenta de los Argentinos; si la matan, Cristina es Mártir y es bandera. ¿Pretenderán destruirla con mentiras y viajes a Comodoro Py?
Tienen odio: saben que NUNCA podrán comprar la lealtad del pueblo.
¡Lo sabemos nosotros y lo saben ellos!
Porque ella siempre estuvo y estará, nosotros vamos a estar.
Por Perón, por Evita, por los 30.000, por Néstor, por Cristina, pero por sobre todas las cosas porque, por mandato, nuestro destino es volver a reparar derechos y a construir Justicia Social en nuestro pueblo.