Por Andrea Holgado
Pertenezco a una generación que nació a la política desde la derrota. Quienes en el año 1982/83 ingresábamos a la universidad veníamos de una dictadura y un genocidio sin antecedentes en la historia de nuestro país. Iniciabamos nuestra vida política y académica echándonos sobre las espaldas la reivindicación de la generación anterior que presa, masacrada o exiliada, debía ser nuestra referencia directa. Creímos, crecimos, perdimos mucho en el camino y resistimos. A partir de 2003 volvimos a recuperar algunas esperanzas, y sí a millones Néstor Kirchner le devolvió la dignidad, a muchos de nosotros nos devolvió la sonrisa. Por esto pensar el 24 de marzo de 1976 desde una reflexión académica, inevitablemente se enraíza en la biografía personal.
En el marco de las investigaciones sobre desapoderamiento de empresas durante la dictadura civico-militar, el equipo de investigación de DDHH de la Comisión Nacional de Valores elaboró el concepto de normalidad fraguada –el concepto de fraguado, lo toman de los enfrentamientos fraguados que realizaban las fuerzas de seguridad en los que ejecutaban a personas que previamente habían sido secuestradas y torturadas– para explicar cómo bajo la normativa vigente, se fraguaba todo el proceso de desapoderamiento de bienes de empresarios. Tomando este concepto, afirmamos que la Argentina de 1976-1983 vivió en una normalidad fraguada. Que se construyó fundamentalmente a través de los discursos de los medios de comunicación y en particular por los que fueron beneficiarios de la concentración de la fabricación de papel para diario, a partir del desapoderameinto de las acciones de Papel Prensa S.A.
Pilar Calveiro en Poder y desaparición, habla del poder concentracional, que en su eje central, plantea, fue desaparecedor, y se estructuró en torno a los campos de concentración. Y agrega que, es una ilusión creer que ese poder iba a “desaparecer” por arte de magia una vez instaurada la democracia. Porque precisamente fue en los campos de concentración donde sucedió el núcleo del terrorismo de Estado económico, donde se produjo entre otros, el desapoderamiento de Papel Prensa S.A.
En todas las épocas hay una hegemonía de lo pensable, que hace que veamos “lo real” a través del momento histórico en que vivimos. Un conjunto de mecanismos unificadores y reguladores que asegura un grado de homogeneización de retóricas y tópicos. Mecanismos que imponen aceptabilidad sobre lo que se dice y se escribe y con grados y formas de legitimidad. Por esto fue central realizar el negocio que involucró estructuralmente a los medios de la época con la práctica social genocida, en términos de Feierstein. Eugenio Zaffaroni define que hay un discurso organizado que precede a la masacre. Cuando las técnicas de neutralización dejan de ser difusas para organizarse discursivamente, difundirse y reiterarse en el público y en particular cuando devienen en discurso del poder, el riesgo se hace inminente. En estos climas, es central el rol de los medios de comunicación masiva. La masacre no puede llevarse a cabo si quien la impulsa no cuenta con el apoyo o por lo menos la indiferencia de la población. Para esto es indispensable la creación previa de una realidad mediática que instala el miedo y la necesidad de actuar, la realidad paranoide. Todos estos elementos estuvieron en la construcción discursiva de los medios gráficos involucrados en el desapoderamiento de las acciones de Papel Prensa S.A previa y posterior al golpe cívico militar 1976-1983.
Decíamos que a partir del año 2003 se abre, un campo de posibilidad, una nueva bisagra en la historia. Los juicios que se inician por delitos de Lesa Humanidad, abren la discusión hacia la responsabilidad y la complicidad civil. En este marco creemos que el golpe cívico militar fue corolario de un proceso que se inicia con el derrocamiento del Presidente electo Juan Domingo Perón en el año 1955 y no como consecuencia de los años previos inmediatos. El golpe de 1976 fue una bisagra re fundacional porque logró un cambio en la correlación de fuerzas hasta ese momento, que ni con gobiernos electos, ni con militares había logrado modificar la nueva matriz que instaura la emergencia del Peronismo. En este marco, Papel Prensa S.A no es sólo un “negociado” sino un emergente de un momento histórico, que conformó un actor fundamental en la apoyatura comunicacional de la dictadura, pero que siguió siendo un factor de poder de los sectores económicos concentrados a través del grupo de medios Clarín y el diario La Nación, que condicionó a los gobiernos que se sucedieron hasta 2003. Desde la llegada del Kirchnerismo al gobierno, son actores centrales de una brutal ofensiva destituyente, de ahí lo fundamental y estratégico de la causa por la apropiación de Papel Prensa S.A.
Cada avance, cada conquista, es un privilegio que pierden los sectores del poder económico concentrado, y eso no es gratis. Nada conceden y sabemos que cuando de sus intereses se trata no tienen límites. Hemos logrado cambios impensados pero nadie puede decir que sean irreversibles, la historia también nos lo enseña. Sí podemos decir que de nosotros depende profundizarlos de modo tal que el costo que deba pagar quien quiera retroceder, sea tan alto que ni lo intente.
Son tiempos de alegría por los logros, pero también para estar alertas; las conquistas se sostienen en las calles pero también con los votos, quienes a partir de 2003 volvimos a enamorarnos de que nuestros sueños eran posibles, en eso estamos.