Por R.G.M.
«Hambre y amor mantienen cohesionada la fábrica del mundo», dijo un poeta. Y desde hace años, el bueno de Augusto Giannoni mantiene activa la elaboración de canciones un tanto por amor y otro tanto por hambre. No tanto como una fábrica sino más bien con la dedicación artesanal propia de quien tiene un recorrido, un buen trayecto como baterista, compositor y productor.
En Hambre de Lobos no abandona la escuela guitarrera de los 60 y 70, pero profundiza dos vertientes: el vértigo rockanrolero («Silver city», «Bomba de sangre», «Tren expreso») y la calma pesada y blusera de «Héroe santo» o «Templo nuevo». «Hermoso templo, un templo nuevo y no existe Dios», canta. El templo, nos dice en esta charla, es la música en sí. Esa que a veces calma y otras agita a las fieras.
1) El disco pareciera volver a lo primal. ¿Es así?
Hay un cocktail de las influencias de joven/adolescente y las influencias de adulto. Lo rockanrolero fue el fuego que encendió la mecha de la música en los comienzos: carne, sangre, lo visceral. Y el blues fue la sabiduría musical en la que me metí después de 20 años haciendo música, el encuentro con los dioses del groove, conectando mis orígenes, con los orígenes del rock and roll. La música de pulso humano toca mi fibra muy de cerca.
El origen de este disco era un disco meramente de blues, pero hubo una necesidad de volver a mis orígenes musicales de distorsión y velocidad. Así que combiné todo y salió Hambre de Lobos, que en su nombre contiene lo que puede ser el hambre de una fiera o el hambre de un esclavo.
2) «Silver City» sugiere una suerte de rito y mito urbano. ¿Cuáles son tus rituales preferidos de la ciudad?
Mis rituales preferidos son los shows de bandas platenses que me gusta ir a ver y los bares que pasan la música que me gusta.
3) «Metáfora eléctrica una osadía temeraria». ¿Cuál sería el o los tópicos que subyacen en las líricas del disco?
Principalmente el disfrute sanador: al que solo se puede llegar tratando temas existenciales, filosóficos, la seducción, el amor, el dolor.
4) Habiendo conformado una banda, ¿cómo es la dinámica actual, más allá de que el proyecto lleve tu nombre?
Esta es la tercera formulación del proyecto y más o menos mantuve siempre la misma dinámica. El tiempo y el recorrido me van permitiendo pulir y mejorarla. La combinación entre grupo humano y musical -a mi entender después de tanto tiempo y sin importar si es un solista o un grupo- si no aparece no pasa nada. Tengo muy en claro lo que quiero al ser el compositor de las canciones, pero soy una esponja al escuchar o dejar aparecer los puntos de vistas de los músicos que me acompañan y se comprometen.
5) ¿Qué otros planes a futuro? ¿O «el camino no existe»?
«El camino no existe» lo vamos a ir construyendo paso a paso y por lo pronto presentar Hambre de Lobos el próximo jueves 8 de junio en Ciudad de Gatos 17 y 71 (La Plata), acompañado de Coda Duo (proyecto de Guillermo Coda, abriendo la noche), mostrar este disco en el lapso de este año y el próximo hacer la mayor cantidad de videos posibles (estamos planeando el video de «Templo Nuevo») y salir a tocar fuera de la ciudad lo antes posible, para compartir con colegas de otro lugares este templo, que es para mí la sagrada musiquera.