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El oscuro imaginario de Las Armas Bs. As.

Las Armas Bs. As. nació como un juego en el mismo garaje en el que Ramiro García Morete (guitarra y voz) y Joaquín Inza (batería) ensayaban con Miro y su Fabulosa Orquesta de Juguete, su primer proyecto en conjunto. Pero eso que comenzó como un puñado de canciones sin destino, derivó en seguida en un proyecto serio, con la publicación en 2014 de un EP homónimo de tres canciones, y profundizó la búsqueda con la reciente edición de Vol. I, disco debut cuyo título, un guiño a Pappo’s Blues, recrea y reescribe la tradicional expectativa argentina de adaptar los gestos poéticos y sonoros del rock & roll, el blues y el soul a nuestra idiosincrasia, sin forzar nada.

«Nuestras canciones no son panfletos, ni siquiera creo que sean manifiestos. Simplemente son preguntas.»

En sus trece tracks, producidos por Pedro Bedascarrasbure (La Teoría del Caos, Indiana) y mezclados por Joaquín Castillo (Güacho), Vol. I deja traslucir el imaginario de García Morete, un mundo en el que siempre está nublado, las rutas no tienen fin, las mujeres son, principalmente, motivo de dolor, y la muerte acecha. “Hay algo que es innegable y es que la banda tiene una identidad muy marcada desde el primer día”, señala el bajista Ezequiel Gómez Santa María, alias “el Longa”. “Si bien es un grupo joven hay un sonido que siempre estuvo. Eso había que traducirlo en un disco y creemos que lo logramos”, afirma.

Hablame de ese juego que fue germen de la banda.

Ramiro: Con Joaquín tocábamos juntos y en una época ensayábamos en la casa de él. Yo siempre llegaba un rato antes y nos poníamos a zapar. En un momento ya empezamos a tener nuestras propias canciones y nuestros ensayos. Al tiempo de haber arrancado, después de grabar un demo, entró a tocar con nosotros el Longa. En un principio la necesidad de un bajista no fue estética o sonora, sino sencillamente por una cuestión humana y de amistad.

En esa génesis primó la simpleza, ¿la intención era correrse de las complejidades de Miro y su Fabulosa Orquesta de Juguete?

Ramiro: Lo que sucede es que las bandas son la identidad colectiva de muchas individualidades. En Miro eran seis integrantes. Acá no hubo una intención premeditada, sino algo más bien matemático. Si yo escucho rock & roll, soul y blues y en una banda soy el 50 % es obvio que se note eso.

¿Qué hay detrás de esa refundación mítica que hacen de la Provincia de Buenos Aires?

Ramiro: La banda en sí es una gran idea. Una parte de esa sería revalorizar y manifestar la expresión de algunas cuestiones periféricas que pueden ser geopolíticas, culturales, estéticas o emocionales. Hay un mensaje cifrado en hablar tanto de una provincia que está tan vilipendiada. Usualmente lo bonaerense está asociado al duhaldismo y la policía. En esto que buscamos hablamos desde la llanura e intentamos romper esa idea de cotidianidad adormecida que se le atribuye a los pueblos. Este lugar está lleno de historias extraordinarias. Creemos que es como las construcciones de Francisco Salamone, algo imponente y desquiciado rompiendo la chatura. Borges usaba los laberintos, nosotros hablamos de ésta geografía. Hay temas recurrentes que están implícitos en las canciones o manifiestos. Pero tampoco están forzados.

¿Sería una mirada distinta sobre el territorio como excusa para tratar esos temas?

Ramiro: Es que los temas universales son siempre los mismos; la muerte, la fe, la pérdida de la fe, el amor, el desamor. No desde un lado intelectual, sino más bien emocional. En todo caso lo que hay es un imaginario al que nos encontramos cantándole y supimos reforzar. De igual forma, nuestras canciones no son panfletos, ni siquiera creo que sean manifiestos. Simplemente son preguntas.

¿Cómo fue el trabajo de contener todo este bagaje conceptual y sonoro en un disco?

Longa: Nuestro principal acierto fue elegir a Pedro Bedascarrasbure. Su trabajo como productor fue vital para alcanzar lo que logramos con el disco. Pudo traducir el sonido de la banda y llevarlo al audio.

Ramiro: Inclusive para la masterización la mejor elección fue Joaquín Castillo [bajista de Güacho]. Al igual que Pedro es amigo nuestro, nos conoce y sabe hacia dónde podíamos apuntar. La clave fue que nos conocíamos, después cada uno hizo su trabajo con libertad, por algo confiamos en esa gente.