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Casas Marcadas: el destino de los centros culturales locales

Protagonistas bajo perfil del under local, las casas culturales -la denominación y el concepto-, han ido multiplicándose en la ciudad y en el mismo movimiento han ido construyendo un público propio alrededor de ofertas diversas; cada una con su estética, su mirada sobre las artes y su historia singular. Hay algunas más visibles, como Ces’t la Vie, que ya ocupó dos casas y propone algunos de los eventos más interesantes de la programación local. Hay otras más íntimas, como La Bicicletería, instalada en barrio hipódromo como una propuesta gastronómica original, pero también artística y educativa. Y siguen apareciendo las novedades, de mirada singular, como Milton, un caserón de barrio norte en el que algunos sábados por mes se hacen fiestas under con música en vivo y mucha concurrencia. Casa Pulsar, El Espacio, Casa Faro, Cösmiko, Casa Selva, Pen Jaus; propuestas diferentes cuyos gestores están unidos por la vocación de generar espacios de desarrollo colectivo.

«Las casas culturales son enclaves de producción simbólica que funcionan como marca distintiva de nuestra ciudad y que, con la nueva ordenanza, encuentran protección estatal»

El fenómeno no es casual: estas casas -alquiladas, heredadas, tomadas-, hacen un aporte significativo a la cultura de la ciudad, emplazan discusiones estéticas, construyen agenda y, fundamentalmente, instalan la posibilidad de una política cultural no estatal, justamente (y paradójicamente) a partir de la ausencia del Estado local. Si no fuera por estos colectivos -que abren casas pero también organizan festivales, muestras de arte, cenas, etc-, La Plata sería una ciudad mucho menos interesante.

La novedad alrededor de esta expresiones, que en otros tiempos sucumbieron ante la precariedad administrativa, es la nueva ordenanza de centros culturales, impulsada por el bloque del Frente para la Victoria Nacional y Popular, escrita en conjunto por decenas de espacios autogestionados, y votada por unanimidad en el Concejo Deliberante. El mandato, que ya rige y es ley para el gobierno que asume el 10 de Diciembre -que por sus antecedentes en CABA tiene como antagonista a los espacios culturales autónomos y alternativos al mercado-, reconoce el rol social de este tipo de espacios y les da un estatuto legal distinto al de los espacios comerciales. El texto quiere que los espacios culturales alternativos accedan a la habilitación municipal. Para eso, crea un Registro Público abierto a la comunidad y dependiente de la Secretaría de Cultura (ya no del área de comercio), y reconoce las actividades de formación que se realizan en este tipo de lugares, sin recusar las actividades comerciales que se llevan a cabo de modo complementario.

Este tipo de iniciativas, construidas colectivamente, refuerzan la idea de una cultura que emerge de la heterogeneidad social. Las casas culturales son enclaves de producción simbólica que funcionan como marca distintiva de nuestra ciudad y que, con la nueva ordenanza, encuentran la protección estatal que, a la luz de los tiempos que asoman, será fundamental.