La recesión generada por la gestión libertaria, por la fuerte devaluación del peso y el drástico recorte en el gasto público, provocó la pérdida de más de 655.000 puestos de trabajo en el primer trimestre del año en comparación con el último de 2023. La mayor caída se verificó entre los asalariados no registrados, que solo en un trimestre se redujeron en 347.000 y explicaron más de la mitad de la pérdida total de puestos de trabajo.
«El nivel de empleo, que había logrado desacoplarse de la caída del PIB en 2023, mostró en cambio en 2024 un retroceso incluso mayor que el de la actividad económica. La importante caída en la construcción y la industria fueron determinantes para este desempeño», sostuvo el informe de mercado de trabajo del centro CIFRA, que depende de la CTA de los Trabajadores, con base en datos oficiales.
La actividad económica sufrió una importante caída en el primer trimestre del año, con una disminución del 2,6 % respecto del trimestre anterior y del 5,1 % en términos interanuales, a causa del plan de motosierra de Javier Milei. Ese enfriamiento de la economía impactó en la destrucción de empleo, ya que la tasa de desocupación revirtió la tendencia de años anteriores y alcanzó el 7,7 %.
Caída del empleo por sector
Al momento de analizar cada sector, en el caso del empleo registrado reveló una continua destrucción de puestos en relación de dependencia hasta los meses más recientes. Entre noviembre de 2023 y mayo de 2024, el número de asalariados registrados se redujo en 175.700, lo que representa una caída del 1,7 %. En términos relativos, la pérdida se concentró especialmente en el sector privado, con 123.100 trabajadores menos; pero también el sector público fue expulsor de empleo, con una disminución de casi 37.000 trabajadores.
En el sector privado, la construcción fue el sector donde se verificó el mayor retroceso. El número de asalariados cayó más de 64.000 entre noviembre de 2023 y mayo de 2024, lo que representa una disminución del 14,6 % y explica más de la mitad del declive global. La suspensión de la obra pública aparece como el factor más relevante para explicar este desempeño.
El resto de los sectores de bienes y servicios también muestra caídas, entre las que destaca la industria, con 22.500 asalariados registrados menos (-1,2 %), y que sufrió una de las mayores reducciones en mayo.
La caída del empleo público se explica por despidos y finalizaciones de contratos en la Administración Pública Nacional, que fueron más de 20.000 según el informe de dotación de personal de la APN que realiza el INDEC.
Pero la mayor caída se verificó entre los asalariados no registrados, que solo en un trimestre se redujeron en 347.000 y explicaron más de la mitad de la pérdida total de puestos de trabajo. CIFRA analizó que «en contextos recesivos, los asalariados no registrados suelen ser los primeros en perder su trabajo, aunque dada la magnitud de la crisis, el retroceso alcanzó a todas las categorías». En tanto, los puestos no asalariados, que están constituidos fundamentalmente por trabajadores por cuenta propia, se redujeron en 209.400.
Además, CIFRA señaló que la proporción de personas con más de un empleo superó el 10 %, lo que puede interpretarse como una estrategia para intentar paliar la crisis de ingresos.
A su vez, observó un aumento en la subocupación. La proporción de personas ocupadas que trabajan menos de 35 horas semanales y quisieran trabajar más fue de 12,2 % en el 1° trimestre de 2024, cuando había sido de 11,0 % un año atrás. «Se trata de un fenómeno que suele acompañar a las crisis económicas y del mercado laboral», consideró el centro de estudios sindical.
Ingresos
Los salarios registrados mostraron una estrepitosa caída tras la devaluación de diciembre de 2023. Con el salto en la inflación, los salarios perdieron rápidamente poder adquisitivo, llegando a ser en enero de 2024, en promedio, un 15,5 % inferiores a los de noviembre de 2023. La paulatina desaceleración de la inflación desde entonces permitió que, en el marco de las negociaciones paritarias, pudiese recuperarse parcialmente el poder adquisitivo salarial. Así, en junio de 2024 el salario promedio registrado quedó 9,8 % por debajo del de noviembre de 2023.
«La dinámica de los salarios registrados ha sido muy diferente para los sectores privado y público en los últimos meses», advirtió el CIFRA. Mientras que para el promedio del sector privado tuvo lugar un incremento paulatino desde marzo posterior a la brutal caída posdevaluación, en el caso del sector público no ocurrió tal recuperación, de modo que los salarios continúan absolutamente deprimidos en su poder adquisitivo. Así, en junio de 2024 el salario real promedio del sector público se ubica 18,9 % por debajo del nivel de noviembre de 2023, sin que se haya observado un cambio sustantivo en los últimos cinco meses.
Más allá de los ingresos laborales, las jubilaciones fueron además fuertemente perjudicadas en este escenario recesivo, siendo el gasto en jubilaciones y pensiones contributivas el componente que mayor peso tuvo en el ajuste hacia la baja del gasto público. «En los primeros siete meses de 2024, la jubilación mínima tuvo en promedio un poder adquisitivo 24,3% inferior al de 2023», puntualizó el CIFRA.
El consumo
La pérdida de empleo y la disminución de los salarios reales están directamente relacionadas con la reducción del consumo, situación que, a su vez, intensifica la recesión.
Las ventas de los distintos puntos comerciales muestran caídas interanuales de dos dígitos para el período enero-mayo. Tanto en supermercados como en autoservicios se ven disminuciones similares, en torno al 12 %, sin que se observen cambios en los patrones de compra como estrategia para morigerar el impacto.
El conjunto de los ingresos de los hogares sufrió una brutal pérdida de poder adquisitivo en los primeros meses del nuevo Gobierno. «Entre el primer trimestre de 2023 y el mismo período del año en curso, el poder de compra disminuyó 20,7%», observó el CIFRA. Esta caída fue especialmente severa para el 80 % de los hogares de menores ingresos, alcanzando el 26,8 %.
Como resultado de la recesión y la caída del empleo y los ingresos, se produjo un fenomenal incremento en los niveles de indigencia y de pobreza. El número de personas en hogares indigentes aumentó en 5,5 millones, mientras que las personas en hogares pobres se incrementaron en 7,5 millones.