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En los días de duelo por Francisco

Multitudes despidieron al Papa en Roma, en su Argentina natal y en el resto del mundo. Los insultos de Milei no son críticas sino vómitos de violencia. El descaro de Georgieva reafirmó que el FMI maneja al país. “Odio” presidencial a periodistas, ataque a Roberto Navarro y la habitual represión a jubilados/as.

Por Miguel Croceri (*)

Como se ha venido informando ampliamente, el fallecido papa Francisco fue honrado por multitudes en el Vaticano y en Roma, aquí en su Argentina natal, en toda América Latina y en muchísimos otros países del resto del mundo.

Enormes contingentes humanos volcados a las calles para despedirlo, exhibieron un imponente tributo de amor y gratitud en naciones y geografías muy diversas de la Tierra.

Gran parte del pueblo argentino está de duelo, o al menos con sentimientos de respeto hacia el Pontífice que murió el lunes 21 de este mes. Y en todo el planeta millones y millones de personas lloraron la partida de quien fuera jefe de la iglesia Católica, pero además un líder humanista de trascendencia universal histórica.

A nivel internacional y desde el punto de vista tanto religioso como político, después del luto y de los funerales del Papa, la máxima decisión estratégica será la elección del sucesor. Ese proceso de disputas en la cúpula eclesiástica tendrá un resultado -sea cual fuere- que ejercerá enormes influencias, aunque indeterminables de antemano, para el futuro de las distintas sociedades en todo el planeta.

En Argentina quedará tal vez para siempre el enigma acerca de por qué Jorge Bergoglio durante su papado nunca visitó su patria de origen. Eventualmente podría ocurrir que él haya dejado alguna explicación que se conozca de forma póstuma -esta es solo una suposición- pero aún así persistirá la incógnita porque cualquier manifestación de ese tipo, en el hipotético caso de que la hubiere, igualmente será objeto de polémica.

Lo concreto es que el Papa compatriota nunca volvió a su/nuestro país, desde que se fue de aquí para participar en el cónclave de cardenales de 2013 que terminaría ungiéndolo como la máxima autoridad del catolicismo mundial.

También está a la vista -para quien quiera verlo y no prefiera mirar hacia otro lado- que las más poderosas cadenas mediáticas de la derecha y la ultraderecha, cuyas caras más visibles son famosos/as periodistas y animadores/as de televisión y radio, a lo largo de los años desplegaron una minuciosa estrategia de acción psicológica sobre la opinión pública con el propósito de generar una ánimo social y político contrario a Francisco. Un estado de ánimo opositor a su obra papal.

Ese plan de los poderes dominantes consiguió sus objetivos, al menos en gran medida. Como consecuencia, sectores muy influyentes de las corporaciones y de la política institucional, así como grupos poblacionales considerables -esto significa que no son minoritarios ni marginales- en las bases de la sociedad, adoptaron posicionamientos y sentimientos despreciativos y/o de rechazo u odio hacia el Pontífice recién fallecido.

Los insultos no son críticas respetables

La manifestación más extrema, alevosa, violenta e impune contra Francisco en su propio país, han sido los insultos perpetrados por Javier Milei a lo largo de varios años.

En estos días los críticos al actual presidente han recordado mucho cuando le dijo “representante del maligno en la Tierra”. Sin embargo ese calificativo no fue en absoluto el más grave. Es más: si lo hubiera pronunciado con serenidad y de manera argumentativa, hasta podría ser considerado una opinión o juicio valorativo legítimo por parte de una persona cualquiera, más todavía de un individuo que practica otra religión.

Pero Milei, al menos desde que en 2018 se convirtió en figura mediática atractiva, generadora de rating y de mayor recaudación publicitaria para los medios y profesionales televisivos y radiales que lo llevaban a sus programas, siempre se expresó a los gritos, de forma exasperada, con gestualidad desquiciada y agresividad emocional, y a través de insultos, improperios y vulgaridades violentas. Así lo hizo también contra el Papa, y no a través de respetables opiniones críticas.

“Zurdo hijo de puta”, “el imbécil que está en Roma”, “basura”, “inmundo” y “sorete mal cagado” -tomando apenas algunos de los vómitos retóricos de Milei contra el Papa-, no fueron críticas religiosas ni polílticas ni morales ni intelectuales ni estéticas o artísticas ni culturales ni de ningún otro tipo, todo lo cual sería perfectamente legítimo en un contexto de libertad de expresión. Fueron, por el contrario, lisa y llanamente insultos y groserías atroces que fomentan el ánimo violento en la sociedad. (Las palabras transcriptas al comienzo de este párrafo y otros agravios, constan por ejemplo en un “listado” que publicó el sitio web de noticias “Mosca”. Nota del 22/04/25).

Cualquier persona puede usar habitualmente palabras soeces en la vida privada, y las consecuencias que se deriven de tales expresiones se limitan, en principio, solo a ese ámbito. Luego, la misma conducta en las redes digitales tiene una proyección mayor, pero el efecto social puede ser poco o nada significativo si se trata de usuarios/as que no ocupan posiciones de poder. En cambio, alguien que con su prédica influye en el conjunto de la sociedad tiene responsabilidades completamente distintas.

En tal sentido cabe preguntarse cuáles serían los resultados para la vida colectiva si todos/as hicieran lo mismo que Milei y sus secuaces. Es decir, si los insultos y agravios que son “normales” en la vida privada de las personas, fueran trasladados a los discursos públicos y de forma permanente por todas o por la mayoría de las figuras socialmente influyentes de cualquier actividad, ya fuere política, empresarial, religiosa, de la diplomacia, del espectáculo, de los medios, del deporte y de cualquier otra de las mútiples dimensiones que constituyen la vida pública en las sociedades.

Excepciones hay muchas, es verdad. Pero en la política de nuestro país, nadie como el actual mandatario nacional utilizó a los insultos como un recurso esencial para acumular popularidad y poder.

Aunque lamentablemente nunca pagó costos políticos por eso. Desde que se postuló como diputado nacional por la ciudad de Buenos Aires a comienzos de 2021 hasta que ganó las votaciones primarias como aspirante presidencial en agosto 2023, las dirigencias y los medios de comunicación democráticos le dejaron pasar de todo y jamás le reprocharon nada. (“Nadie había criticado a Milei por violento”, se titulaba un artículo que publicó Vaconfirma luego las elecciones PASO hace dos años. Nota del 17/09/2023).

“Odiar a los periodistas” y atacar a las/los jubiladas/os

El actual jefe del régimen de extrema derecha que tomó el control del Estado en Argentina, utilizó la violencia gestual y discursiva como un elemento fundamental de sus maniobras para convertirse primero en personaje público y luego hacer carrera como dirigente político.

Posteriormente lo siguió y lo sigue haciendo desde el poderoso lugar que le otorga el hecho de ser nada menos que presidente de la Nación.

Así fue que, como parte de su “normal” y descomunal descarga continua de violencia sobre la opinión pública, el domingo 20 de este mes escribió en su cuenta oficial de la red X (antes llamada Twitter): “Creo que la gente no odia lo suficiente a estos sicarios con credencial de supuestos periodistas”. Se refería a un grupo de periodistas, en general con posiciones conservadoras y de derecha que lo ayudaron a acumular poder y llegar adonde llegó, pero que ahora critican algunos aspectos de su política económica. (Información del portal “Letra P”, nota del 20/04/25).

Al día siguiente fue agredido físicamente Roberto Navarro, un periodista de larga trayectoria, con un posicionamiento político-ideológico democrático y popular, y fundador del multimedios contrahegemónico El Destape. En un lugar público del centro porteño, sufrió un golpe brutal en la cabeza, a la altura de la nuca y desde atrás, por la espalda, por parte de un atacante hasta ahora no identificado, al menos que se sepa públicamente.

La víctima pudo trasladarse por sus medios hasta un lugar de atención médica. Está fuera  de peligro y el jueves se informó que volvió a su casa para continuar la recuperación. Todavía no retomó su tarea profesional ni hizo otras apariciones públicas. Su abogada, Graciana Peñafort, informó que harán la denuncia cuando Navarro sea dado de alta. (Información oficial de “El Destape Radio”, difundida el miércoles a través de la red X. Posteo del 23/04/25).

La violencia de la extrema derecha no se ejecuta solo mediante la palabra y la gestualidad presidencial, ni tampoco únicamente a través de la agresión personal contra un periodista opositor al régimen.

Peor todavía es la decisión política oficial de atacar a ciudadanos/as que se movilizan en el espacio público, como los grupos de jubilados/as que cada miércoles protestan frente al Congreso Nacional y, también cada miércoles, son reprimidos/as por integrantes de las reparticiones armadas del Estado bajo órdenes del gobierno. (Crónica del diario Tiempo Argentino. Nota del 26/04/25).

Un país manejado por el Fondo Monetario

A partir de la semana entrante, tras las honras fúnebres a Francisco en el Vaticano, su sepultura en Roma y las multitudinarias despedidas a nivel mundial, habrán pasado los primeros días de tristeza y dolor en gran parte de la población argentina.

Concluido en el país el duelo oficial, y con Milei ya regresado de su hipócrita y vergonzoso viaje a Italia con la excusa del funeral, se habrá terminado también una relativa “pausa” que mantuvieron los poderes públicos y corporativos locales tras la muerte del Papa.

Pero aún en el contexto de cierto luto, días atrás se exhibió de manera descarada la peligrosidad de jerarcas mundiales que han pasado al tener el control de Argentina.

La directora gerenta del Fondo Monetario Internacional (FMI), Kristalina Georgieva, dijo el jueves (24/04) que nuestro país “tendrá elecciones en octubre, y es fundamental que no descarrile la voluntad de cambio. Hasta ahora no vemos que ese riesgo se materialice, pero yo le pediría a Argentina que mantenga la voluntad de cambio”. (Crónica de elDiarioAr, nota del 25/04/25).

El consejo nacional del Partido Justicialista (PJ) y otros/as dirigentes opositores, fundamentalmente peronistas, salieron a criticar la explícita intromisión en la política nacional por parte de una encumbrada vocera de las oligarquías económicas mundiales. Al día siguiente ella intentó aclarar su mensaje y dijo que “iba dirigido al gobierno”, con lo cual confirmó que el FMI le da indicaciones a Milei respecto de lo que debe hacer. (Información y análisis de Página 12, nota del 25/04/25).

Después de las jornadas de duelo por el fallecimiento del Pontífice, y mientras la opinión pública y los poderes mundiales están pendientes de la elección del sucesor, la vida económica, social y política de nuestro país retoma su dinámica habitual. El tema dominante seguirá siendo la cotización del dólar, y al mismo tiempo las familias y el aparato productivo continuarán sufriendo los aumentos de precios, entre otros múltiples dramas cotidianos.

Seguramente se hablará poco o nada de que, a partir de este mes, nuestra Nación le debe U$D 65.000.000.000 (sesenta y cinco mil millones de dólares) al Fondo Monetario dirigido por Georgieva. Son 45.000 millones que beneficiaron a Mauricio Macri en 2018, y recientemente otros 20.000 millones que lo salvaron a Milei de desbarrancar hacia el abismo político. Cuando finalizó la etapa kirchnerista en diciembre de 2015, la deuda con el FMI era de cero dólar (U$D 00,00).

Los discursos demagógicos suelen decir que estos temas “no le importan a la gente”. Puede ser verdad. Quizás tampoco le importaron los insultos de Milei contra Francisco, menos aún la reciente instigación a “odiar” a periodistas que critican al gobierno, y ni siquiera el miserable y habitual ataque represivo contra grupos de jubilados/as que protestan.

Para que todo ello -y mil asuntos más- le importaran a una parte considerable de la sociedad, las dirigencias y medios de comunicación opositores a los poderes hegemónicos locales y extranjeros deberían ejercer muy activamente la tarea de informar, explicar, profundizar en las causas, esclarecer, orientar y educar cívicamente a la ciudadanía. Ponerse las pilas con las responsabilidades propias, y dejar de echarle la culpa a “la gente”.

(*) Publicado en www.vaconfirma.com.ar