Por Roberto Álvarez Mur
Uno de los nombres que resaltó en la lista de funcionarios presentados ayer por María Eugenia Vidal para su gabinete fue el de Leonardo Sarquís. Quien ahora se desempeñará como ministro de Asuntos Agrarios es, ni más ni menos, un ex gerente de la firma multinacional Monsanto, corporación especializada en la elaboración de agroquímicos transgénicos. Sarquís, además, lideró el negocio de Semillas Seminis Sudamérica entre 2005 y 2007.
“Para un país como Argentina esto es una muy mala noticia. Es antidemocrático que gerentes corporativos y empresarios sean los que pasen directamente a dirigir los ministerios”, fue la primera impresión que manifestó el investigador en asuntos ambientales y politólogo del Centro Cultural de la Cooperación, Nicolás Gutman, en diálogo con Contexto.
“Son los intereses del mundo corporativo y representan un corte. En la etapa anterior, en los tiempos de las grandes privatizaciones, había mucha presencia de España. Esta nueva administración muestra un modelo de empresas norteamericanas que ya están operando desde hace muchos años en Argentina”, recordó. Según estimó Gutman, Argentina se encuentra entre los principales países consumidores de productos Monstanto en el mundo.
“Para un país como Argentina esto es una muy mala noticia. Es antidemocrático que gerentes corporativos y empresarios sean los que pasen directamente a dirigir los ministerios.”
“Siempre existen intereses en la política, pero que directamente un CEO de Monsanto sea ministro de Asuntos Agrarios es preocupante. Primero, va a ser muy difícil para todo lo que conlleva el paquete tecnológico y las grandes extensiones”, dijo Gutman, y agregó: “Cuando uno toma el paquete tecnológico de Monsanto que dispone una gran cantidad de medidas a gran escala, es muy difícil revertirlas, y ya hay muchos países que han prohibido la comercialización de productos creados bajo estas metodologías”.
El investigador señaló que ni siquiera gobiernos de corte conservador, con un paradigma de libre mercado, acomodan en la política a presidentes o gerentes de corporaciones. “En el caso de Chile, que luego del pinochetismo siempre adhirió a una línea de libre mercado neoliberal, ves a los ministros de Agricultura o de Relaciones Exteriores y vienen de la política”, y agregó: “Acá, por ejemplo, tenemos un ministro de Relaciones Exteriores que vivió la mitad de su vida en Estados Unidos, trabajando dentro de las mayores corporaciones del mundo”.
“Creo, además, que esto es una devolución de favores, ya que hoy no podríamos tener este gobierno de Macri sin un fuertísimo trabajo conjunto con los poderes reales de estas corporaciones. El caso de Estados Unidos es muy visible porque –si bien Sarquís hoy ya no es de Monsanto– prácticamente toda la administración pública norteamericana está plagada de directivos de Monsanto: el Senado, la Cámara de Diputados, la Casa Blanca, un juez de la Corte Suprema es ex titular de Asuntos Legales de Monsanto”, aseveró Gutman.
Semanas atrás, referentes del Frente Agrario del Movimiento Evita habían declarado a Contexto: “Mauricio Macri es el retorno a las políticas agrarias de los noventa: la desregulación, la liberalización comercial y la concentración de la tierra”.
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El paquete de Monsanto
El paquete de semillas transgénicas (modificadas genéticamente) que actualmente dicha multinacional introduce en nuestro país contiene sustancias que en marzo de este año fueron catalogadas por la Organización Mundial de la Salud (OMS) como posibles cancerígenas, como lo es el glifosato, agroquímico que causó daño al ADN y a los cromosomas en las células humanas analizadas.
Tras una investigación, el Espacio Multidisciplinario de Interacción Socio Ambiental (EMISA) de la Universidad Nacional de La Plata (UNLP) determinó cifras alarmantes de sustancias químicas dañinas para la salud en una muestra de sesenta frutas y verduras analizadas entre noviembre de 2014 y abril de 2015.
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