Por Lucía García Itzigsohn y Florencia Abelleira
Las presidencias de Cristina Fernández de Kirchner fueron en sí mismo, por su condición de género, un símbolo del empoderamiento de las mujeres argentinas, y se vieron fortalecidas, según analiza la periodista, poeta y docente Marta Vasallo, por las políticas educativas, sociales y de salud llevadas a cabo en estos últimos doce años.
Vasallo, recordó a Cristina Fernández de Kirchner cuando asoció lo nacional y popular con lo racional. “Dentro de eso racional está el feminismo, tiene que entrar el feminismo, que no sea más una concepción reñida con lo nacional popular. Hay que partir de ahí y elaborar desde ahí un feminismo”, expresó.
– Hace muy poquitos días que terminó la presidencia de Cristina, pero ya empieza a haber una especie de conclusión sobre su ciclo presidencial en esta doble identidad como peronista y feminista…
– Lo primero que hay que decir es que en estos años vivimos una experiencia inesperada y trascendental, de una presidenta reelecta por dos mandatos y que mostró durante su gestión una inteligencia y un coraje políticos que no conocí en ninguna otra presidencia que yo haya vivido.
Durante mucho tiempo la escuché decir que hay que establecer un marco de igualdad social y económica que es lo que garantiza el progreso y la justicia para las mujeres.
En el último tiempo, yo noté como si Cristina hubiera dado un paso más, cuando ella dijo que vivimos en una cultura devastadora de lo femenino, o cuando dijo que, aparte de los problemas económicos y sociales, había algo más que hace a la discriminación de la mujer, y lo inscribió en la batalla cultural, cuando todos los que la escuchamos sabemos que la batalla cultural es la esencial.
Admiro mucho en ella esa suerte de paso adelante que dio, en el que observó que hay una especificidad de la condición femenina que no estaba del todo contenida en el marco general de la igualdad y de la justicia que ella muy coherentemente persiguió durante sus mandatos, y que en los primeros tramos de su presidencia no había visualizado.
“DURANTE MUCHO TIEMPO LA ESCUCHÉ DECIR QUE HAY QUE ESTABLECER UN MARCO DE IGUALDAD SOCIAL Y ECONÓMICA QUE ES LO QUE GARANTIZA EL PROGRESO Y LA JUSTICIA PARA LAS MUJERES.”
– En términos tanto de las leyes que impulsó como de las políticas públicas que se llevaron adelante, ¿en qué mejoró la calidad de vida de las mujeres del país?
– El marco de igualdad al que apuntó la política educativa, social y de salud beneficiaron a las mujeres. Además, hay algo no explícito y a lo mejor no deliberado: el solo hecho de su presencia en la presidencia. También haber designado mujeres en cargos claves de gobierno que no responden a los roles tradicionalmente asignados a las mujeres. Tuvimos mujeres en el Ministerio de Defensa, en lugares claves del Ministerio de Economía, en la Procuración General de la Nación.
Esas mujeres en puestos claves y que no responden a la tradicional asignación de roles jugaron un papel muy profundo. Yo pienso en las nenas, por ejemplo, que crecieron en estos años y que vieron como habitual a las mujeres en esos puestos tan claves, además de haber visto a la Presidenta actuando, hablando, dirigiendo: eso tiene un valor extraordinario que a lo mejor no estamos percibiendo en este momento, pero que va a quedar como un sedimento social importante.
– Frente a estos primeros días del gobierno de Macri, ¿cómo ves que se plantean estas cuestiones en torno a la batalla cultural por la igualdad, a las vinculadas con la violencia hacia las mujeres y la posibilidad de avanzar sobre más derechos?
– A mí me parece muy difícil avanzar sobre derechos en una concepción que responde a los intereses de la economía financiera.
Creo que nos espera una fuerte batalla cultural, justamente que empieza por desmantelar toda la manera falaz e insultante a que se quiere reducir toda la gestión kirchnerista.
Me parece que nosotros tenemos que hacer una reivindicación de los valores de esta etapa, y que en esa reivindicación están incluidos la ampliación de derechos y la posibilidad de avanzar sobre esos derechos, que era lo que nos hubiera tocado hacer en esta etapa.
«Creo que nos espera una fuerte batalla cultural, justamente que empieza por desmantelar toda la manera falaz e insultante a que se quiere reducir toda la gestión kirchnerista.»
– ¿Qué lugar tuvo el movimiento de mujeres durante el gobierno de Cristina Fernández de Kirchner?
– Yo, que tengo una trayectoria feminista bastante larga, quiero decir que fue la primera vez desde 2003 hasta el 10 de diciembre de este año que mi adhesión a un Gobierno me hizo ver de otra manera las luchas feministas, me hizo comprender que no se pueden aislar las luchas feministas de los grandes proyectos políticos en los cuales inscribirlas.
Hay veces que uno cree que hay cosas que no se mueven, que uno las aprendió así, las entendió así y ya está; y no es así: uno todavía puede aprender y cambiar con las experiencias.
Desde el 83 que aquí se rearmó un movimiento de mujeres y que empezó a tener incidencia y a ganar batallas y perder otras. De algún modo, había una comodidad entre comillas, porque uno peleaba con los criterios del feminismo y era fácil desprenderse de Gobiernos de distintos signos de los cuales ninguno nos atraía, no nos ponía en la obligación del compromiso y la adhesión.
Pero en estos doce años me he convencido de que uno no puede librar luchas feministas si no las inscribe en una concepción política amplia; no estoy diciendo en un partido, sino en una concepción política más en profundidad.
– Es decir, ver el feminismo como en un marco más social, que no son derechos para algunas mujeres sino para el conjunto de las mujeres…
– Claro, ese ha sido el mayor problema en la tradición feminista argentina, y me parece que una obligación del feminismo es salirse de esa tradición, tomar sus elementos valiosos. Creo que ahora ya estamos en una etapa y situación mundial en que ya no podemos convertirnos en la mera correa de transmisión de ciertos principios internacionales sostenidos desde organismos internacionales, sino que tenemos que elaborar un feminismo amasado con la experiencia y su historia de nuestro pueblo, con sus necesidades, con sus sufrimientos, con sus experiencias reales, con lo que ha vivido en carne propia, y desde ahí encontrarnos con las grandes feministas que admiramos desde hace tanto tiempo. Pero primero empecemos por nuestra gente, por sus experiencias, por el modo en que pueden entender las cosas. No generemos más Victoria Ocampo, porque durante mucho tiempo, durante el peronismo, se decía: ¿quién le cambió la vida a las mujeres? ¿Victoria Ocampo o Eva Perón? Y uno decía Eva Perón y se daba por terminada la discusión. Era una descalificación del feminismo. Nosotros tenemos que tener la capacidad de salir de esa dicotomía, y de inscribir los valores del feminismo en una sociedad como la nuestra, que tiene su propia historia y su propia manera de acceder a las cuestiones.
El otro día ví un video donde hablaba Cristina Kirchner, cuando era legisladora, y decía que lo nacional y popular también es racional. Dentro de eso racional está el feminismo, tiene que entrar el feminismo. Que no sea más una concepción reñida con lo nacional popular. Hay que partir de ahí y elaborar desde ahí un feminismo. Es lo que yo aprendí estos años y se lo debo a Cristina Kirchner, que es tan importante como lo que le debo a Simone de Beauvoir.