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Que distintos somos: un aporte desde la experiencia de gestión de emergencias hídricas

Por Joaquín Cortés*

Podríamos decir que en la actualidad uno de los desafíos más grandes que puede tener una organización/institución es la gestión de emergencias o crisis. Un suceso que sobreviene con velocidad, que implica una acción inmediata para corregirlo y que pone en juego todos los valores de la organización/institución. Obviamente, el Estado no está exento de esta situación y en los últimos años hemos visto varias emergencias hídricas a las cuales el Gobierno nacional tuvo que hacer frente. Hoy estamos ante una de ellas, donde los compatriotas del noreste argentino están viviendo, o padeciendo, esta situación y el Estado está obligado a dar respuesta.

Desde la emergencia hídrica de La Plata hasta el 10 de diciembre de 2015, la asistencia solidaria se convirtió en una política de Estado con una magnitud diferente a la que venía teniendo hasta el momento. Tal es así que en la Subsecretaría de Juventud de la Nación creamos un programa nacional que se denominaba «La Patria es el Otro» evocando las jornadas solidarias de La Plata–, que tenía como objetivo político dar respuestas a este tipo de situaciones.

Es desde esta experiencia que se entiende equivocada la forma de encarar el proceso por parte de la vicepresidenta Michetti y el equipo del presidente Macri. Obviamente que la demora en la suspensión de las vacaciones del alto mandatario de nuestro país entra como parte de los errores, pero no es de esto de lo que nos vamos a encargar aquí.

Ordenemos el modo de abordar los primeros momentos de una catástrofe. La primera acción es comunicacional, en principio por parte del Estado nacional. Es necesario un mensaje claro para la gente afectada que lleve tranquilidad, que comunique presencia, apoyo y contención. La decisión de hablarle sólo a la televisión y, por lo tanto, a ciudadanos que no están afectados es un error político. Todos tenemos que estar al tanto de todas las acciones del Estado, pero hay que tener claro cuál es el destinatario de la ayuda.

La persona damnificada tiene miedos, tristeza y bronca porque acaba de perder todo. Y cuando digo todo, no es sólo lo material, sino muchas cosas simbólicas y afectivas que demandan del Estado asistencia, que no empieza y termina en las donaciones. En resumen, y como diría la canción del grupo El Kuelgue, lo primero que hay que dar es amor y contención.

Por eso, y acá entramos en un segundo eje, es clave el trabajo conjunto con las organizaciones libres del pueblo, las organizaciones políticas y los voluntarios «sueltos». Los tres casos se abordan de maneras diferentes, ya que el modo de trabajar de cada uno de ellos es también diferente. También vemos muy diferente la postura del Gobierno a la hora de enfrentar la emergencia con estos aliados. Y ahí seguimos encontrando errores.

Sobre el trabajo solidario juvenil, si el Gobierno convocara a los jóvenes a ayudar, es indiscutible que allí estarían. En la última experiencia, las inundaciones en provincia de Buenos Aires, fueron cerca de 2.000 voluntarios que no pertenecían a ninguna organización y que se sumaron confiando en un Estado que daba las herramientas para ayudar y ser ayudado. Todavía seguimos sin tener una convocatoria a participar por parte del Gobierno de Macri.

En cuando a las organizaciones libres del pueblo con las que articulamos en aquel momento, trabajamos con muchas, pero para seguir hablando del ejemplo de la última inundación podemos nombrar a Médicos del Mundo, Red Solidaria y Cascos Blancos. Organizaciones reconocidas en todo el país, sin ningún color político y con mucho trabajo territorial. Estas organizaciones no sólo nos permitieron realizar un mejor trabajo a la hora de intervenir en los territorios afectados, sino que también permitieron generar un aprendizaje con sus experiencia, la de los equipos de la Subsecretaría y los voluntarios.

En el caso del Gobierno, cuando hablamos de la interacción con otras organización, vemos que convocan a articular con una ONG (SUMA) que es de su mismo partido aunque omiten dar esa información y que no tiene ninguna experiencia en gestión de crisis hídricas y ayuda solidaria.

Obviamente, no estamos en contra de la articulación entre las organizaciones militantes, el Estado y el pueblo. De hecho, hicimos de esto una política de Estado también. Sí llama la atención que no se le comunique a la comunidad, a lxs argentinxs, que SUMA es lo mismo que La Cámpora, Movimiento Evita, Nuevo Encuentro, la Juventud Peronista o la organización del proyecto popular que quieran, pero enrolada en Cambiemos.

Sobre esto último quiero decir que en esa ultima inundación en la provincia de Buenos Aires fueron más de 10.000 los jóvenes militantes de organizaciones políticas que participaron. Cosa que nos enorgullece, y sería fantástico que el Gobierno lo siguiese promoviendo de forma sincera y pública.

La Argentina enfrenta un nuevo desafío con un nuevo Gobierno. Un Gobierno que llega desde una propuesta del diálogo y el consenso, pero viene demostrando que la mayoría de sus decisiones no se toman colectivamente y no hacen parte al pueblo.

Difícilmente podamos construir una Argentina unida sin fomentar la participación. Y parece que este modo de hacer las cosas, sin sinceridad y sin participación, es una política de Estado de Cambiemos.

Al Gobierno lo invitamos a que convoque en serio al pueblo a participar. Argentina es un país solidario y con buena gente, y las  adversidades muchas veces son posibilidad para unir.

Si hay cosas para cambiar, para mejorar, hagámoslo. Pero no cambiemos la confianza en el otro, la confianza en el pueblo.


* Director Nacional de Juventud 2014-2015.