Por Claudia Vásquez Haro
En estos últimos días, integrantes de la diversidad sexo/genérica hemos visto resurgir prácticas neonazis, desde los hechos que tomaron estado público en Mar del Plata, hasta la brutal golpiza a Laura Elena Moyano, militante trans platense el pasado 23 de diciembre. Este tipo de prácticas no sólo hay que repudiarlas, sino que, en tiempos donde se oculta información o tergiversa, resulta imperante visibilizarlo para que la sociedad tenga conocimiento del grado de vulnerabilidad al que somos sometidas. Asimismo, instar a los funcionarios públicos de turno a que tomen medidas urgentes para el cese de estos actos discriminatorios y violentos que muchas veces terminan cobrando la vida de personas TLGBI (trans, lesbianas, gays, bisexuales e intersex).
Lo que le sucedió no es un hecho aislado, sino que forma parte de una estructura simbólica profunda, que responde a un mandato heteronormativo/macho que organiza actos, fantasías y les confiere intengilibilidad.
Laura estudia en la Facultad de Periodismo y Comunicación Social de la UNLP, es vicepresidenta de la asociación civil OTRANS La Plata, organización que lucha por los derechos de las personas trans en La Plata, y trabaja como empleada en el municipio platense. Lo que le sucedió no es un hecho aislado, sino que forma parte de una estructura simbólica profunda, que responde a un mandato heteronormativo/macho que organiza actos, fantasías y les confiere intengilibilidad. Tanto las brutales golpizas que recibió Laura, como los femicidios trans –el de Amancay Diana Sayan, por citar un ejemplo– responden a un discurso de orden desde el cual se potencia el odio hacia las personas con identidades diversas. Descarto el móvil del robo, porque a mi entender sería una forma simplista de justificar lo acontecido. Por el contrario, estos hechos son un claro mensaje de tipo mafioso, como lo sostiene la investigadora Rita Segato en relación con las muertas de ciudad Juárez.
Estos mensajes tienen dos ejes: uno vertical, dirigido hacia las víctimas, y otro horizontal, hacia los mismos pares. El cuerpo es el soporte de dicho enunciado, pero también territorio del cual se apropia el perpetrador.
Estos mensajes tienen dos ejes: uno vertical, dirigido hacia las víctimas, y otro horizontal, hacia los mismos pares. El cuerpo es el soporte de dicho enunciado, pero también territorio del cual se apropia el perpetrador. El primero va dirigido a las víctimas: si no cumplimos los mandatos heterosexuales, nos dicen, esto les va a suceder. No sólo a las mujeres trans, sino a todo lo que en las categorías sexo/genéricas sea lo no macho. Mientras que, en el segundo, el mandato exige para ser parte de la cofradía viril, un pacto de sangre a través de la violencia, y así adquirir un sentido de pertenencia.
Fueron dos hombres quienes la golpearon brutalmente a Laura, uno sólo se encuentra detenido. El hecho al parecer fue premeditado. Uno de ellos, de nombre “Agustín”, conocía a Laura. Ese mismo día por la tarde fue a visitarla, solo. Por la noche llevó a un amigo con claras intenciones de ejecutar la violenta golpiza, la cual le podría haber causado la muerte. La fiscal que interviene en el caso es Leyla Aguilar, quien caratuló el hecho como delito por “tentativa de homicidio”, desconociendo el agravante por su identidad de género autopercibida. La causa tendría que enmarcarse como “tentativa de femicidio”.
En principio, el mandato de orden heteronormativo/macho violenta a las mujeres trans por haber sido traicioneras al patriarcado, por haber renunciado a los privilegios de los que gozan los varones. La violencia es la clara expresión de querer normar, disciplinar los cuerpos y el deseo. La pregunta que subyace es ¿por qué, si conocía a la víctima, por la noche lleva a un amigo para golpearla brutalmente? ¿Qué teme esa supuesta heterosexualidad devenida de un orden natural?
La agresión física con saña delante, o con el “amigo”, reprime el propio deseo, entra en contradicción con lo que él en la intimidad siente. Recordemos que la víctima conocía a uno de ellos, con quien habían tenido encuentros esporádicos. Así, la heteronorma termina siendo un condicionante de carácter moral, social y político que aniquila al cuerpo considerado abyecto. Es decir, intenta matar el propio deseo del victimario.
Es conocido que aún los cuerpos de las mujeres trans no entran en el circuito común del deseo; casi siempre, o en la mayoría de los casos, es por una vía clandestina. Sabemos la importancia de las leyes, pero lo que hay que transformar son las pautas culturales que discriminan, excluyen y matan. En una ciudad donde hace poco –en plena campaña política– el actual intendente, Julio Garro, hizo declaraciones con respecto a las mujeres trans, manifestando que no les daría trabajo, sino ayuda desde lo médico y lo psicológico, sus dichos contribuyen a seguir criminalizando y potenciando el estigma. Y que, pese a las repercusiones mediáticas, no haya salido a retractarse, ni tampoco sabemos cuáles serán sus políticas en relación con esta problemática, se torna preocupante.
El rol de los medios
Los medios de comunicación cumplen un rol fundamental: no sólo tienen por función informar a l*s ciudadan*s, sino que, de acuerdo con lo que publican, producen sentidos en la sociedad. Es decir, a través de sus representaciones contribuyen a los marcos interpretativos de determinados temas. El diario El Día, en su edición del 23 de diciembre titula su nota periodística “Brutal ataque a golpes en edificio céntrico” (http://movil.eldia.com/policiales/brutal-ataque-a-golpes-en-edificio-centrico-105518), omitiendo su identidad genérica y política, pues se trata de un caso de violencia de género, con el agravante de su identidad autopercibida. Una problemática recurrente, conocida por muchos como “transfobia/ femicidio”. Asimismo, el medio lo ubica en la sección policial, cuando es un problema social y tendría que estar ubicado en la sección sociedad. ¿Blindaje mediático también en La Plata? Este es uno de los temas de los que tiene que dar cuenta el periodismo platense, la Justicia y principalmente el intendente Julio Garro y la gobernadora de la provincia de Buenos Aires María Eugenia Vidal.
El diario El Día, en su edición del 23 de diciembre, no sólo desconoce la identidad de género de la militante trans platense Laura Elena Moyano, sino que titula su nota periodística “Brutal ataque a golpes en edificio céntrico”.
Coincidencias
Casi el mismo modus operandi. A Laura la golpearon brutalmente dos hombres en su departamento, y remarcó que fue con saña. Le propinaron varios cortes en el cuerpo, tiene la cara desfigurada y un puntazo en el pulmón. Entró a la guardia del hospital San Martín en estado crítico. Al igual que la militante Amancay Diana Sacayan –asesinada en octubre–, recibió de manos de la entonces presidenta Cristina Fernández de Kirchner su DNI, cuando se sanciono la Ley de Identidad de Género.
El sentido de orfandad
Durante los últimos doce años, los derechos humanos fueron políticas de Estado en Argentina. No sólo conseguimos la igualdad jurídica en relación con la Ley de Matrimonio Igualitario, Ley de Identidad de Género, Ley de Cupo Laboral Trans en la provincia de Buenos Aires, entre otras, sino que sentíamos al Estado presente. La misma Cristina Fernández de Kirchner, en plena cadena nacional, pidió a la Justicia que se esclarezca el asesinato de la compañera Amancay Diana Sacayán. La gente nos dice “Ahora no hay quien las defienda”, en alusión a que no está CFK en el gobierno. A muchas de nosotras nos pasó por el cuerpo esa sensación de orfandad. Pero sabemos que hubo un antes y un después para cada una, sobre todo para quienes vivimos la experiencia vital de los Códigos de Falta o Edictos policiales que criminalizaban la identidad trans. Las personas TLGBI estamos empoderadas, vamos a defender cada una de las conquistas ganadas y seguiremos reclamando lo que aún falta conseguir.
Durante los últimos doce años, los derechos humanos fueron políticas de Estado en Argentina. no sólo conseguimos la igualdad jurídica en relación con la ley de matrimonio igualitario, ley de identidad de género, ley de cupo laboral trans en la provincia de Buenos Aires, entre otras, sino que sentíamos al Estado presente.
Hoy nuestra comunidad atraviesa un estado de alerta permanente. No vamos a volver al oscurantismo que nos tocó vivir durante mucho tiempo, producto de la discriminación y la exclusión social por parte del Estado y algunos sectores reaccionarios, conservadores, misóginos y heteronormativos.
* Presidenta de OTRANS La Plata; docente investigadora de la Facultad de Periodismo y Comunicación Social; directora del Observatorio de Comunicación, Género y Diversidad con Perspectiva en DDHH, FPyCS, UNLP.