Por Alberto Ramírez*
Desde los medios masivos de comunicación se habla críticamente del «militante», en el afán de tirar abajo la experiencia kirchnerista y por el hecho objetivo de que, al haberse sumado a la militancia miles de jóvenes, se los estigmatiza para generar un rechazo en la opinión pública que impida una mayor reproducción. Lo cierto es que, pese al descrédito de los monopolios de prensa, somos MILITANTES.
¿Y qué es un militante? Una persona que participa políticamente, piensa y acciona en función de sus ideas, sin esperar recibir nada a cambio. Sin embargo, los medios masivos de prensa los asocian con la búsqueda de dinero, prebendas o al menos un choripán por aplaudir, subir a micros e ir a actos políticos, siempre vinculando esos ataques con los gobiernos kirchneristas.
El efecto hipnótico de los metamensajes que permanentemente elaboran las usinas mediáticas hace perder el sentido de la realidad y de la historia. Hacen lo mismo que aquello que muchas veces escuchamos que decía Goebbels, el ministro de propaganda de la Alemania nazi: «Miente, miente, que algo quedará». En este caso de los militantes. Muchos argentinos repiten esa cantinela creada por los monopolios de prensa cuando en realidad, por experiencia propia o sólo con prestar un poco de atención o investigar en el mejor de los casos, pueden saber que los militantes, la mayoría de ellos, desarrollamos tareas sociales solidarias, estudiamos, leemos, trabajamos, ponemos nuestro tiempo, nuestros recursos y nuestro esfuerzo, a veces dejando de lado o sumando a nuestras familias en la lucha por un país más justo.
El efecto hipnótico de los metamensajes que permanentemente elaboran las usinas mediáticas hace perder el sentido de la realidad y de la historia. Hacen lo mismo que el ministro de propaganda de la Alemania nazi: «Miente, miente, que algo quedará».
Con orgullo nos identificamos con los patriotas latinoamericanos, con los mártires obreros y de la resistencia peronista, con los 30.000 desaparecidos, que clara y precisamente eran militantes de sus ideas. Porque en ellos y en nosotros reside un inmenso amor por los más humildes, un inmenso amor por el país y su pueblo, cuya unión llamamos Patria. Y esa Patria, como dijo Cristina, es el Otro, porque la solidaridad y la lucha contra la discriminación están en la base de nuestras ideas.
Ahora se nos presenta un desafío importante: por primera vez en democracia, un gobierno de patrones, de millonarios, llega al gobierno por los votos. Antecedentes y primeras medidas claramente antipopulares, devaluación, desconocimiento del Congreso, avasallamiento de la Ley de Medios, de la Corte Suprema de Justicia, transferencia millonaria de fondos a las patronales agropecuarias, y podríamos seguir detallando medidas aun con los pocos días que van de gestión. Por otro lado, una líder que se retira de la presidencia con una gigantesca movilización de masas, un frente electoral que viene de una derrota durísima, con internas feroces y proyectos antagónicos sostenidos hasta la elección por la conducción de Cristina, una importante militancia juvenil, una cuota de poder en las cámaras legislativas y una base de apoyo movilizada más allá de su dirigencia intermedia.
La derrota electoral y el avance vertiginoso que pretendió imponer el macrismo en sus primeras medidas (si bien ya recibió algunos frenos), el anuncio de más medidas antipopulares e intentos de desgaste a Cristina y al kirchnerismo en general, todo ello genera bronca, angustia y desazón, por un lado; pero también ganas de accionar, salir a la calle y generar rápidamente la alternativa de poder que nos represente.
El contexto actual es particular. No debemos correr detrás de cada medida macrista a movilizarnos sin organización, como tampoco podemos esperar las elecciones de 2017 viendo internas partidarias «desde afuera», o sea, decididas por otros, sin participar de acciones colectivas. Para ganar la calle y para disputar elecciones, internas o generales, debemos partir de que como militantes hay que estar organizados. Que no nos supere la ansiedad que rápidamente puede llevar al desgaste o a la frustración.
Para ganar la calle y para disputar elecciones, internas o generales, debemos partir de que como militantes hay que estar organizados. Que no nos supere la ansiedad que rápidamente puede llevar al desgaste o a la frustración.
Volver a organizar el barrio, el sindicato, la escuela o la Universidad; mejorar y amplificar nuestros modos de comunicación popular (volantes, hojas o diarios locales, radios comunitarias, sitios y redes informáticas, etcétera); asumir el desafío de la unidad, la real entre compañeros de un mismo proyecto de país solidario y libre, aunque seamos de distintas organizaciones o de ninguna pero podamos confluir en espacios comunes para la disputa de sentido de la opinión pública y de construcción de poder popular de base. E ir por más: más democracia, interna y general, defender los derechos y las conquistas, pero también analizar los errores y luchar por la profundización de las políticas que favorezcan a nuestro Pueblo. Hoy, más que nunca, el presente es lucha y el futuro es nuestro.
* Abogado laboralista. Integrante del Colectivo de Participación Popular.