Por Claudia Vásquez Haro
La comunidad trans (travestis, transexuales y transgeneros) de Argentina hoy está de luto por la muerte de Lohana Berkins, una de las pioneras militantes que lucharon por los derechos de nuestra comunidad. Lohana era una lideresa, adelantada para su época. Había vivido en carne propia la discriminación y exclusión por parte del Estado argentino y todas sus instituciones. Pero también alcanzo a ver materializadas nuestras conquistas en leyes por las que había luchado toda su vida.
Supo interpretar que teníamos que organizarnos para resistir y denunciar la violencia institucional, principalmente de la Policía, quienes a través de los códigos de faltas o los llamados edictos policiales de manera arbitraria cometían injusticias en contra de nosotras. Asimismo, tuvo una lectura clara para poder armar dentro del desorden una ingeniería de reclamos, los cuales contribuían a desactivar en algún punto la discriminación. Sus prioridades eran el reconocimiento de la identidad de género, al mismo tiempo que el trabajo, la educación, la salud y la vivienda.
A Lohana Berkins la conocí, junto a Marlene Wayar, en 2005, en la Facultad de Periodismo y Comunicación Social de la Universidad Nacional de La Plata (UNLP), en una charla en la que presentaba su libro La gesta del nombre propio. Un informe de la realidad que atravesaba la comunidad trans de Argentina. Las cifras y los relatos eran escalofriantes. Su relato por momentos mantuvo a la audiencia perpleja, después las risotadas se escuchaban en todo el primer piso. La alternancia entre la tristeza a la risa era una constante en sus intervenciones. Una especie de obra tragicómica. En verdad, era un modo de enseñanza pedagógica de como poder desdramatizar y transformar el dolor en amor y lucha. Cuando terminó la charla, me acerqué para felicitarla y para pedirle un contacto. Se alegró mucho de saber que una trans estaba cursando Periodismo, lo comento con Marlene, y dijo: “las travestis tenemos que llenar las Universidades, así por fin diremos que estamos incluidas”.
En 2008, en el marco del I Encuentro de Comunicación Géneros y Sexualidades en la Facultad de Periodismo y Comunicación Social de la UNLP, diserto y presento su libro Cumbia, copeteo y lágrimas. Una compilación que además de crudos testimonios daba la cifra de 35 años como expectativa de vida de las integrantes de nuestro colectivo. Su preocupación era constante en torno a la falta de acceso a todos los derechos, pero hacía hincapié en educación y una fuerte critica al rol de los medios de comunicación, de cómo reproducen la heterónorma y la discriminación hacia las personas trans.
Lohana sostiene en el documental Un grito inclusivo, frente al silencio pedagógico, “Cuando una travesti entra a la Universidad Pública, le cambia la vida a esa travesti, cuando muchas travestis entren a la Universidad, le cambiara la vida a la Sociedad».
La prostitución no es un trabajo
Lohana era abolicionista, al igual que Diana Amancay Sacayán. Sostenía que la prostitución no era un trabajo, sino un tipo de violencia más al que somos sometidas las mujeres trans. “Nosotras defendemos el espacio público, porque no tenemos acceso al espacio privado. Es el único espacio que tenemos, las calles, las plazas. Porque la prostitución para nosotras no fue una lección. No es que yo me senté en el mullido sillón de mi casa y dije: ¿A ver qué me hago? ¿Una vecina facha, o una prostituta, o una travesti? ¡No tuve alternativa! El Estado me ha impuesto y me ha condenado a la prostitución”. Tenía un posicionamiento muy claro en relación a la prostitución como una imposición de los Estados y los mercados que cosifican nuestros cuerpos y nuestros deseos y los convierten en mercancía para salir a la venta en términos de oferta y demanda. Por eso, otra de las luchas después de la ley de identidad de género para nuestro colectivo fue la ley de cupo laboral trans, sancionada el año pasado en la provincia de Buenos Aires. Su frase célebre que daba cuenta de la situación de extrema vulnerabilidad en la que vive nuestro colectivo, y a la que hay que atreverse a ser: «Hace falta coraje para ser mariposa, en un mundo de gusanos capitalistas”.
Lohana fundó en 1993 ALITT (Asociación de Lucha por la Identidad Travesti y Transexual), militó en el comunismo, y en los últimos años, cuando habíamos conquistado la ley de identidad de género, supo interpretar, sumar su adhesión y defender al kirchnerismo. También lucho para que en el Encuentro Nacional de mujeres tengamos nuestro propio taller de mujeres trans, que desde hace tres encuentros venimos participando (San Juan, 2013; Salta, 2014; Mar del Plata, 2015). Allí enérgicamente ante el desconocimiento de algunas agrupaciones dijo “Nosotras sabemos lo que es la lucha, nosotras le pusimos el cuerpo y nuestras vidas, pero nada de lo que conquistamos hubiera sido posible sin el Gobierno de Néstor y de la compañera Cristina, porque no es lo mismo un Gobierno popular que uno de derecha”.
Lohana deja un legado a una nueva generación de personas trans empoderadas, que no sólo vamos a resistir, sino que vamos a tomar sus banderas de la libertad, la igualdad y sobre todo de la desobediencia, como respuesta política a cualquier tipo de disciplinamiento de nuestras identidades y sexualidades diversas.
Últimas palabra de Lohana
“Queridas compañeras, mi estado de salud es muy crítico y no me permite reunirme personalmente con ustedes. Por eso quiero agradecerles sus muestras de cariño y transmitirles unas palabras por medio de la compañera Marlene Wayar, a quien lego esta posta. Muchos son los triunfos que obtuvimos en estos años. Ahora es tiempo de resistir, de luchar por su continuidad. El tiempo de la revolución es ahora, porque a la cárcel no volvemos nunca más. Estoy convencida de que el motor de cambio es el amor. El amor que nos negaron es nuestro impulso para cambiar el mundo. Todos los golpes y el desprecio que sufrí, no se comparan con el infinito amor que me rodea en estos momentos. Furia travesti siempre. Un abrazo. Lohana Berkins.»