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Grandes esperanzas de la derecha

Por Carlos Barragán

Las esperanzas que algunos sectores depositan en el Gobierno macrista son preocupantemente enormes. Pero antes, permítanme la siguiente digresión: no sé cuál es la mejor manera de llamar a este Gobierno. “Macrista” me gusta porque funciona como una imputación a su cara más visible que es el ingeniero bailarín. Pero al mismo tiempo esa denominación deja afuera la verdadera entente que hoy ocupa la Casa de Gobierno, con sus ramas, sponsors y agentes nacionales, extranjeros, transnacionales, corporativos, algunos oficiales y otros bien clandestinos. Ahora sí, y sin resolver la cuestión, continuemos. La gran esperanza puesta en este Gobierno es muy ambiciosa: la de refundar –por fin– un país sin democracia popular y nacional. Y que me disculpen algunos compañeros por no haber escrito “un país sin peronismo”, pero la sola mención de la palabra que empieza con urtu explica todo.

Si bien algunos compañeros de los que analizan las cosas creyeron que el PRO era la expresión política de una derecha moderna y democrática, habremos de decirles que no. Y que los pensadores menos sutiles y más binarios, como este, como yo, nunca creímos que la derecha autóctona podía modificar su ethos (o sea, la onda que profundamente define el espíritu de ese grupito de inadaptados). Estos confabulados apenas agregaron a su modus operandi la estrategia de ir por los votos –el Plan B– sin abandonar su más arraigada costumbre de llegar por un golpe de Estado, que siempre es el Plan A. Sólo la tozudez de Cristina por terminar su mandato constitucional condujo a que el desenlace tuviese la forma de una elección democrática. Sin embargo, la derecha no modificó su plan A, y asumió el Gobierno como quien luego de una supuesta revolución logra expulsar a una supuesta dictadura. Un viejo truco. Ver Golpe del 55. Ver Golpe del 76.

Hoy leí a dos representantes en los medios de esta derecha antidemocrática y proscriptiva que subrayan cuál deberá ser la lógica para perseguir al kirchnerismo, actuando con esa gran capacidad de cinismo que tienen, como si este hubiera sido depuesto por las fuerzas Libertadoras. Podría haber sido cualquiera de los tantos operadores con que cuenta la derecha, pero fueron dos de sus mejores comisionados: Lanata y Sirvén. El primero, el más rollizo, delira mejor que el más compuesto ex crítico de películas. Y compara y adjunta a los militantes kirchneristas con los montoneros, y a estos con –no es para reírse– el Khmer Rojo, esos siniestros camboyanos que postulando un maoísmo perverso asesinaron a dos millones de personas, un cuarto de la población. El texto es una especie de teorema feroz e idiota que cree dar por demostrado que todo militante K es un asesino en potencia a quien perseguir. Además de sacar una cuenta que demuestra que el genocidio de la dictadura fue un tremendo ahorro de vidas. Lean esta parte acá por si creen que estoy alcoholizado.

“Persistan o no los ideales del setenta sería bueno preguntarse cuáles fueron o cuáles hubieran sido: la dictadura provocó 30.000 muertes; ¿cuántas hubieran provocado los montoneros? (…) Tampoco se puede silenciar la ideología que inspiraba a esta guerrilla de extrema izquierda y al régimen que tanto anhelaba. Como fue vencida y eliminada, no se pueden calibrar las consecuencias que hubiera tenido su victoria. Pero, a título de comparación, podemos recordar que, más o menos en el mismo momento (entre 1975 y 1979), una guerrilla de extrema izquierda se hizo con el poder en Camboya. El genocidio que desencadenó causó la muerte de alrededor de un millón y medio de personas, el 25% de la población del país. Las víctimas de la represión del terrorismo de Estado en Argentina, demasiado numerosas, representan el 0,01% de la población”.

El exiliado en los fríos shoppings de Miami, a pesar de escribir “demasiado numerosas”, deja en claro su postulado: que los militares genocidas, con su genocidio, evitaron un genocidio que hubiera sido mucho mayor.

El exiliado en los fríos shoppings de Miami, a pesar de escribir “demasiado numerosas”, deja en claro su postulado: que los militares genocidas, con su genocidio, evitaron un genocidio que hubiera sido mucho mayor (raro que esta vez no sumó a los genocidas civiles, y se perdió de elogiarlos.) ¿Le hago la cuenta lanatiana? Los montoneros hubieran matado a 6.000.000 de personas, un cuarto de aquel 25 millones de argentinos que jugaremos el mundial. Ni el editorial más cerril de La Nación lo hubiera escrito mejor, ni con tanta desvariada manipulación de la realidad. Quizá en el futuro encontremos a Lanata pidiendo un monumento a Videla, cuando le llegue la vejez y se le asienten un poco más sus ideales. Pero el siguiente párrafo de este salvaje bando que exige la persecusión y cese total del kirchnerismo es un poco menos ominoso y más divertido. Lea aquí:

“La idea de ‘juventud maravillosa’ tiñe la herencia residual: una generación que se supone de superhombres diezmada por militares extranjeros. Tal mito está tan enraizado en la cultura residual K que ha llevado a los jóvenes de La Plata, por ejemplo, a pensar que Rodolfo Walsh fue un gran periodista y escritor porque era guerrillero. Del mismo modo que se cree que Baudelaire escribía sus poemas gracias a las drogas. Es exactamente al revés: Walsh fue un gran escritor a pesar de ser guerrillero. Baudelaire era un gran poeta, a pesar de las drogas.”

Quizá el “a pesar de las drogas” tenga ecos psicoanalíticos para este pensador que persigue a la guerrilla aspirando a ser el más duro general de Magnetto. Lo cierto es que con esta nota cargada de violencia explícita Clarín le está proveyendo a Macri de argumentos que es poco probable que se le hubieran ocurrido. Provee los argumentos y la exigencia de cumplir con esta persecución a quienes –si no son detenidos a tiempo– podrían desencadenar una matanza de proporciones camboyanas. Esa matanza que, según Lanata, fue evitada por la matanza de proporciones argentinas. Y una vez más, para preocupación y también para orgullo de sus protagonistas, el dedo del periodista represor apunta a la Faculta de Periodismo de La Plata.

Y ahora pasamos al segundo periodista represor de hoy: el señor Sirvén. Lea por acá.

“Hasta ahora los estropicios recibidos del gobierno anterior se han conocido sólo de manera fragmentada. Debe saber convertir el presidente Macri su mensaje sobre el estado de la Nación, al inaugurar el período ordinario de sesiones en el Congreso, el próximo 1° de marzo, en una pieza magistral y minuciosa de la pesada herencia recibida, una suerte de ‘Nunca más’ que, al mismo tiempo, pueda servir de acta refundacional de la democracia para no caer de vuelta en esos abismos.”

En esta versión menos violenta y con menos sangre, la propuesta es parecida. Aquí este prohombre justiciero le da para hacer los deberes a su presidente (tal vez sabiendo que para La Nación no es tan presidente, sino encargado) y le pide que le haga la lista de los supuestos desaguisados y delitos del kirchnerismo, pero que se la haga más extensa y más intensa. Y ya que está le pide que sea “una pieza magistral”, porque al milagro de la desaparición del kirchnerismo puede agregarle el milagro de un Macri magistral. Es que el relato que la derecha vino construyendo durante los últimos años, ese del gran “estropicio”, todavía no está lo suficientemente claro. Sirvén por lo menos reconoce que, más allá de los títulos de los diarios, nadie sabe ni demostró cuál fue el estropicio que tanto necesitan.

A Lanata le alcanza con su versión esencialista del mal, o sea: para destruir al kirchnerismo sólo hace falta demostrar que se trata de kirchnerismo, esa versión germinal de los genocidas camboyanos.

A Lanata le alcanza con su versión esencialista del mal, o sea: para destruir al kirchnerismo sólo hace falta demostrar que se trata de kirchnerismo, esa versión germinal de los genocidas camboyanos. Sirvén, en cambio, exige hechos, que el presidente que “derrocó” a Cristina presente un informe detallado (la Conadep de la corrupción, idea que estornudaron en su momento Sanz, Stolbizer, otros operadores de medios y varios revolucionarios más). Las dos versiones proscriptivas, la más sanguinaria y la menos sanguinaria, persiguen el mismo objetivo “refundacional”, tal como lo plantea Sirvén: el de liberar al país para siempre, y nunca más, de la fuerza política que enfrentó los intereses corporativos de acá y de allá. Y les digo una sola cosa más. Traté de plantear estos párrafos evitando ponerme dramático. Pero debemos estar atentos y denunciar donde podamos y cada vez que podamos este gran proyecto y gran esperanza de la derecha gobernante. El proyecto autoritario, antidemocrático, ilegal y criminal de terminar por toda la eternidad con quienes no pensamos como ellos. Porque, si bien no explican cómo van a hacer para que quienes pensamos así dejemos de hacer política, es mejor no averiguarlo.

Y ahora, para quitarle un poco el sabor amargo, una perla que encontré en la columna de Lanata. Es un párrafo corto y primero debe leerlo. Léalo por favor.

«El militante, según el diccionario, es ‘quien adhiere a una ideología. Su modo de obrar y de pensar son militantes’. ¿Se imaginan un ‘modo de pensar militante’? De existir ese infierno, se entendería el cargo que le fue dado por el decreto 837/2014 a Ricardo Forster, ‘Secretario de Coordinación Estratégica para el Pensamiento Nacional’. La etimología de la palabra viene de ‘militaris’, que se empleaba para referirse a todo lo concerniente a los soldados; la partícula ‘nt’ que se usaba para indicar ‘agente’ y el sufijo ‘ia’ que es equivalente a ‘cualidad’.”

Todo raro, porque después de encontrarle el lado virtuoso al accionar de los militares del 76 y de descubrir que etimológicamente “la militancia” tiene parentesco con “lo militar” (un hallazgo y un aporte a la filología), utiliza “lo militar” como crítica al militante. Y otra rareza: notará usted que la partícula “nt” y el sufijo “ia” no se encuentran en la palabra “militaris” como sostiene el autor, ¿verdad? Pues bien, se ve que Lanata, apurado, quizá por otras urgencias de la hora, no tuvo tiempo ni de revisar su panfletito que a tantos nos condena a dejar de ser lo que somos. Está visto que hasta para hacer daño hay que trabajar un poco y pegarle una leída a las calumnias históricas que uno termina de escribir.


http://www.clarin.com/politica/militancia_0_1517848505.html

http://www.lanacion.com.ar/1869016-un-relato-que-busca-desmontar-la-cultura-k