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Una erótica sangrienta. Literatura y sadomasoquismo

Por Mariana Yannuzzi

Bajo una temática que sigue siendo tabú en la actualidad, José Amícola junto a un grupo que dirige de investigadores de la UNLP fueron recomponiendo los intereses de tareas para trabajar sobre sadomasoquismo en la historia de la literatura. Una forma de visibilidad nueva, que aparece ya en el SXVIII con el Marquéz de Sade, continúa con Sacher Masoch, pasando por autores como Lamborghini, Copi y Néstor Perlongher.

Conocer a Amícola es una experiencia por la cual todos deberían pasar. Un encuentro con él se convierte de inmediato en una anécdota. Nos habían advertido. Tuvimos la suerte de entrevistarlo en su departamento del barrio de Palermo, rodeado de libros y dispuesto a contarnos cómo llegó a compilar los capítulos que conforman Una erótica sangrienta.

El libro recorre una linealidad temporal que retrata las diferentes manifestaciones sexuales, el placer, la atracción, el poder de la mente, pero también la cuestión política que existe detrás de escena. Son diez capítulos donde se aborda el sadomasoquismo en relación con el deseo sexual, diez autores que se preguntan si es posible hablar de sadismo separado de masoquismo, y que invitan al lector a recorrer de manera crítica, desde un lugar desprejuiciado y libre, una temática ignorada, prohibida para hablar en voz alta.

Amícola llega al sadomasoquismo a través de la filosofía y la literatura. No sabemos qué fue primero. Lo que importa es que las traducciones de las novelas de Sacher Masoch lo acercan a un universo hasta entonces desconocido para él. Luego, los libros de Foucault le dieron una mirada positiva y ética sobre aquellas experiencias. Foucault fue un pensador que arrojó nuevas pistas para pensar estas prácticas, fue quién habló de lo perverso. No sólo le dio un nuevo estatus al desmitificar el sadomasoquismo en el mundo gay, sino que lo convirtió en una experiencia fundante de otras subjetividades. El telón de fondo de aquellas lecturas foucaultianas son los movimientos que se incuban en los Estados Unidos, a partir de los cuales empiezan a proliferar diversas posiciones.

amícola_tapa 03Dice Amícola: “Un día fui a dar clases a la UNLP y escribí en el pizarrón una palabra: sadomasoquismo”. Delante de una clase de jóvenes estudiantes, entusiastas e interesados, el autor se da cuenta de que existía otro público más abierto, más curioso para medirse con palabras que estaban guardadas bajo cuatro llaves. Ese fue el punto de partida para José, quien se puso a trabajar junto a un grupo de investigadores de la Universidad. “La conformación del libro viene de un grupo que está muy encastrado, que trabajan desde hace muchos años juntos, y entonces la consigna era el intercambio, la interrelación. El libro sale de una discusión conjunta”, explica.

Cuestión política

A partir del Marqués de Sade podemos hacer una lectura política. Sade fue un tabú dentro de la misma literatura francesa, por lo menos hasta Simone de Beauvoir, quien empieza a decir “acá hay algo más”. No es casual que Sade haya vivido la Revolución francesa, una revolución que lo deja afuera. Sade es el límite de lo revolucionariamente correcto. Más allá del Marqués, es el caos, la promiscuidad, el desorden. Los revolucionarios no se dan cuenta, pero Sade hace política y su enemigo principal es la Iglesia. “Todas esas orgías, que además de gustarle están siendo una especie de erupción en el seno de la Iglesia, se las pone en el tapete, se intenta desbancarlas de su poder”, explica el autor.

Hoy en día, una de las maneras en las que se puede rehabilitar a Sade, que aún causa escozor en su lectura, es su lado político. El Marqués hizo política a través de la sexualidad. Una sexualidad desinhibida, que propone llevarla más allá de los límites impuestos por la Iglesia, los buenos modales y el decoro de la burguesía revolucionaria. Para Sade, sexualidad y política no son mundos apartes. La pregunta por la sexualidad es una pregunta política, una pregunta por la libertad.

Hoy la experimentación sexual tiene un contexto diferente, ha cambiado a lo largo de la historia, teniendo su particularidad en cada momento. El libro quiere dar cuenta de ello. Se trata de descubrir cuál es el espacio que le cabe al sadomasoquismo en la literatura, pero también en la cotidianeidad de cualquier pareja, una temática que instala preguntas que quedan flotando en el aire. De ahora en más ya no podemos hacernos los distraídos. La literatura conquista la vida real.

Durante las casi trescientas páginas de la obra, se presenta el sadomasoquismo en relación con el deseo sexual, la aceptación del sufrimiento como generador de placer visible. Y entendemos que para que haya goce es necesaria la connivencia, hay que ponerse de acuerdo.

Un placer que descentraliza al pene como estructural, sin quitarle importancia, resaltando las formas polifacéticas del ser humano. “Hemos recortado el cuerpo de una manera interesada, encasillándolo dentro de una estructura mental”, afirma Amícola.

Cada una de las líneas que recorren la investigación nos interpela sobre la idea de en qué medida la sexualidad es mental. Hoy el sadomasoquismo como el fetichismo están poniendo sobre el tapete cuán mentales somos en el momento que ejercemos nuestra sexualidad. “Tardamos mucho tiempo en darnos cuenta de eso. Siempre se dijo que la sexualidad era una cuestión de piel, que hay una química, y resulta que cuando estamos en la cama el cuerpo, que es lo que interviene, la fantasía que nosotros tejemos alrededor del cuerpo, está mandando inclusive la eyaculación, el momento del orgasmo es mental”, replica José Amícola.

Buscamos obsesivamente una imagen ideal, echamos a rodar en la mente una máquina que nos encierra en un mundo acotado.  Una erótica sangrienta es un grito rupturista que viene a dialogar críticamente con una temática hasta el momento fuertemente tabuizada, pero que nos demuestra que siempre existió y no dejará de hacerlo.