“Los británicos no están en las Islas tan sólo por la parte que emerge, sino por la gran riqueza que tiene todo lo que las rodea, tanto los recursos referentes a la fauna marina, como también por el potencial petrolífero que poseen”, dice Silvina Gutiérrez, bióloga y subdirectora del área de Flora y Fauna del Museo Malvinas. “A esto hay que sumar que Malvinas es una puerta de entrada a la Antártida, donde se encuentra una de las mayores reservas de agua dulce del mundo”.
La corriente marina de aguas frías que baña los alrededores de Malvinas posee una concentración de nutrientes de alto nivel, gracias a su bajo nivel de salinidad. Esto vuelve al espacio marítimo del Malvinas un territorio cargado de zooplancton y fitoplancton, esenciales para la alimentación de decenas de especies como los calamares y calamaretes.
“La pesca ilegal del calamar es uno de los ejemplos más sobresalientes. En 2012 se otorgaron licencias de pesca a 118 barcos, principalmente de Taiwán y de Corea, que explotaron la pesca de calamar por un valor superior a los 1.600 millones de dólares”.
A los calamares se suman otros de igual cotización, como el róbalo, el bacalao austral, la merluza de cola y el abadejo manchado.
Ya desde el siglo XVIII, los cazadores que habitaban las Islas llegaron a cazar hasta 800 lobos marinos por día, por entonces bajo dominio francés. La administración posterior, primero española y luego argentina, había logrado detener y controlar la explotación animal. En 1833, junto con la invasión por parte del imperio británico, la cacería retornó para acabar con el lobo marino y exterminar al zorro de Malvinas, especie autóctona del archipiélago.
En la actualidad, lejos de ser cazadores independientes, la explotación pesquera se desarrolla en Malvinas por empresas de diversas partes del mundo, que obtienen permisos ilegítimos. Los negocios pesqueros en las Malvinas generaron, hacia 2012, la cifra de 34 millones de dólares.
En tanto, el potencial de petróleo que representa Malvinas es aún incierto. Diversas compañías petroleras británicas se han instalado en las cuencas Sur y Norte de Malvinas desde 1993 para realizar estudios de sondeo sobre el potencial en hidrocarburos del archipiélago.
La bióloga explicó: “La explotación de Malvinas es un negocio millonario e ilegal que pone en riesgo los recursos naturales que, naturalmente, pertenecen al ecosistema de Argentina”.
“Hay que considerar que Malvinas es Patagonia, por ende, es una continuidad de un mismo ecosistema en cuanto a flora y fauna marina”, indicó Gutiérrez.
Territorio e imperialismo
El Atlántico Sur es, tal vez, el último refugio de un imperio en decadencia.
Héctor Timerman
La importancia de las Islas en términos de geopolítica es otro punto clave en torno a las disputas de intereses internacionales en juego. El archipiélago conformado junto a las Islas Georgias del Sur, las Islas Sandwich y los espacios marítimos que las circundan, constituye para Inglaterra el mayor paso hacia la Antártida; es decir, la mayor reserva de agua dulce del mundo.
Desde 1982, se incrementó la guarnición militar permanente de manera excesiva. La militarización de las Islas es una de las constantes políticas de control del territorio. La base de Monte Agradable alberga alrededor de 2.500 habitantes, entre personal fijo y rotativo. El despliegue de fuerzas armadas constituye una dimensión de dos efectivos militares por cada habitante civil.
“Monte Agradable es la principal base militar británica, ubicada por debajo del paralelo 50° Sur. Allí se expone el despliegue belicista que el Reino Unido, aún hoy, pretende mantener en una zona de paz como América del Sur”, indicó Silvina Gutiérrez.
La posición de Argentina frente al reclamo de soberanía es apoyado por América Latina, el Caribe y 54 países de África. Es suelo Argentino.