Por Estela Díaz
El miércoles 13, en la reaparición pública de la ex presidenta Cristina Fernández, frente a la multitudinaria manifestación, hizo una semblanza de los 120 días de gobierno macrista, pero además reconceptualizó la idea de la libertad.
La multitud, en una especie de misa ricotera, mojada y expectante, asimilaba todo lo que podía sus palabras. Sobre el final de su discurso, incluyó el tema del cuidado. La introducción de este tema nos quedó resonando para seguir ese hilo en los términos de la agenda política que quedó demarcada.
Para ser fieles a lo dicho, vamos a compartir el breve párrafo en cuestión: «Libertad para volver a crecer, para volver a trabajar, para que cuando vaya a hacer una compra no sea una tortura, libertad para todos aquellos compatriotas que necesitan creer que el Gobierno los cuida y no que los maltrata. Necesitamos que vuelvan a cuidar a los argentinos. Se merecen ser cuidados».
Quedó planteada, en el conjunto de su propuesta, una relación dialéctica entre igualdad y libertad. Todo un programa convocante de un gran espacio que tenga sólo por fronteras a quienes se recuestan del lado de los pocos privilegiados de siempre.
dijo cristina: «Libertad para volver a crecer, para volver a trabajar, para que cuando vaya a hacer una compra no sea una tortura, libertad para todos aquellos compatriotas que necesitan creer que el gobierno los cuida y no que los maltrata».
Pero volviendo al tema de los cuidados, vale recordar que cuidar es una tarea que históricamente ha sido asignada a las mujeres y subvalorada económica, social y laboralmente. A tal punto que las principales tareas de cuidado, las reproductivas, que se hacen en los hogares y que mayoritariamente recaen en mujeres, no se contabilizan en las cuentas públicas ni se reconoce la riqueza que generan.
Cuando se contabilizó, quedó demostrado que su impacto puede llegar a un 30% del Producto Bruto Interno de un país. Porque justamente garantiza la reproducción de la fuerza de trabajo, aquella que, puesta en el espacio público (en la polis), produce bienes y servicios esenciales para garantizar la vida humana.
No hay cápsulas desde las que se eyecta a trabajadores y trabajadoras para llegar al laburo. Lo que existe son ámbitos domésticos, familias en las que se hacen infinidad de tareas y acciones de cuidado, que están atravesadas también por lo afectivo. Todas y todos en algún momento de la vida requerimos de cuidados y cuidamos.
Cuando planteamos desde las trabajadoras la necesidad de que se valorice en toda su dimensión las tareas de cuidado, estamos diciendo que una sociedad más inclusiva debe ampliar su mirada cuando se habla de trabajo y debe necesariamente contemplar la interrelación entre trabajo y familia.
No hay cápsulas desde las que se eyecta a trabajadores y trabajadoras para llegar al laburo. Lo que existe son ámbitos domésticos, familias, en las que se hacen infinidad de tareas y acciones de cuidado, que están atravesadas también por lo afectivo.
Cuando hablamos de estos temas, nos encontramos con miradas que irradian cierto desconcierto, algo así como preguntarse cuánto de importante es esto. Parece que este tema no “garpa” mucho en el espacio de la política.
Sin embargo, el miércoles se dijo expresamente. En su discurso Cristina resignificó el término «cuidar», otorgándole un valor político central para la vida de las personas. Cuidar a los argentinos es generar y proteger el trabajo, garantizar la jubilación, fortalecer el Estado, es redistribuir riqueza, es la Asignación Universal por Hijo, es la moratoria previsional.
Porque un proyecto que nos cuide es el que relaciona trabajo y familia. Es el que estrecha lazos entre lo público y lo privado-doméstico. Entonces, también por la afirmativa podríamos titular estas líneas diciendo que el proyecto nacional te cuida, nos cuida. Porque tiene presente aquella aspiración transformada en estrofa de himno político de que es posible que reine el amor y la igualdad. Mujer tenía que ser.