Por Héctor Bernardo
Adriana Rossi es doctora en filosofía y especialista en geopolítica del narcotráfico y los conflictos armados. En esta entrevista con diario Contexto, habló sobre el problema del narcotráfico, la situación regional, la propuesta de Evo Morales de “eliminar la DEA” y sobre algo que muchos se preguntan: ¿cómo llega una doctora en filosofía al estudio de la lucha contra el narcotráfico?
La especialista señaló que “A través de la prohibición no se ha podido eliminar el consumo, y si no se elimina el consumo no se elimina el comercio”, y aseguró que “es evidente que Estados Unidos no quieren eliminar la producción y el tráfico”.
– ¿Cómo llega una doctora en filosofía al estudio de la lucha contra el narcotráfico?
– Por una cuestión muy casual. En 1989, con mi doctorado en filosofía fui a trabajar a la Universidad de Ecuador, y de allí a la Asociación Latinoamericana de Derechos Humanos. En ese lugar compartí la oficina con un colombiano, del cual todavía no sé su nombre. Él tenía un seudónimo, porque había tenido que fugarse de Colombia. Era un periodista que había hecho una investigación sobre una masacre realizada por el narcotráfico, eso hizo que su vida y la de su familia corrieran riesgo. Sufrió amenazas de todo tipo.
En la oficina se hacía apoyo a los refugiados y yo me encargaba de realizar proyectos para que puedan vivir en Ecuador y puedan mantenerse e insertarse en la sociedad. Él me señaló la importancia del narcotráfico en la trama colombiana. Me fue dando material, documentos, artículos, y me apasioné con el tema.
Trabajé un año en el tema y luego inauguré los estudios sobre narcotráfico en esa institución. Posteriormente me presenté para un proyecto financiado por la Unión Europea y quedé seleccionada para coordinar toda el área andina. Se trataba del “Proyecto sobre Narcotráfico, sus Causas Económicas-Sociales y las Políticas para Contrarrestarlo”. Fui la coordinadora entre 1990 y 1993.
Así que yo, desde filosofía y con un doctorado de estudios sobre la Epistemología Genética de Jean Piaget, que me hizo acceder a la psicología y al sector educativo, pasé a la defensa de los derechos humanos y al estudio del narcotráfico.
En esa época entrevisté desde campesinos cocaleros hasta presidentes. Todos los actores que podían tener algo que ver con el narcotráfico. Como derivación de eso empecé a estudiar las luchas antinarcóticos que obedecen a una mirada militar de Estados Unidos, y que están sustentada en doctrinas militares, y, por lo tanto, eso me llevó al estudio de los conflictos armados.
– ¿Le han servido las herramientas de su formación para los estudios sobre el narcotráfico?
– Si, por supuesto, porque no son solamente sobre la cuestión puntual del narcotráfico, sino que hay que encuadrarlo teóricamente dentro de las distintas corrientes de pensamiento que están llevando adelante los distintos proyectos políticos, de sociedad y económico. Además, todos los instrumentos de análisis-síntesis que te da la filosofía son aplicables.
– Recientemente, el presidente del Estado Plurinacional de Bolivia, Evo Morales, propuso disolver la DEA y nacionalizar el combate al narcotráfico. ¿Qué opina usted sobre esta propuesta?
– Comparto la opinión del presidente de Bolivia, por todo lo que significa la intromisión de la DEA. Es una institución que no responde a los países donde actúa, sino que lo hace a sus “mandos naturales”, que están en Estados Unidos. Evo Morales sabe que esta entidad ha actuado muchas veces sin poner al tanto al Gobierno de lo que hace.
Hubo muchas irregularidades y escándalos de corrupción, como el caso de Colombia que en 2015 ocasionó la renuncia de la directora de la DEA.
Esta institución es muy cuestionada y muchas veces se ha puesto del lado de los narcos. En ocasiones ha combatido a los narcotraficantes y en muchas otras los ha ayudado. Eso les pasa a todas las fuerzas que combaten al narcotráfico, sean policías o cuerpos especiales: suelen estar atravesados por la corrupción.
Sin dudas, Morales tiene razón. No puede un Gobierno enviar a un organismo a luchar en otros países. Cada Estado debe tener la posibilidad de luchar contra el narcotráfico. Hay una cuestión de soberanía de los países que hay que respetar. Siempre con estrategias de colaboración entre los Gobiernos, especialmente en inteligencia.
Todo esto si se mantiene el enfoque represivo.
– ¿Cuál sería la alternativa a la política represiva?
– Trabajar sobre la prevención y el consumo. Mientras haya consumo, habrá narcotráfico. Y esto será así si seguimos con la prohibición de la producción, la distribución y el consumo de las drogas.
Este es un problema que se debería haber enfrentado de otra forma. Es una cuestión de salud y es una cuestión social. ¿Por qué se necesita droga en esta sociedad? ¿Por qué cada vez hay más requerimiento y todas las clases sociales consumen? Lo que pasó en Argentina, en Costa Salguero, es un ejemplo de ello. Más allá de las desafortunadas afirmaciones de la vicepresidenta argentina, Gabriela Michetti, que aseguró que “los pobres se drogan y los ricos tienen excesos”.
A través de la prohibición no se ha podido eliminar el consumo, y, si no se elimina el consumo, no se elimina el comercio. Hay una demanda y siempre va a haber alguien que la satisfaga. Además, se trata es una demanda inelástica. No es que aumentando los precios de la droga el consumo se reduce. Toda la tendencia desarrollada por Estados Unidos de eliminar los cultivos para que haya un aumento de precios considerable en los mercados consumidores no ha dado ningún resultado.
Está política fallida lo que ha hecho es expandir el narcotráfico en todos los países. Antes, en América Latina, había lo que podemos denominar “una división internacional del trabajo”. Había países productores, otros que la refinaban, otros países de tránsito y otros consumidores. Ahora todos los países tienen uno o más roles dentro del narcotráfico.
Es evidente que Estados Unidos no quiere eliminar la producción y el tráfico, es muy claro porque insisten con una metodología que no les está dando resultado. Es una excusa que utilizan para hacer intromisión en los países. En función de una supuesta lucha antinarcóticos se insertan en los países, hacen inteligencia. Es una especie de control sobre las naciones que responde a otra lógica que no es la del combate al narcotráfico.