Por Lisandro Gambarotta
Cuando las salas cinematográficas dan la oportunidad de ver a un director de referencia histórica, es una oportunidad para aprovechar. Y es más especial la situación si son hermanos, con un trabajo en común de varias décadas. Joel y Ethan Coen forman parte de ese selecto grupo, con más de quince películas y varios premios Oscar y de festivales internacionales. En apariencia, sus filmes suelen ser situaciones graciosas y algo delirantes, pero van por mucho más. Sus historias son también los guionistas de la mayoría de sus largos, tienen varios niveles de interpretación, utilizando como recursos el humor ácido e irónico, sin dejar de lado la crítica social.
¡Salve, César! es su nueva obra, con un amplio elenco de reconocidas estrellas de Hollywood: Josh Brolin, George Clooney y Scarlett Johansson, entre otros. Se ambienta a principios de la década del cincuenta, con Brolin interpretando al administrador de un importante estudio de filmación. Su jornada laboral no tiene descanso, con distintas actividades a su cargo: cuidar la vida íntima de las estrellas, mantener el ritmo de trabajo de los varios filmes en realización, aceptar con una sonrisa los requerimientos del dueño del estudio, e incluso evadir a las periodistas de chimentos ansiosas por tener primicias. Y, por si fuera poco, uno de sus galanes, protagonista de una súper producción, ha sido secuestrado y se exige un importante rescate.
Pero el film es en esencia un gran homenaje al cine de aquella época. Diversos géneros audiovisuales, que ya no existen o han cambiado, son recreados. Por ejemplo, los que incluían ballets acuáticos. Y es Scarlet Johansson la responsable de homenajear a quien fue la gran figura: Esther Williams, alias la «Sirena de América», inolvidable en sus emblemáticas coreografías grupales. Además del recuerdo se plantea que en la vida de las estrellas no había espacio para la intimidad, y mucho menos si iba en contra de las estrictas reglas morales del estudio.
Reconoce también este nuevo film a un subgénero muy particular del western, llamado singing cowboy, donde actores poco conocidos pero hábiles con la guitarra y los caballos protagonizaban películas románticas y entretenidas. Y no podían faltar las grandes producciones basadas en hechos emblemáticos de la Biblia, como Los diez mandamientos o Quo vadis. Entonces, George Clooney interpreta a un actor que personifica a un general romano, quien comienza persiguiendo a los seguidores de Jesús pero termina arrodillado ante él. El humor Coen, con una fuerte carga filosófica, hace una doble jugada aquí: Brolin reúne a sacerdotes de diversas religiones para asegurarse de que todos apoyan su representación de Dios, lo que deviene en un delirante debate sobre qué y cómo es él. Además, los directores aprovechan para mostrar otra realidad más allá de los reflectores, recordando a los guionistas que en la década del cincuenta fueron encarcelados e incluidos en listas negras por su relación con el comunismo (como retrata el reciente film Regreso con Gloria). Entre sonrisas, la película pone en cuestión qué entendían estos escritores de los planteos de Marx y cómo se planteaban ponerlos en práctica.
Los hermanos Coen han logrado mantener a lo largo del tiempo un estilo que los distingue por su originalidad, humor y elaboración artística, en el marco de una industria escasa de talentos.