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Gustavo, Sandra y la farsa del segundo semestre macrista

Por Fernando M. López

A mediados del año pasado, el salario promedio en el sector privado ascendía a los 13.000 pesos y se registraba un proceso de desaceleración de los precios, volviendo “a las medidas interanuales previas al salto devaluatorio de enero de 2014”. No lo decía el Gobierno de Cristina Fernández de Kirchner, sino la consultora macrista Economía & Regiones y el Banco Ciudad, que por entonces era presidido por Rogelio Frigerio. En tanto, la Fundación de Investigaciones Económicas Latinoamericanas (FIEL), de orientación liberal-ortodoxa, ubicaba la Canasta Básica Total en 7.475 pesos; mientras que el INDEC informaba que la tasa de desempleo había bajado del 7,5 al 6,6% al cierre del segundo trimestre de 2015, gracias a la creación de 170 mil puestos de trabajo.

En tan sólo cinco meses de gestión, Mauricio Macri puso al país de cabeza para favorecer a los sectores más concentrados de la economía. Todo comenzó con la devaluación de diciembre, que carcomió el poder adquisitivo de los trabajadores, y siguió con los tarifazos en luz, gas, agua, transporte y combustibles. La inflación acumulada trepó en abril al 28%; ya se calculan entre 150 mil y 200 mil despidos; y se sumaron más de 2 millones de nuevos pobres, según el Observatorio de la Deuda Social Argentina, que depende de la Universidad Católica Argentina (UCA).

Sin embargo, el presidente, sus funcionarios y los medios hegemónicos que los legitiman sistemáticamente continúan con la farsa del “segundo semestre” como horizonte para salir de la “transición dolorosa” por “los desajustes económicos heredados”.

Ahora, en un contexto de creciente malestar social, Macri sumó a su relato a Gustavo y Sandra, un matrimonio cordobés que personificaría la versión PRO del “sueño americano”.

En una carta abierta publicada este fin de semana en el diario catamarqueño El Ancasti –ampliamente difundida por Clarín y La Nación–, contó que Gustavo, de 42 años, “dejó la escuela a los 13 y comenzó como empleado en una pequeña fábrica de pastas. Ahí le agarró la mano al oficio, creció y llegó a comprar parte del negocio, pero después llegaron tiempos difíciles y lo tuvo que vender. Entonces, salió nuevamente a buscar trabajo e ingresó en un gran supermercado, donde hizo catorce años de carrera y llegó a ser Gerente. En el medio, con gran esfuerzo logró terminar la secundaria, una deuda pendiente con él mismo, con sus padres y con sus hijos. Y un día se dio cuenta de que todo lo que había aprendido podía aplicarlo para crear algo propio, y abrió su panadería”.

“Podemos hacer lo que nos propongamos”, dijo Macri y remató: “ese es el camino para hacer realidad la Argentina que soñamos, que no es otra cosa que la vida que queremos para nosotros y para nuestros hijos. No va a ser de un día para el otro, pero estamos caminando en la dirección correcta para hacerla realidad”.

La “dirección correcta” de la que habla Macri no es otra que la neoliberal, la misma que condujo a la Argentina a una catástrofe sin precedentes en 2001, con ajuste extremo, niveles de pobreza superiores al 50%, un 25% de desocupados, represión y muertos. En esta oportunidad, las perspectivas no son más alentadoras.

Mientras Cambiemos logra demorar la ley antidespidos en el Congreso y seguir pauperizando los salarios, hoy una familia tipo debe tener ingresos equivalentes a 10.580 pesos para poder cubrir la canasta básica, de acuerdo a FIEL. El valor aumenta si se toma como referencia el cálculo de ATE-INDEC al mes de marzo para las distintas regiones del país: entre 15.130 y 17.492 pesos.

Desde el Gobierno nacional aseguran que la inflación del segundo semestre se ubicará entre el 1 y 1,5% mensual, pero economistas como Alejandro Robba (La Gran Makro) advierten que, si lo logran, “será como consecuencia del incremento de la recesión, la caída del consumo y la apertura de las importaciones, que además van a impactar en cierres de empresas y provocarán alza del desempleo”.

“La larga historia inflacionaria de nuestra economía enseña que ante subas de precios inerciales, las políticas ortodoxas de ajuste fiscal y monetario son ineficaces. Es más, la suba de tasas de interés puede terminar generando un efecto perverso, al provocar incrementos en los costos financieros que son trasladados a precios por las firmas, dada la imposibilidad de absorberlos en un contexto de merma en las ventas. De esa manera, la economía se orienta al peor de los escenarios, la estanflación, que combina baja de la actividad y creciente desempleo con una inflación que no afloja”, agrega Andrés Asiain, director del Centro de Estudios Económicos y Sociales Scalabrini Ortiz (CESO).

Si las políticas del macrismo continúan el mismo rumbo que hasta ahora, 2016 podría terminar con 1 millón de nuevos desocupados, 4 millones de pobres y 2 millones de indigentes. Se trata de estimaciones de la UCA que fueron dadas a conocer este domingo en el programa televisivo Economía Política (C5N).

Para llevar adelante este proceso de ajuste salvaje, el Gobierno no descarta ningún medio. Ya hemos visto decretazos, violaciones a la división de poderes y hasta un protocolo represivo que dio claras muestras de su brutalidad con los primeros excluidos de la “revolución de la alegría PRO”.

De hecho, la duplicación del gasto en seguridad que se prevé para los próximos meses indica que las prioridades de Cambiemos durante el segundo semestre no pasarán por el trabajo, la “pobreza cero”, la educación, ni la salud. Tampoco “la lucha contra la inseguridad y el narcotráfico”, como intentó justificar el diario La Nación al hablar del destino de los 1.676 millones de pesos adicionales que recibirá la ministra Patricia Bullrich. Lo que en realidad está en la mira es la agudización de la conflictividad social.


 

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