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«Si piensan que amarrando Gobiernos justifican una intervención en Venezuela, subestiman al pueblo»

Por Héctor Bernardo

Recientemente hubo un duro cruce entre el presidente de Venezuela y el secretario general de la Organización de Estados Americanos (OEA). Nicolás Maduro acusó a Luis Almagro de trabajar al servició de la Agencia Central de Inteligencia (CIA) norteamericana, y este envió una carta abierta en la que tildaba al mandatario venezolano de “dictadorzuelo”. Contexto charló con el embajador de la República Bolivariana de Venezuela en Argentina, Carlos Eduardo Martínez Mendoza, días antes de que el secretario de la OEA hiciera el pedido de aplicación de la Carta Democrática contra ese país. La tensión respecto de estos temas ya estaba latente.

-¿Qué impresión le causó que Luis Almagro tilde de “dictadorzuelo” al presidente Maduro?

-El caso de las declaraciones del actual secretario general de la OEA, la descalificación que hace a la persona del presidente Maduro, pareció una respuesta de tono personal. Creo que cuando alguien descalifica a otra persona, se está descalificando a sí mismo. Hay que ser muy prudente cuando se ocupa un cargo en un organismo que se supone está creado para el diálogo, para la convivencia sana. Creo que fueron expresiones desafortunadas.

En un organismo multilateral como la OEA, un secretario general, que ocupa ese cargo por consenso de todos los países de la región, nunca había expresado tal descalificación a un presidente como lo ha hecho este señor. Recuerdo las dificultades que nuestro Gobierno tuvo con el anterior secretario, José Miguel Insulza. Sin embargo, nunca se esgrimieron descalificaciones como las que manifestó Almagro.

Hay que estar a la altura del cargo que se ocupa. Sus declaraciones descalificativas lo que hacen es ratificar que no tiene el equilibrio emocional suficiente para entender que representa a una institución que tiene que ver con la vida política, social y económica de toda una región. Eso es triste.

-Hay quienes piensan que, dado los manejos a los que ha tendido la OEA a lo largo de su historia, la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC) podría remplazarla como espacio de integración. ¿Usted comparte esa opinión?

-La CELAC nunca tuvo como objetivo remplazar a la OEA, que es un esquema integrador que abarca a toda la América. Por su parte, la CELAC es un espacio donde estamos los que respondemos a un mismo origen, una misma tradición, una misma historia. Estas dos entidades podían coexistir, incluso complementarse. En el afán hegemónico que siempre tuvo Estados Unidos sobre el resto de América, había condicionado mucho la historia y el devenir de la OEA.

Pero, más allá de eso, la OEA nunca dejó de tener el apoyo del resto de los países de la región, incluso de Venezuela. Más allá de las diferencias de visión que hay con la OEA, seguimos siendo parte de ese sistema. Por supuesto que expresiones como las de Almagro responden a la visión unilateral del señor secretario general, pero, indudablemente, hacen pensar que una conducción de ese tipo pone en tela de juicio el nivel de legitimidad real que pudiera tener ese organismo, si quien lo dirige no tiene el equilibrio suficiente para promover el diálogo y la convivencia.

-A las declaraciones de Almagro se suma el pedido del ex presidente colombiano, Álvaro Uribe, quien reclamó la intervención militar en Venezuela, y el documento recientemente revelado del Comando Sur norteamericano con doce pasos para provocar una salida violenta del gobierno de Maduro.

-La situación de conflictividad en Venezuela viene irradiada desde afuera. Pero el contexto social y político de hoy no es el de quince o veinte años atrás. Una intervención va a encontrar un país de pie, que no quepa la menor duda de eso. Inclusive, aquellos que no están de acuerdo con nosotros y que no están de acuerdo con la locura de aquellos que piden intervención van a estar parados. Además, no solamente van a encontrar parados a los venezolanos, sino que el nivel de repudio que tendría eso en el contexto regional sería muy fuerte. Las condiciones regionales no se lo van a permitir. Si piensan que amarrando Gobiernos pueden justificar una intervención en Venezuela, subestiman a los pueblos.

-¿Cuál es el camino para enfrentar a los violentos?

-Nosotros seguimos llamando al diálogo y a la paz, a pesar de la presión de los violentos de la derecha venezolana y continental. Estos tiempos permiten que se nos aclare la imagen, especialmente de aquellos por los que uno sentía reconocimiento a su capacidad intelectual, pero que hoy tienen un discurso cargado de odio. Hoy uno oye a Vargas Llosa, a Carlos Montaner, y la dimensión del odio es increíble.

Esa derecha cipaya siempre estuvo en nuestra tierra, pero hoy es más fácil identificarla. Este período de Gobiernos progresistas corrió las nieblas que impedía ver estas realidades.
Soy muy optimista y nuestro Gobierno es muy optimista. Hoy hay más conciencia política. Hoy tenemos sociedades mucho más politizadas que antes.


 

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