Por Fernando M. López
El subsecretario de Juventud de la Nación, Pedro “Piter” Robledo, se tomó el trabajo de justificar la brutal represión de Gendarmería en Rosario, cuando manifestantes descontentos con los tarifazos de Mauricio Macri intentaban expresar sus reclamos durante el acto presidencial por el Día de la Bandera. Mientras los santafesinos eran apaleados, el joven funcionario PRO llegó a mantener una enérgica discusión en Twitter con el líder de Quebracho, Fernando Esteche, a quien acusó de representar “la violencia y el no respeto a la democracia”, pero nada dice sobre el asesino que mantiene en el organismo a su cargo.
Luego de echar de manera injustificada a 55 trabajadores –entre los meses de enero y abril–, Robledo contrató a Leonel Enrique Isi, condenado por el homicidio culposo agravado de una anciana, y lo puso al frente del programa DesarrollArte.
El caso fue revelado hace una semana por el portal InfoBaires y tuvo repercusión en agencias periodísticas como AgePeBA, aunque los grandes medios prefirieron ocultar la información en sintonía con el silencio oficial.
Según el fallo del Tribunal Oral en lo Criminal N° 17 de Capital Federal, que en 2014 lo sentenció a dos años de prisión en suspenso y cinco de inhabilitación para conducir, Isi fue considerado responsable de la muerte de Liliana Beatriz Maldonado, a quien atropelló el 7 de julio de 2013 con su Chevrolet Corsa, cuando la mujer se encontraba en la parada de colectivos de General Paz y San Martín.
Los testigos de la causa declararon que el homicida circulaba a alta velocidad por la General Paz, “haciendo maniobras zigzagueantes”, y “tomó bruscamente la bajada para la avenida General San Martín”. Fue allí donde embistió a Maldonado, quien “voló por los aires”, golpeó la luneta trasera del coche y terminó tirada sobre el césped con múltiples traumatismos, mientras Isi se daba a la fuga.
El policía que lo detuvo más tarde, en la zona de Mataderos, contó que el sospechoso de veintitrés años se mostraba “muy nervioso” y “parecía estar alcoholizado”. Además, cuando le preguntó por qué tenía “estallado” el vidrio trasero del auto, el joven respondió que “un delincuente le había efectuado un disparo de arma de fuego”, tratando de eludir así su responsabilidad en cualquier siniestro.
Los estudios toxicológicos que se le realizaron cuatro horas después del hecho determinaron que Isi presentaba niveles de alcohol etílico “superiores a los permitidos” y “metilecgonina (metabolito de la cocaína) en trazas no cuantificables”.
Sin duda, su contratación en la Subsecretaria de Juventud del Ministerio de Desarrollo de la Nación viola la Ley 25.164 de Empleo Público, que establece como “impedimentos para el ingreso” que el aspirante “haya sido condenado por delito doloso, hasta el cumplimiento de la pena privativa de la libertad, o el término previsto para la prescripción de la pena”. Por lo tanto, a Robledo podría caberle una acusación por incumplimiento de los deberes de funcionario público, previsto en el Código Penal.
Lejos de cualquier explicación, la reacción inmediata de la Administración macrista fue bajarle el perfil a Isi, restringiendo sus cuentas en redes sociales como Twitter y eliminando su identidad profesional de LinkedIn, donde no sólo daba cuenta de su puesto de coordinador de DesarrollArte, sino también del cargo de asesor que había desempeñado con anterioridad en el Gobierno porteño.
Con tan sólo veinticuatro años, Robledo pasó por la Dirección General de Inspecciones de la Ciudad de Buenos Aires, la Fundación Pensar y luego se convirtió en asesor en “temas de inclusión” de la entonces vicejefa porteña María Eugenia Vidal.
Un par de años antes de las elecciones de 2015, creó Pensar El Camino (PEC), una organización de jóvenes PRO orientada al voluntariado asistencialista. Allí compartió militancia con Isi y se hicieron íntimos amigos. Más tarde, cuando Macri llegó a la Casa Rosada y lo designó al frente de la Subsecretaria de Juventud, Robledo le cedió al homicida la presidencia de PEC. No tardó mucho en solicitar su pase de la Ciudad a la Nación para tenerlo lo más cerca posible.