Por José Manuel Welschinger Lascano
Otro indicador se suma a las cifras que atestiguan el fracaso del modelo económico de Cambiemos. En este caso, fue la UIA (Unión Industrial Argentina) la que arrojó los números que exponen al gobierno: desde la llegada de Mauricio Macri a la Casa Rosada, desde enero hasta julio, la industria argentina cayó un estrepitoso –6%. Los cálculos se realizan en comparación con el mismo período del año anterior.
Para explicar cuáles fueron los factores que se tradujeron en este deterioro de la economía interna, Contexto consultó al ex director del Banco Central Arnaldo Bocco, quien resumió los ingredientes del fracaso en cuatro elementos. “Hay una convergencia de factores, pero el principal es claramente el sufrimiento del mercado interno, que carga con los embates de una caída salarial muy pronunciada, traducida en una pérdida del 13% en el poder adquisitivo de los argentinos”.
Este factor prioritario, denunciado por distintos referentes sindicales como una actitud anti mercado del Gobierno, es el que más enfría a la economía, y el que más fácilmente fue percibido por la ciudadanía. “El segundo punto”, continuó el especialista, “es que las inversiones pública y privada están frenadas, principalmente en los rubros grandes como la construcción; arrastrando detrás suyo a todas las actividades que se nutren de ellas, las actividades de mano de obra manufacturera no convencional”.
Si bien este punto resulta muy complejo de abordar, debido al destiempo natural que existe entre el comienzo de la inversión en obra pública y el comienzo de su repercusión en la creación de empleo, el Gobierno nacional ya comprendió la urgencia de cubrirse sobre este flanco, comunicando por medio del ministro del Interior Rogelio Frigerio que la generación de obra pública estaría recomenzando. Pero Bocco desestimó la seriedad de esas afirmaciones oficiales.
«el principal factor es, claramente, el sufrimiento del mercado interno, que carga con los embates de una caída salarial muy pronunciada, traducida en una pérdida del 13% en el poder adquisitivo de los argentinos.”
“El gobierno todavía no empezó a armar los pliegos de licitaciones –comentó–, así que con viento a favor recién para el segundo semestre del año que viene comenzarían a producirse las obras”. Para el especialista, este es un Gobierno que no tiene mucha capacidad de financiamiento público, y todas sus actividades en materia de obra pública están excesivamente lentas.
“El tercer factor”, prosiguió el economista, “que es gravísimo, es la apertura económica indiscriminada: por eso hoy tenemos un ingreso de productos que compiten con los nacionales, con costos de producción mucho más bajos de lo que son en la Argentina, y que son desde heladeras y cocinas, hasta electrodomésticos y textiles o calzado”.
Según explicó, en general estos productos se tratan del excedente no consumido en los países centrales, que son en consecuencia derivados a las economías periféricas; a la vez que se absorbe esa misma producción excedente que llega desde Brasil. Entre los destacados, están las autopartes, los juguetes y otros productos que son fabricados por las pymes locales.
“El cuarto punto –sostuvo Bocco– es la misma crisis brasileña; porque hoy por hoy no existe para la economía argentina la posibilidad de colocar su producción dentro de ese mercado”. Un dato sólido para comprender este factor se encuentra en la caída de la demanda de Brasil de nuestros automotrices, que en lo que va del año ya cayó un 17%. “Lo que está sucediendo es que sólo se venden productos premium”, comentó el especialista, como “camionetas 4×4, especialmente», lo cual «muestra de cierta forma cómo mutó la distribución del ingreso».
El cambio, exabrupto e injustificado
Quizás lo más original que haya intentado el Gobierno de Cambiemos, desde su ajustado triunfo en la elecciones generales de 2015, sea el aventuramiento hacia un modelo económico de austeridad, que trasladó los costos a los precios y las tarifas, a la vez que aumentó desproporcionadamente tanto el déficit fiscal como la inflación.
Consultado respecto de esta particularidad, Bocco aseguró: “El cambio de modelo económico, particularmente tratándose de uno que alcanzaba sus objetivos hacia otro que sólo produce recesión, trae aparejadas muchas tensiones. Es un proyecto neoliberal clásico, de los que conocemos desde finales de la década del setenta: ajuste cultural, concentración del ingreso, devaluación para abaratar el costo de los salarios en dólares, desempleo en alza para sostener esos salarios, y desindustrialización para favorecer la apertura de la economía. Es un arquetipo sencillo, pero la gente venía con otro nivel de vida y va a oponer resistencias a esta transformación del modelo productivo”.
«Es un proyecto neoliberal clásico: ajuste cultural, concentración del ingreso, devaluación para abaratar el costo de los salarios en dólares, desempleo para sostener esos salarios, y desindustrialización para favorecer la apertura de la economía.»
Acerca de la atribución por parte del Gobierno de esta recaída industrial a la crisis global de las materias primas, Bocco sentenció: “La crisis mundial es relativa. Nunca tuvimos, con Estados Unidos, el déficit comercial que tenemos hoy. La sobreproducción mundial, junto a la caída de la demanda, destrozó los grandes mercados de la industria exportadora argentina. Colombia, Venezuela, Perú, Chile; todos tienen hoy menos capacidad de compra y, como consecuencia, nuestro país no encuentra mercados para colocar sus exportaciones”.
Para empeorar, la decisión de elevar el precio del dólar (eje de campaña del actual Gobierno) también contribuyó al deterioro de la industria. “Con un tipo de cambio clavado en $15, la producción argentina sigue siendo cara; con el aumento de costos e insumos, y con la traslación de recursos que se hizo, llevando ese aumento a las tarifas, no queda mucho margen como para poder competir en los mercados externos”.
Incluso los propios economistas del Gobierno reconocen que se trata de una confluencia de factores muy complicada; aunque deciden atribuirle su fracaso a la gestión kirchnerista. Otro dato desalentador para la industria en lo que fue el primer semestre estuvo en las tasas de interés de los préstamos, que incluso llegaron hasta el 40%. “Con esta inflación, y esas tasas –comentó Bocco–, las empresas tampoco se van a endeudar. La liberación del cepo y la devaluación afectaron estas condiciones. La agroindustria compensó el deterioro de los demás rubros; pero ya quedó claro que eso fue porque la devaluación los ayudó en el primer trimestre, y en el segundo ya no tanto”.
Para concluir, el especialista comentó a Contexto que el país efectivamente avanza hacia un modelo económico primario-exportador. “Exportador, con toda su cadena de valor; porque cuando exporta, exporta también desde la industria y los servicios del sector agrario”. Y, refiriéndose a los sectores que se favorecieron por este cambio en el modelo económico, remató: “Hoy la cerealera, que tiene un sector muy pequeño de valor agregado, creció tanto que influyó sobre otras actividades (especialmente bancos y seguros). Sin embargo, esa producción nunca se diversifica, y conduce al país hacia una estructura monoexportadora”.