En su tercer registro de corta duración Banco de Suplentes ha ido perfeccionando algunos de sus rasgos más notables: la sensibilidad folk, la paciencia para generar climas al mejor estilo Velvet Underground y una poética del perdedor. A este EP se le pueden hacer algunos reproches técnicos -aparecen destiempos, desprolijidades y algún efecto que se desmadra- pero esas torpezas no alcanzan a opacar la dialéctica entre atmósferas y melodías que producen un efecto sensible, tan potente que, por momentos, pueden darse el gusto de privarse de convenciones musicales básicas. Es una licencia que casi nunca sale bien en ningún género, con excepciones como esta.
Nacido como proyecto solista con nombre de banda, Banco de Suplentes es una propuesta del guitarrista y cantante Emanuel Carreón (Senzanome, Videoclub, Japón), a la que se fueron sumando algunos músicos. La formación cuenta hoy con Noelia Dalmau en bajo, Facundo Deumacán en teclados y Gregorio Piechoki en batería, sin embargo ninguno de ellos aparece en Principiantes. En este EP todos los instrumentos son responsabilidad de Carreón, que al parecer se propuso realizar una grabación casera como proyecto a futuro, como maqueta, pero terminó elaborando una obra interesante con perlas como «Mil Australes», tema de breves palabras de amor y arreglos sutiles y bien pensados, o «Principiantes», canción de melodía simple donde el fuerte es la opresión y la angustia que transmite. Alrededor de esto, sin embargo, aparece un dilema: ¿se pueden reproducir en un estudio estas atmósferas íntimas, cuya eficacia muchas veces depende de la tensión que generan ciertas imperfecciones? Banco de Suplentes no es la primer banda que deba enfrentar ese desafío.