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A ocho meses de la muerte de Emilia: ¿quién controla la noche platense?

Por Roberto Álvarez Mur

El 1º enero de este año, la muerte de Emilia Uscamayta Curí en una fiesta clandestina puso de manifiesto el entramado de negociados y relaciones entre los empresarios de la noche y la actual gestión municipal. A ocho meses de aquel episodio, el panorama en políticas de control de la nocturnidad no muestra buenas señales: Sergio Maydana, la autoridad del área designada por el intendente Julio Garro, fue apuntado como «ñoqui» y ahora es señalado como vínculo en los asesinatos del médico Guillermo Luna y su pareja, Laura Favre.

Asimismo, mientras Control Urbano se desvive por clausurar bares y centro culturales sin basamentos normativos concretos, las fiestas clandestinas se llevan adelante gracias a la evasión de empresas y promotores hacia las regulaciones vigentes, como también por el vacío en actividades regulatorias.

“Acá lo fundamental es preguntarse quiénes son los que controlan, eso es importante. El encargado de controlar la nocturnidad en La Plata es el actual prófugo en la causa del doble crimen”, dijo a Contexto el concejal del Frente para la Victoria Gabriel Bruera respecto de la actual gestión en políticas de control y regulación.

“La actual normativa contempla que los espacios de esparcimiento y recreación cuenten con las garantías necesarias para que la persona que asiste no quede expuesta a peligros. Tanto en el caso de la fiesta donde murió Emilia como en ocasiones recientes hubo una clara connivencia entre el Estado municipal y la organización de la fiesta”, agregó Bruera.

«AL TRABAJAR DE MANERA INTEGRAL, EL RESULTADO ERA OTRO. Y NUESTRO OBJETIVO ERA CLARO: QUERÍAMOS PROTEGER A LOS CHICOS Y CHICAS PARA QUE PUDIERAN DIVERTIRSE SIN RIESGOS”. GUSTAVO LUZARDO, EX CONTROL URBANO.

En tanto, el principal punto de conflicto reside en la carencia de control efectivo para las fiestas clandestinas que, aun con el antecedente de Emilia, continúan al margen de las legislaciones de control. En la actualidad, la normativa vigente de regulación es el Código de Espectáculos Públicos, Actividades Recreativas y Nocturnidad de la cuidad de La Plata, directiva que establece los criterios de organización de fiestas y eventos.

En su artículo 3, el Código estipula que sólo son permitidos “los actos y celebraciones privadas o de carácter familiar que no se realizan en establecimientos abiertos al público y que por sus características no conllevan riesgo alguno para la integridad de los espacios públicos, para la convivencia entres los ciudadanos, la seguridad común o para los derechos de terceros”. El anterior es el principal eje de violación de las fiestas clandestinas, en su mayor caso realizadas en lugares de concurrencia pública, pero sin cumplir las normas que esta clase de espacios requiere, como es el caso de lo vinculado a controles respecto de la venta de alcohol, medidas de seguridad, entre otras.

Entre las más recurrentes, las fiestas para estudiantes de colegios secundarios organizadas por empresas privadas suelen avasallar estas normas, tanto en cuestiones de lugares no aptos, como en la venta de bebidas alcohólicas.

En su artículo 11, el Código de Nocturnidad aclara: “las confiterías bailables y discotecas podrán desarrollar el evento ‘matinée’ para menores de entre 14 y 17 años, debiendo cumplimentar las previsiones del presente Código y demás normativas nacionales, provinciales y municipales concordantes y complementarias”.

“Lamentablemente, desde que asumió la nueva gestión en La Plata, se toma la nocturnidad y la diversión como un negocio. Hay operadores de uno y otro lado de distintos grupos económicos, que evidentemente tienen conexiones con el municipio, que hacen que aparezcan cada vez más fiestas clandestinas, y cada vez haya menos centros culturales”.

En tanto, en los últimos meses hubo casos de operativos en fiestas ilegales en la ciudad donde se detuvieron a más de cien personas en una noche. La dimensión del despliegue habla de la magnitud de convocatoria y organización con la que estas fiestas son organizadas.

“Los bolicheros que tienen todo en regla son los primeros en sentir el efecto de estas fiestas, que en un fin de semana pueden quedarse con hasta 3 mil clientes menos”, dijo a Contexto el ex titular de Control Urbano Gustavo Luzardo, gestor hasta diciembre de 2015 de políticas contra las fiestas clandestinas en La Plata.

“Nosotros hacíamos participar a padres, representantes de Niñez y Adolescencia, al Sindicato de Control de Admisión –mal llamados ‘patovicas’–, a la Dirección de Nocturnidad. Al trabajar de manera tan integral, el resultado era otro. Y nuestro objetivo era claro: queríamos proteger a los chicos y chicas para que pudieran divertirse sin riesgos”, dijo Luzardo. Y añadió: “En una ocasión, por ejemplo, encontramos en un lugar trabajando de patovicas a dos hombres que estaban buscados con averiguación de paradero desde el año 2007. Y estaban trabajando en este tipo de fiestas”.

En este sentido, Luzardo volvió a remarcar la persistencia de complicidades entre poderes políticos y quienes gestionan este tipo de eventos.

“CADA VEZ QUE PASA ALGO EN UNA FIESTA CLANDESTINA, ES CUANDO SE AFLOJAN LOS CONTROLES DEL ESTADO». LEANDRO NAZARRE, SUTCAPRA.

Por su parte, el secretario general del Sindicato Único de Trabajadores de Control de Admisión y Permanencia de la República Argentina (SUTCAPRA), Leandro Nazarre, dijo que “cada vez que pasa algo en una fiesta clandestina, es cuando se aflojan los controles del Estado, de eso no hay dudas».

«Hoy no hay mecanismos de control o de monitoreo de este tipo de fiestas, más aun teniendo en cuenta la circulación que tienen en redes sociales, en la web”, agregó.

Nazarre explicó que “en la actualidad no se está convocando a los actores necesarios para combatir esta situación. A nosotros, por ejemplo, jamás nos llamaron. Hace años que estamos en esto, yo mismo le solicité una serie de audiencias al director de Nocturnidad y nunca tuvimos noticias”.

Mientras tanto, la causa Emilia sigue abierta y no existen garantías de que el contexto en que se propició su muerte no se repita.