«Estamos probando cosas para el nuevo disco», suelta Santiago Motorizado, como hablándole a la pared. Es un tipo tímido y así se adapta a la atención constante que convoca El Mató a Un Policía Motorizado, su banda desde hace más de diez años. Recién desembarcan de un largo paseo que los llevó de España a Colombia y de Estados Unidos a México, y ya es momento de volver al estudio: «Tenemos turno para este fin de semana, la idea es grabar un simple», dice.
Tres años después de su última producción –La dinastía escorpio, editada en 2012-, El Mató empieza a ejercitarse con un primer proyecto de tranco corto que los entusiasma: «Queremos que sea un simple y listo», dice, «no como adelanto del disco».
¿Cómo surgió esa idea?
Nos gusta esa cosa fetiche que tenemos con los discos y queríamos recuperar el concepto de simple, que ya no existe más: esa canción que no es parte de ningún álbum. Hace poco estuve investigando, justo me copé con eso. Me había comprado unos vinilos de los Beatles y por ejemplo no aparecían canciones buenísimas como «I wanna hold your hand» o «Hey Jude». Son temas muy conocidos que no están en ningún disco. También me compré los vinilos de Joy Division y el tema que más me gusta, «Love Will Tear Us Apart», no estaba. Eso le da una magia a las canciones.
¿Como la eligieron?
Teníamos una canción que quedó ahí flotando, no estuvo en La Dinastía Escorpio y no va a estar en el disco que viene, porque tiene otro espíritu. Se llama «Violencia», es una canción vieja que una vez se la grabé en un casete a mi novia. Estábamos peleados y tenía que hacer algo bueno así que le grabé como cinco canciones, y esa estaba ahí. Y quedó el clima registrado. Hace unos días se juntaron los chicos y empezaron a probar unos juegos con las guitarras y están buenísimos. Ahora estoy pensando todo el tiempo en el arte de tapa, estoy en ese momento, tengo varias ideas pero no me decido.
¿Y después del simple?
Ahora estamos grabando los ensayos, dándole forma a las canciones, probando cosas, registrándolo todo para después tenerlo a mano y ver qué agarrar y qué descartar. Y a la vez todo el tiempo estoy pensando en cómo hacer la tapa, la producción final, cómo va a combinar con las letras, con el arte, con el clima. Hay como 18 canciones en esos preparativos. Y hay un par más que están para empezar a desarrollar.
Las atmósferas son fundamentales en los discos de El Mató, ¿de dónde proviene la del próximo material?
De una película. La vi hace poco y estuvimos discutiéndola. Los chicos estaban muy copados y entonces me la mostraron. A veces pasa que cuando alguien viene cebado a mostrarte algo por ahí te cuesta compartir esa emoción, porque lo mejor es ir sin expectativas. Igual estaba buenísima y me dejó flotando una estética. Se llama Kill List, una película inglesa, medio desconocida. Es sobre unos asesinos profesionales, soldados retirados que los contratan para matar gente, y se empiezan a meter sin querer en esos cultos tipo True Detective, cultos que hacen rituales a la muerte. Para mí todo lo que tenga que ver con esos climas está buenísimo. Así que me quedó flotando en la cabeza y quizás el próximo disco tenga algo de eso.
Dijiste que tienen 18 temas, ¿te gustan los discos largos?
En algún momento fantaseamos con la idea de hacer un disco doble, en esta cosa de pensar en formatos que ya no existen y están buenísimos. El disco doble tiene su magia pero hay que ver, no queremos forzarlo, porque meter canciones para rellenar no da.
Lo lindo de los dobles son los agujeros conceptuales que aparecen y desnudan un poco al músico.
Si, como si esos baches liberaran otras cosas que no siempre aparecen. Por ahora estamos contentos con lo que hay. Arrancamos un poco trabados con la preparación del disco y en estas últimas sesiones salió otra cosa, mucho más suelta, relajada. Cuando pienso que estaría bueno ir para este lado o para aquel me doy cuenta de que hay infinitos caminos para tomar, y todos me gustan. Pero este que tomamos me gusta mucho, era algo que siempre quería hacer y me gusta que nos salga naturalmente a todos y que todos estén copados. Más allá de las ideas de uno hay que estar de acuerdo entre cinco personas que también tienen sus fantasías de para dónde ir. En esos juegos van apareciendo cosas que están buenísimas.
«Tratamos de alejarnos de esa solemnidad que se puede llegar a generar en cualquier proyecto», dice Santiago Motorizado. «Es ahí donde aparecen las presiones boludas»
Después del rock
En una época el rock parecía establecido en el reviente, pero ustedes, junto con otras bandas, hablan desde otro lugar.
A mí me interesa que eso pase porque no me gusta que el rock se vuelva un cliché. Eso quedó muy marcado con Pomelo, el personaje de Capusotto. Era algo que veíamos todos pero él lo transformó en un chiste. Había mucha solemnidad, la sigue habiendo, y mucha afectación, una cosa de importancia personal muy marcada con la que nunca me sentí identificado. La verdad es que si tenés que cumplir con eso es medio un plomo. Diferente es la puesta en escena, o crear un personaje. Pienso en Kiss que se pinta y se disfraza y a mí me gusta, todo eso puede ser divertido. Pero lo otro…
¿Cómo cambó en estos años tu percepción de lo musical?
Siento que me voy abriendo. De adolescente era cerrado y hoy ya me gusta todo, a todo le encuentro la gracia y me interesa, por más que sea algo ajeno a lo que hacemos. Antes era más el prejuicio. Cuando era chico era muy fan del punk rock y nada más. Me gustaba ese hardcore anti melodía y también era fan de los Ramones, del punk melódico. Entonces cuando uno es un enamorado de las melodías se relaciona mejor con el pop y con otras músicas.
¿Hay una pérdida de la inocencia?
Una cosa era mirarlo antes, como espectador, y otra cosa es como creador. En el momento de tratar de hacer una canción aparecen nuevos aspectos y otras cosas toman otro valor. Y por más que una canción me parezca fea, o la forma de esa canción me parezca fea, le veo un valor, un mérito y pienso «mirá qué loco lo que hizo este chabón acá, qué difícil que es hacer eso, pero lo logró».
¿Aparecen presiones sobre la banda?
Siempre hay alguna presión. No somos Buda, no estamos más allá de todo, pero tratamos de alejarnos de esa solemnidad que se puede llegar a generar en cualquier proyecto. Es ahí donde aparecen las presiones boludas. Porque la presión buena está bien, esa que te hace querer que las cosas salgan bien, que la guitarra y el bajo queden bien y si no nos gusta hacerlo de nuevo. La otra presión, la que es medio abstracta, en general genera cosas malas. Pero en el clima de la banda, en los chicos, yo siento que estamos lejos de eso.