Por Héctor Bernardo
Los grandes medios de comunicación suelen hablar de la tragedia del 11 de septiembre (11S) en referencia a lo ocurrido en Estados Unidos en 2001. Aquel día, un atentando terrorista (del que todavía quedan muchos puntos por aclarar) derribó las Torres Gemelas de Nueva York y provocó la muerte de miles de personas. Los medios de todo el mundo, incluso los de Sudamérica, parecen haberse olvidado de otro hecho que también sucedió un 11 de septiembre, pero a miles de kilómetros de “la gran manzana” y veintiocho años antes; un hecho que también costó miles de vidas y cuyas consecuencias perduran hasta hoy: el 11S chileno, el golpe de Estado contra Salvador Allende.
El 11 de septiembre de 1973, un golpe de Estado promovido, organizado y financiado por el Departamento de Estado de Estados Unidos, la Central de Inteligencia (CIA) y una serie de transnacionales norteamericanas derrocó al Gobierno socialista de la Unidad Popular (UP) e instauró la dictadura de Augusto Pinochet (1973-1990). La dictadura chilena que se cobró la vida de miles de personas puso en marcha el primer programa neoliberal instaurado en la región. Sus consecuencias perduran hasta hoy y los elementos que los golpistas y el poder imperial utilizaron para provocar las condiciones que le permitieran ejecutar el golpe se repiten hoy contra todos los procesos populares de la región.
En diálogo con Contexto, el profesor de Historia de América Latina y analista político, Carlos Ciappina, señaló: “De los golpes que se iniciaron con la dictadura de Brasil de 1964, el golpe de Pinochet es clave, corta el intento de construir un Gobierno socialista por la vía democrática y lo remplaza por el primer ensayo neoliberal en América Latina. Chile se transformó en un laboratorio del monetarismo, el primer país que aplicó a rajatabla las recetas del Fondo Monetario Internacional (FMI)”.
“Hay varias de las situaciones previas al golpe que se han repetido en el último tiempo contra los procesos populares de la región. Inmediatamente que ganó Allende las elecciones, la derecha chilena empezó un proceso destituyente que fue muy fuerte, y en ese proceso tuvieron un rol principal los medios de comunicación, especialmente el diario El Mercurio”, aseguró Ciappina.
El catedrático afirmó que “el famoso ‘cacerolazo’, esa forma de protesta que parece novedosa, fue utilizado por los sectores de clase media y media alta contra Allende. El proceso de asfixia económica que sufre Venezuela hoy de la mano de las empresas monopólicas también se sufrió en el caso de Salvador Allende. Los boicots alentados desde la Embajada norteamericana de la mano de Henry Kissiger también se pueden comparar con situaciones que actualmente viven algunos procesos de la región, como así también el uso de algunos sindicatos, como el caso de los camioneros chilenos, que jugaron contra las políticas de la Unidad Popular, bloqueando las principales rutas de Chile”.
En la misma línea, la periodista e investigadora Stella Calloni afirmó: “En ese momento ya había Gobiernos militares en Centroamérica, y en Sudamérica, desde 1954, estaba la dictadura de Alfredo Stroessner, con lo que Paraguay se había transformado en la central de la CIA para la región. Desde Paraguay llegó, por ejemplo, el dinero con el que armaron el paro de los camioneros que desestabilizó a Allende”.
“En Chile aplicaron la doctrina de contrainsurgencia, realizando todo tipo de acciones ilegales; un esquema muy parecido al que se monta, desde hace varios años, contra el Gobierno de Venezuela: desabastecimiento, mercenarios que realizan asesinatos selectivos como el del general René Schneider, el ataque constante de los grandes medios de comunicación, etcétera”, señaló Calloni.
Por último, la periodista aseguró que “tras este golpe comenzó a configurarse toda la Operación Cóndor. Fue tan abierta la participación de la CIA en el golpe de Estado que no hubo forma de ocultarlo. La lección que nos debe dejar el golpe contra Allende es que no podemos analizar los procesos en América Latina si no entendemos cuál es rol que ha jugado Estados Unidos para la región, el rol de las trasnacionales norteamericanas, de la CIA y el Departamento de Estado”.