Por Flavia Delmas
La tarde del 4 de octubre, la Cámara de Diputados de la provincia de Buenos Aires ratificó la aprobación de la Ley de paridad que anteriormente se había obtenido en el Senado. Una vez que sea publicada en el Boletín Oficial, no hablaremos más del cupo del 30% para que las mujeres puedan acceder a cargos electivos. Cupo que ha sido incumplido en diferentes espacios de representación y que mereció un cuidadoso monitoreo para verificar su efectivo cumplimiento.
Paridad no implica sólo un porcentaje en las listas, se trata de una palabra profundamente democrática. Significa que las personas estamos en un mismo pie de condiciones, a la par, somos pares que dialogan.
La política, el espacio del conflicto, de la decisión, de la negociación, el arte de articular las demandas, deja de ser territorio de varones y se vuelve espejo que refleja una realidad incontrastable, la decidida participación de las mujeres en la militancia activa, en los barrios, en las Universidades, en los sindicatos, en las calles, cuyo protagonismo no será más delegado.
Debates como si las que llegan a determinados cargos son las que están más preparadas, las que tienen una visión de género o si se trata de las mujeres de, o de aquellas que reproducen los códigos machistas en el juego político, seguirán en danza. Mientras tanto, al menos por hoy, disfrutemos de este logro que lleva tras de sí más de dos siglos de lucha por la igualdad en nuestro país.