Por Estela Díaz*
La provincia de Buenas Aires acaba de sancionar la ley de paridad para todos los cargos públicos electivos. Esto incluye la Legislatura bonaerense y los cuerpos colegiados municipales. El cupo en esta provincia había resultado menos que un piso, ya que en el Senado apenas el 26% de las bancas están ocupadas por mujeres en la actualidad.
Asimismo, la composición de Diputados no llegó al tercio en todos los periodos, aun cuando formalmente se haya respetado el piso mínimo de mujeres por fuerza participante de las elecciones. Especialmente en las secciones octava (La Plata) y séptima (centro de la provincia), no siempre cumplieron con el cupo.
Sólo se eligen en estos distritos tres senadores –los dos primeros eran para la mayoría y el tercero para la minoría–. En general, las mujeres iban candidateadas en el restrictivo tercer lugar, por eso quedaban afuera. Escribo todo en masculino, porque en este caso expresa lo que casi siempre pasó: se elegían sólo senadores varones. Esta ley viene holgadamente a saldar esa deuda de la representación.
Aprendimos desde la niñez que todas las personas somos iguales ante la ley. Pero con bastante rapidez nos fuimos dando cuenta de que este principio es sólo una enunciación y en el mejor de los casos una aspiración. La construcción de un ideal de ciudadano escondió, como todos los universales, las diferencias.
Este achatamiento de la diversidad humana ocultaba la posición dominante que fue la única que permitió pertenecer (o no) a la fraternidad de los libres e iguales. Ser varón, blanco, propietario y padre de familia (por lo menos funcionalmente heterosexual) fueron las condiciones de pertenencia. Develar las exclusiones que esta construcción abstracta del ciudadano ha supuesto es parte de la historia de lucha de los pueblos y los movimientos sociales, desde los más históricos hasta los más recientes.
Avanzar en los ámbitos legislativos en la democracia paritaria implica no sólo un cambio numérico que posibilita mayor presencia de las mujeres, sino también un salto de calidad. Es una noción superadora del cupo electoral que, como medida de acción afirmativa, se consideraba transitorio.
Entre ellos, baste recordar algunos de los más significativos, como el movimiento obrero, el antiesclavismo, el movimiento de mujeres, los antirraciales, los colectivos de pueblos originarios, movimientos indígenas y campesinos en nuestra América Latina, los colectivos de la diversidad sexual. Todas estas instancias de organización y representación social fueron generadoras de agendas políticas y reivindicativas que permitieron ponerle cuerpo, sector social, clase, color de piel, origen, género, identidad a la ciudadanía.
Avanzar en los ámbitos legislativos en la democracia paritaria implica no sólo un cambio numérico que posibilita mayor presencia de las mujeres, sino también un salto de calidad. Es una noción superadora del cupo electoral que, como medida de acción afirmativa, se consideraba transitorio. En cambio, la paridad parte de reconocer que las mujeres somos el 51% de la sociedad, que debe y puede elegir y ser elegido. De este modo contribuye para hacer visible que las y los ciudadanos tenemos géneros e identidad. Por eso también el texto recién sancionado recepta las directrices de la Ley de identidad de género, respetando la autopercepción y el nombre que se haya definido en el documento de identidad para las personas trans.
Este camino que inició la provincia de Buenos Aires y pronto estará acompañando el Congreso Nacional es sólo un paso adelante. Todavía está pendiente que se profundicen estos debates para otros ámbitos, como el Poder Ejecutivo, el Poder Judicial, los partidos políticos, los sindicatos y las organizaciones no gubernamentales de diverso tipo.
Aunque se produzca en un contexto de avance del neoliberalismo, que laboral y económicamente es desfavorable para las mayorías, no por eso dejaremos de señalar y acompañar decisiones que implican adelantos para las mujeres y el sistema de representación legislativa. En política, las matemáticas sufren siempre alteraciones. En este caso podemos afirmar que una más uno es mucho más que dos.
* Secretaria de Igualdad de Género, CTA Nacional.