Por Héctor Bernardo
El secretario general de la Organización de Estados Americanos (OEA), Luis Almagro, ha emprendido una cruzada contra Venezuela. En su incesante ataque, ha llegado a tildar de “dictadorzuelo” al presidente venezolano Nicolás Maduro, ha exigido que el Gobierno bolivariano llame a elecciones anticipadas (desconociendo los procesos y las instituciones venezolanas) y ha reclamado una y otra vez que la OEA sancione a Venezuela y le aplique la Carta Democrática, acto que, según aseguran muchos analistas, sería el primer paso para habilitar una intervención extrajera.
Almagro asegura que su ataque al Gobierno de Nicolás Maduro tiene como fin defender los derechos humanos y las instituciones democráticas venezolanas. Sin embargo, el secretario general de la OEA no ha dado ninguna muestra de preocuparse por la defensa de los derechos humanos en Colombia, donde en los últimos catorce meses asesinaron a 120 dirigentes sociales, ni ante los crímenes contra periodistas y militantes políticos que desde el golpe contra Manuel Zelaya se han dado en Honduras, ni ha esgrimido la mínima crítica ante los miles de asesinatos y desapariciones que ocurren en México. Almagro tampoco se ha preocupado por el buen funcionamiento de las instituciones democráticas en Brasil, donde Michel Temer dio un golpe de Estado parlamentario contra la presidenta legítimamente electa, Dilma Rousseff; ni ha dado muestras de preocupación por lo que sucede en Argentina, donde la parlamentaria del MERCOSUR y dirigente de la Tupac Amaru, Milagro Sala, continúa presa arbitrariamente a pesar que numerosos organismos internacionales han exigido su inmediata liberación, entre ellos la propia Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) que es parte de la OEA.
Almagro ha mostrado que nada le importan las instituciones democráticas ni los derechos humanos, y que su accionar responde lisa y llanamente a los intereses de Estados Unidos por acabar con los procesos populares de la región y recuperar el control de “su patio trasero” y de los recursos naturales que allí se encuentran.
La periodista y analista internacional Stella Calloni aseguró a Contexto que “el secretario general de la OEA se ha puesto al frente del ataque contra Venezuela en una actitud injerensista y de intento de derrocamiento del Gobierno democrático de Nicolás Maduro”.
“Almagro mira para otro lado ante la cantidad de periodistas que han sido asesinados en estos últimos días en México, calla ante lo que sucede en Honduras donde asesinan a campesinos todos los días, y se hace el distraído frente a lo que pasa en Colombia donde los paramilitares están asesinan a dirigentes sociales, políticos y de derechos humanos para quedarse con el territorio que controlaban las FARC- EP. Almagro tampoco dice nada ante lo que sucede en Brasil, donde asesinaron recientemente a un dirigente del Movimiento de los Trabajadores Sin Tierra que estaba internado en un hospital, y también guarda silencio sobre lo que sucede en Argentina con la detención arbitraria de Milagro Sala y varias compañeras y compañeros más, además de los dirigentes sindicales que están siendo perseguidos y amenazados por ejercer su derecho a la protesta”, remarcó.
Por último, Calloni afirmó que “Almagro hizo que la OEA vuelva a cumplir el papel de Ministerio de Colonias de Estados Unidos”.
En la misma línea, Jorge Kreyness, especialista en política internacional, en diálogo con Contexto aseguró que “Almagro representa al sector de las petroleras norteamericanas. Además de que el nuevo secretario de Estado de Estados Unidos, Rex Tillerson, es un hombre que viene de la Exxon Mobil Corporation, hay una presencia muy grande del sector petrolero en el Gabinete de Donald Trump. Por eso la mirada del Gobierno norteamericano está puesta en las grandes reservas petroleras certificadas, y la de Venezuela es la más grande del mundo. Almagro representa a esos intereses y por eso realiza este ataque contra Venezuela, donde rige la democracia, e ignora las violaciones a los derechos humanos en cualquier otra parte del continente”.