Por Luis Casado* (desde Francia. Especial para Contexto, Politika y La Pluma)
A pocos días de las elecciones presidenciales en Francia, y con el candidato de izquierda Jean-Luc Mélenchon en el grupo de quienes encabezan la intención de voto, el asesor en política internacional del candidato de Francia Insumisa, Christian Rodríguez, responde sobre la visión política del candidato más atacado por los medios hegemónicos, al que llaman: «El Chávez francés»
A pocos días de la primera vuelta de las elecciones presidenciales, las encuestas y la prensa señalan a Marine Le Pen como la favorita y a tres candidatos, entre ellos Jean-Luc Mélenchon, como sus posibles rivales. ¿Cómo ve sus posibilidades?
Tenemos que tener presente que nueve multimillonarios poseen el 90% de los medios de comunicación en Francia. A nuestros ojos, esa mediocracia está totalmente desacreditada para ofrecer una visión objetiva de la realidad. Hay pocas excepciones.
La campaña presidencial ha tenido lugar en un clima de descomposición política generalizada que afecta a la derecha y la extrema derecha, como a la autodenominada “izquierda de gobierno”.
En la derecha, los escándalos judiciales salpican al candidato François Fillon, por malversación de dineros públicos utilizados para pagarle a su esposa y a sus hijos por trabajos ficticios, y a Marine Le Pen, por financiamiento ilícito de su partido con fondos del Parlamento Europeo.
La “izquierda de gobierno”, para ser claros, el socialismo francés, desertó de la campaña de su propio candidato. Los barones socialistas prefieren llamar a votar por el candidato hidropónico neoliberal Emmanuel Macron en vez de respetar su promesa de apoyar a Benoît Hamon, triunfador de la primaria del PSF.
Los medios –prensa y televisión– se disputan para ofrecer el “scoop” del día, relegando los temas de fondo a las calendas griegas. Este clima impide un debate serio sobre los programas y propuestas que están en juego, y oculta las reclamaciones y aspiraciones populares. Las grandes mayorías ciudadanas, hastiadas de la corrupción y de la politiquería, ni siquiera responden a los sondeos de opinión. A cuatro días de la primera vuelta, casi un 35% de los electores aún no sabe por quién va a votar.
«Las grandes mayorías ciudadanas, hastiadas de la corrupción y de la politiquería, ni siquiera responden a los sondeos de opinión. A cuatro días de la primera vuelta, casi un 35% de los electores aún no sabe por quién va a votar.»
La eliminación de los “líderes naturales”, de los “campeones electorales” barridos por sus propias bases –como Sarkozy, Hollande, Valls, Juppé–, no despejó la atmósfera de descomposición política. La aparición de Macron y de Hamon, ambos ex ministros de Hollande en “ruptura” con el actual presidente, ha contribuido a aumentar la confusión.
La negativa de Le Pen a comparecer ante los jueces, apostando por la eventual impunidad que le otorgaría su elección, genera un ambiente de fin de reino. Todo eso en medio de repetidos ataques a la separación de Poderes y a la independencia del Poder Judicial por parte de Le Pen y de Fillon. Los partidos tradicionales de izquierda y derecha están en plena delicuescencia. Es una situación inédita en la Francia de la posguerra, que marca el fin de la viabilidad de la 5ª República instaurada por el General De Gaulle a la Liberación.
Así las cosas, los sondeos de opinión, las encuestas, que sabemos sesgadas, no tienen ninguna credibilidad. A tal punto que han renunciado a ofrecer un resultado, como solían hacer hasta ahora. Se limitan a pregonar que hay cuatro candidatos virtualmente empatados. El pueblo de Francia entregará su veredicto el próximo domingo.
El crecimiento espectacular del Movimiento de la Francia Insumisa nos ofrece razones de estar optimistas. En poco más de un año, la Francia Insumisa (FI) surgió casi de la nada y hoy cuenta con más de 450.000 adherentes en todo el país y cerca de 3 mil grupos de base, que impulsan la campaña por doquier. Con la consigna «¡A barrerlos a todos!». Con la firme intención de poner en práctica nuestro programa elaborado democráticamente: “El Futuro en común” (L’Avenir en commun).
Nada permite afirmar que la extrema derecha de Marine Le Pen será la corriente política dominante. Pese a los discutibles sondeos que la aventajan. La fuerza de la abstención sigue siendo inquietante. Nuestros esfuerzos se concentran en convencer y captar votos entre los desencantados, los resignados, la juventud que nunca ha votado. Pase lo que pase, para nosotros es importante mantener la movilización popular y el crecimiento de la Francia Insumisa después de la elección presidencial y de las parlamentarias. Sin fuerza social no podríamos llevar a cabo nuestro programa.
Por lo pronto, hemos generado un hecho político indesmentible: la Francia Insumisa vino para quedarse, y para gobernar. Para responder a las esperanzas de todo un pueblo.
En 2012 Jean-Luc Mélenchon llamó a votar por François Hollande en la segunda vuelta. Hoy parece haber un consenso generalizado que condena su quinquenio como un fracaso. ¿Cuál es su opinión al respecto?
François Hollande traicionó el programa que le permitió ser elegido. Al incumplimiento de sus promesas se sumó la traición a los principios del socialismo francés, lo que generó la llamada “fronda” de parlamentarios y figuras del PSF, que se opusieron a las peores medidas de su Gobierno. Hollande ni siquiera pudo pretender a la reelección, y su primer ministro fue derrotado en las primarias del PSF.
El desastre del “hollandismo” fue el producto de una larga lista de renunciamientos y de medidas contrarias a las tradiciones de la izquierda francesa. Se trata de una deriva ideológica que lo sitúa claramente en el campo del neoliberalismo mundializado.
Por ejemplo, la ratificación incondicional del Tratado de Lisboa, impuesto por su predecesor Nicolás Sarkozy violando la voluntad del pueblo francés que lo rechazó rotundamente (54,8%) en referéndum en el año 2005. Así impusieron el Tratado de la Constitución Europea –llamado de Roma II–, una versión apenas retocada del texto rechazado por el referéndum. En virtud de ese Tratado, Francia está sometida a las medidas de austeridad impuestas por el ordoliberalismo alemán y la Comisión Europea a toda la UE, con los resultados ya conocidos.
Al llegar al poder, Hollande ni siquiera aplicó las tradicionales medidas de los Gobiernos de izquierda: aumentar el salario mínimo o amnistiar a los sindicalistas perseguidos por la represión a las luchas populares durante el Gobierno de Sarkozy.
Más tarde, apoyándose en la actual Constitución, su Gobierno hizo aprobar por decreto una de las leyes laborales más retrógradas y propatronales (la ley El-Khomri) que Francia haya conocido desde 1910. Dicha ley fue rechazada por el movimiento sindical, por decenas de miles de trabajadores movilizados en las calles en diversas ciudades, por buena parte de los parlamentarios del PSF y de otras formaciones de izquierda. Por esa razón Hollande dejó de lado al Parlamento y autorizó a su Primer Ministro a legislar por decreto, dañando así gravemente el ejercicio democrático del poder.
Sin detallar todas las medidas ultraliberales de su Gobierno, ideadas e impulsadas por su ministro de Economía Emmanuel Macron (hoy candidato “independiente” a la presidencia), podemos decir que la línea ultraliberal de Hollande lo llevó a la impopularidad que le impidió presentarse a la reelección. Y selló la suerte de su Primer Ministro Manuel Valls como candidato frustrado a su sucesión.
«El desastre del ‘hollandismo’ fue el producto de una larga lista de renunciamientos y de medidas contrarias a las tradiciones de la izquierda francesa.»
En 2012 Jean-Luc Mélenchon fue el candidato del Frente de Izquierda (Front de Gauche). Hoy es el portavoz de la France Insoumise (FI), que surgió hace poco más de un año y se define como un movimiento ciudadano. ¿Qué es exactamente la Francia Insumisa?
Es un movimiento ciudadano compuesto por hombres y mujeres que han comprendido que no hay solución política que pueda prescindir de la voluntad soberana del pueblo francés para tomar su destino en sus propias manos. Es un movimiento con vocación de poder, cuyo principal objetivo programático es terminar con las instituciones actuales e instaurar la 6ª República a través de la convocatoria a una Asamblea Constituyente de ciudadanos. En el caso de ser elegido, el llamado a un referéndum para imponer esa convocatoria será el primer acto de gobierno de Jean-Luc Mélenchon.
Rompemos con una “izquierda” autoproclamada, que en su práctica de gobierno no se distingue de las fuerzas políticas capitalistas neoliberales y que abandona las reivindicaciones de los ciudadanos, sean estos “de izquierda” o no. El movimiento reúne ciudadanos sin militancia ni adscripción partidaria alguna, así como partidos de izquierda que adhieren como tales al programa de la Francia Insumisa.
Las referencias y argumentos de la izquierda para movilizar a su electorado, los llamados a la “unidad” o a los “valores de la izquierda, del movimiento obrero, etcétera”, son hoy día masivamente rechazados por el pueblo. Por ello intentamos reconstituirlo en torno a nuevas referencias e ideas, expresadas en nuestro programa “El Futuro en común”. No apuntamos a exaltar los valores de la izquierda, o a pretender ser “la izquierda auténtica”, sino a entregar respuestas concretas a las principales dificultades que sufre la población.
Luego de la proposición de la candidatura de Jean-Luc Mélenchon en el mes de febrero de 2016, el movimiento Francia Insumisa comenzó el trabajo de elaboración colectiva del programa «El Futuro en común», que un equipo de trabajo le fue entregando al economista Jacques Généreux y a la jurista Charlotte Girard.
Ese trabajo se apoyó también en el programa de su postulación presidencial en 2012 intitulado «Primero que todo, lo humano» y en una continua producción intelectual que configuró siete pilares de nuestro proyecto así como las consignas para el futuro.
Dichas bases son la Constitución para una 6ª República, la justa distribución de las riquezas, la planificación ecológica, la renegociación de los Tratados europeos, la independencia y el altermundialismo para la paz, el progreso humano y la conquista de nuevas fronteras para la humanidad como son el mar, el espacio y el dominio de lo virtual digital.
El resultado fue la publicación de una primera versión consolidada del programa «El Futuro en común», enviada a los entonces 135.000 insumisos adherentes a la plataforma, para que se pronunciaran sobre los capítulos y determinaran las medidas prioritarias del programa. Fue así como la Francia Insumisa se dotó de sus diez medidas emblemáticas.
«Francia Insumisa es un movimiento ciudadano cuyo principal objetivo programático es terminar con las instituciones actuales e instaurar la 6ª República a través de la convocatoria a una Asamblea Constituyente de ciudadanos.»
Recientemente, en Europa han surgido otros movimientos ciudadanos, entre ellos Podemos, en España. ¿La Francia Insumisa tiene algún tipo de coincidencias con Podemos?
El movimiento Podemos ya es una fuerza política constituida, con presencia en las instituciones españolas, que le disputa la hegemonía a los partidos de la casta política (PP y PSOE), actualmente aliados de Gobierno. Podemos surgió del movimiento ciudadano del “15-M” y se ha fogueado en contiendas electorales con un significativo apoyo popular.
Además de nuestros orígenes, anclados en sectores ciudadanos independientes de los partidos tradicionales y opuestos a estos en sus pretensiones de gobernar como castas de privilegiados, compartimos con Podemos muchos puntos programáticos y somos aliados en el plano internacional, especialmente en Europa. Es un movimiento ciudadano hermano.
Nos hemos inspirado de la estrategia de Podemos, sobre todo en torno a la necesidad de federar al pueblo (no solo la izquierda) sobre afectos comunes y un proyecto de sociedad progresista.
En el desarrollo del movimiento de la Francia Insumisa, el ejemplo político y social de Podemos en España, los trabajos teóricos de sus dirigentes y los debates de sus círculos ciudadanos de base han jugado un importante papel en nuestros debates y trabajos para definir nuestro propio programa e imaginar la forma de organización que queremos poner en práctica.
Las diferencias se explican por las diferencias de trayectoria histórica de las fuerzas progresistas en nuestros respectivos países. Una de ellas es la percepción aguda que el pueblo español mantiene viva sobre la amenaza mortal de la ideología fascista, por haberla vivido en carne propia durante la larga dictadura de Franco. Esa percepción de una amenaza latente es más difusa en Francia. Su expresión política, manifiesta en la progresión del Frente Nacional de Marine Le Pen, goza de una aceptabilidad mediática y de un atractivo popular que sería impensable en la España de hoy.
Otra diferencia es el grado de madurez que Podemos ha alcanzado en la definición de sus formas de organización interna, cuestión que la Francia Insumisa está abordando con una cierta parsimonia inevitable, dado que la construcción del movimiento progresa actualmente con una dinámica centrada principalmente en torno a las tareas inmediatas de la campaña presidencial y de las próximas elecciones legislativas, lo que necesariamente posterga los trabajos y debates sobre las formas organizativas que el movimiento deberá darse a más largo plazo.
«compartimos con Podemos muchos puntos programáticos y somos aliados en el plano internacional, especialmente en Europa. Es un movimiento ciudadano hermano.»
Un punto de encuentro se da en temas de política Europea, donde Podemos ha abordado teóricamente la cuestión del “Plan B”. Pero hay que cuidar de no caer en comparaciones apresuradas. La situación política y económica de nuestras dos naciones son significativamente distintas: algunos aspectos programáticos, centrales para Francia Insumisa, tales como la salida de los Tratados europeos, o la instauración de un proteccionismo solidario, no tienen la misma importancia en el caso de Podemos. Hay una percepción distinta de la Unión Europea y del euro entre nuestros dos pueblos, y, por otra parte, en Francia no podemos dejarle el monopolio del cuestionamiento de la Unión Europea neoliberal a la derecha populista (el Frente Nacional).
Algunas cuestiones políticas que trata Podemos, como la articulación con fuerzas de izquierda regionalista, no se plantean en Francia. La presencia del Frente Nacional en el abanico político, que destaca una etiqueta “ni de derecha, ni de izquierda”, no nos permite rechazar la etiqueta de izquierda como hace Podemos. Aunque no sea central para nosotros, no se puede olvidar que en Francia la izquierda sigue siendo vinculada con fuerzas políticas y sindicales combativas, que no existían en España a la víspera del “15-M”.
Si Jean-Luc Mélenchon fuese elegido, ¿cuál sería la política de Francia de cara a la crisis migratoria que está confrontando Europa?
Primeramente, hay que permitir que la gente empujada hacia la emigración se quede en su país. Hay que terminar con la idea racista según la cual la gente partiría para poder sacar provecho de nosotros. Se van porque no pueden hacer otra cosa, hay que recordarlo y hay que insistir sobre esta premisa esencial.
Nosotros compartimos lo que dicen nuestros amigos de los sindicatos y de las organizaciones progresistas de la tierra entera: el exilio es una catástrofe para esos países. Los que se exilian figuran entre los más valientes, a menudo entre los más instruidos. Su instrucción les costó a sus países, y todo ese conocimiento se va, al azar de los caminos.
¡La guerra es la primera razón por la que la gente emigra! ¡Y somos nosotros quienes creamos la guerra! No por razones religiosas, sino por oleoductos, por gaseoductos, porque tenemos intereses y/o aliados con intereses económicos en esas regiones. ¡Esa es la verdad! Hay que eliminar entonces las causas del éxodo de esa gente.
En segundo lugar, hay que castigar el tráfico humano. Las gentes que vemos en barcazas no comenzaron a buscar un bote cuando llegaron a orillas del mar. Hay un tráfico organizado. Hay millones de personas en esa situación. Para el traslado de millones de personas hay toda una organización. ¿Acaso no se puede interrumpir eso? ¡Por supuesto que sí! Que no quieran interrumpirlo, eso es otra cosa.
Y cuando las personas ya están aquí, en Europa, hay que enfocar el problema de manera diferente. No hay otra opción –desde un punto del humanismo que es uno de nuestros principios fundamentales– que el de recibirlos correctamente. Incluso para que puedan volver a sus países cuando lo deseen.
La Francia Insumisa exige una profunda revisión de los tratados vigentes en la Unión Europea, y propone renegociarlos. Si el socio alemán rehusara tal renegociación, ¿están ustedes dispuestos a seguir el ejemplo del Brexit?
Efectivamente, en nuestra campaña hemos defendido la idea de que los Tratados de la Unión Europea no sólo hay que “revisarlos”, sino renegociarlos exhaustivamente.
Necesitamos desembarazarnos de esa camisa de fuerza para cambiar la matriz productiva de Francia. Necesitamos en Europa otro orden económico que le permita a la potencia industrial que es nuestro país movilizar todas sus capacidades para volver al pleno empleo, para aplicar la transición energética y desarrollar la economía del mar.
La casta gobernante y la mediocracia replican que eso es imposible, que nunca convenceremos a Alemania que tal renegociación debe tener lugar. Se equivocan. Francia, en tanto pilar fundador de la UE, por su peso demográfico y económico real, tiene fuerza más que suficiente para imponer una renegociación (nuestro “Plan A”), so pena de aplicar el “Plan B” y denunciar unilateralmente los tratados.
«Necesitamos en Europa otro orden económico que le permita a la potencia industrial que es nuestro país movilizar todas sus capacidades para volver al pleno empleo.»
En cuanto al Brexit, ese es el grito del pueblo llano del Reino Unido contra la realidad cotidiana de los tratados europeos: la pobreza, la precariedad, los privilegios para los ricos y multimillonarios, la arrogancia de los poderosos que pretenden darnos lecciones, esas leyes laborales retrógradas (como la ley El-Khomri), la tiranía sin rostro de los controladores contables de la Comisión Europea, la bota de hierro de las “troikas” financieras y otros procónsules que han saqueado a países enteros, como a Grecia.
El Brexit simboliza el principio del fin de una época. Significa que la Unión Europea ha sido asesinada por la casta de los eurócratas y la política de austeridad impuesta por el Gobierno alemán con la complicidad activa de dos presidentes franceses: Sarkozy y Hollande.
La respuesta de la Unión Europea ante el Brexit es… ¡militar!: quieren relanzar la Comunidad Europea de Defensa, ya rechazada por la Asamblea Nacional Francesa en 1954. Reinventan una lógica de guerra en la cual el mundo entero es el enemigo potencial. Nosotros buscamos la independencia de Francia en materia de Defensa, fundada sobre la disuasión.
La Unión Europea, o la cambiamos, o la abandonamos. Como de costumbre, los eurócratas preparan desde hace meses, en secreto con la señora Merkel, un nuevo tratado para 2017 que no toma en cuenta ninguna de las lecciones que se desprenden de la situación actual.
La casta de los eurólatras no toma en cuenta lo que acaba de suceder y continuará fustigando los “extremos”, el “repliegue sobre sí mismo” y el amor de los pueblos por sus libertades y su dignidad social. Más dura será su caída. La elección presidencial de 2017 en Francia es la ocasión.
La Francia Insumisa construye su proyecto sobre la base de una restitución al pueblo de su soberanía, y la aprobación de una nueva Constitución. ¿En qué consiste la 6ª República?
La reforma política más profunda que propone la Francia Insumisa es el cambio de Constitución. Difícilmente se la puede calificar de “reforma”: en realidad es una revolución ciudadana cuyo principal objetivo es terminar con las instituciones actuales, instaurando la 6ª República por medio de una Asamblea Constituyente de ciudadanos.
La nueva Constitución debe ser radicalmente nueva, no un simple remiendo de la 5ª República. Es el pueblo quien debe hacerse cargo de la cuestión e implicarse a lo largo de todo el proceso constituyente. Convocaremos una Asamblea especialmente encargada de redactar la nueva Constitución bajo el control de los ciudadanos. Allí, la Francia Insumisa someterá sus proposiciones por una 6ª República democrática, igualitaria, que instituya nuevos derechos e imponga el imperativo ecológico.
En virtud del artículo 11 de la actual Constitución, el Presidente de la República puede llamar a un referéndum para lanzar el proceso constituyente. Si Jean-Luc Mélenchon es elegido, ese será uno de sus primeros actos de gobierno. Propondremos igualmente las modalidades de composición de la Asamblea, su modo de elección y/o sorteo de sus miembros, se definirán las incompatibilidades, las modalidades de deliberación, cómo asociar los ciudadanos a los trabajos de la Asamblea, etcétera.
Ninguno de los antiguos parlamentarios de la 5ª República podrá formar parte. Los delegados a la Asamblea Constituyente no podrán ser candidatos a las elecciones posteriores a la entrada en vigor de la nueva Constitución. El proyecto de Constitución propuesto por esta asamblea será sometido a un referéndum de aprobación.
Entre las proposiciones constitucionales que la Francia Insumisa ha elaborado para someterlas a la futura Asamblea Constituyente se cuentan las siguientes: toda persona convicta por corrupción será inelegible de por vida; derecho popular a revocar de su cargo en curso de mandato a cualquier elegido; referéndum de iniciativa ciudadana y derecho de los ciudadanos a proponer una ley; recurso obligatorio a referéndum para revisar la Constitución o ratificar un tratado garantizando el respeto de la decisión popular; abolición de la monarquía presidencial e instauración de un régimen parlamentario estable; numerosas disposiciones tendientes a crear una república universal y laica; medidas para controlar la imparcialidad de los medios de comunicación; etcétera.
El conjunto de proposiciones constitucionales de la Francia Insumisa es un todo coherente que ha sido pensado detalladamente para romper radicalmente con los vicios institucionales de la 5ª República que ha llegado hoy a un momento de descomposición, de agonía y de descrédito total ante los ciudadanos.
«El conjunto de proposiciones constitucionales de Francia Insumisa es un todo que ha sido pensado para romper radicalmente con los vicios institucionales de la 5ª República que ha llegado hoy a un momento de descomposición.»
La utilización de tecnologías de punta ha marcado la campaña de Jean-Luc Mélenchon. En especial sus mítines en los que está presente por medio de un holograma. ¿Qué impacto tiene en el electorado esta incursión en las tecnologías del futuro?
En lo pragmático, el uso de la tecnología del holograma nos ha servido para romper el cerco de la invisibilidad a la cual quisieron arrinconarnos los medios. Nuestro trabajo de comunicación, que se apoya en las nuevas tecnologías, en el desarrollo de redes sociales propias, en la difusión vía YouTube de un programa político semanal de gran audiencia, en fin, el uso de técnicas modernas logró romper el cerco.
Además, su impacto espectacular y novedoso llama la atención sobre la importancia del uso de los avances científicos en todos los ámbitos de la actividad humana, incluida la política.
Ese es el aspecto simbólico del holograma: la avalancha de comentarios y preguntas que su uso ha generado, sobre todo entre los jóvenes, nos permite expandir nuestra llegada y hacer hincapié en el carácter educativo de nuestra campaña.
Compartir el saber es aumentar la riqueza de todos los franceses y, en general, de toda la humanidad. Frente a una forma de oscurantismo, como es pretender negarle la escolaridad a los niños hijos de extranjeros, proponemos el principio de compartir que rige a la comunidad científica. Este intercambio de lo que hay de más fundamental, de aquello que nos acerca a la verdad compartida: eso es lo que caracteriza el espíritu de la ciencia.
En momentos en que la civilización humana corre el riesgo de desaparecer, sin el trabajo de los científicos no sabríamos del peligro en que nos encontramos: sin los trabajos de aquel premio Nobel de Química que puso en evidencia los gases que destruyen la capa de ozono, por ejemplo.
Necesitamos más que nunca compartir el saber, pues necesitamos la inteligencia de masa de todo el mundo para enfrentar los desafíos que pesan sobre la civilización humana. Con esta preocupación en la cabeza fue que encontramos algo a la vez pacífico, festivo y democrático: la idea de efectuar simultáneamente dos mítines, en Lyon y en París, mediante un holograma, y luego siete mítines simultáneos en dos continentes.
Nos inspiramos en la idea de compartir, que es la de la ciencia y la razón. Queríamos que los franceses estén orgullosos de su Patria, representados por quienes muestran una de las realizaciones más acabadas de la ciencia, y están en oposición absoluta contra quienes hacen apología de la ignorancia, queriendo privar de escuela a los niños.
La Unión Europea sigue conociendo tasas de crecimiento anémicas, y enfrenta crisis como la del Brexit, Grecia, la deuda soberana, etcétera. ¿Cómo le harán frente a la crisis económica?
La crisis sistémica financiera de 2007-2008 afectó a todos los pueblos del mundo ligados a la mundialización neoliberal, y la crisis económica en Europa se vio agravada por la obstinación de la casta dirigente de la Unión Europea en permanecer atada a la lógica de la financiarización, pese a la evidencia de su total irracionalidad denunciada por todos los expertos más sensatos.
La Comisión Europea, bajo el “diktat” del Gobierno alemán, impuso a través de los Tratados, como única solución a la crisis, una política general de austeridad que ahoga a los países de la Zona Euro. La respuesta a la crisis no puede darse en ese contexto de contracción de la inversión productiva, de reducción del poder adquisitivo y del gasto público, ni con el rescate de los bancos privados con dinero público sin ninguna contrapartida, como ha sido el caso. Las consecuencias de tal obstinación la vemos hoy en la descomposición acelerada de la estabilidad económica y política.
Esta política provocó en Francia el empobrecimiento de millones de ciudadanos, el aumento del paro, la precariedad en el trabajo, la disminución de la presencia del Estado en materia de salud y de educación, y otros flagelos que azotan al pueblo francés. Esta no es la “única” solución, como proclaman a diestra y siniestra la casta en el poder y los medios de comunicación controlados por un puñado de nueve oligarcas.
Nuestro proyecto económico rompe con la austeridad e impulsa un plan de inversión productiva orientado hacia la transición energética en nuestro país. Francia nunca fue tan rica en toda su historia, pero su riqueza se escapa hacia la especulación de las finanzas mundializadas, en vez de ser reinvertida en el país, en la producción y en la creación de nuevas empresas.
Hemos elaborado un plan coherente de financiamiento de todas nuestras medidas que nos permitirá dedicar 100 mil millones de euros a la inversión productiva por iniciativa del Estado, a través de un proceso en círculo virtuoso que nos devolverá cerca de 193 mil millones de euros al cabo del quinquenio.
La casta pregunta, aterrada: ¿de dónde sacarán ese dinero? Basta con que nos zafemos de la camisa de fuerza de los Tratados europeos, que impongamos una política impositiva justa sin ventajas fiscales para los ricos, que desarrollemos la planificación ecológica y desarrollemos al 100% las energías renovables (lo cual disminuirá drásticamente las importaciones de petróleo y uranio, es decir, casi el 40% de nuestra balanza comercial), que adoptemos el proteccionismo solidario, que cobremos un impuesto a las transacciones financieras no productivas, que anulemos nuestra participación en tratados internacionales de intercambio incontrolado, bajo dominación de las compañías multinacionales (CETA, TAFTA, etcétera), y muchas otras medidas semejantes, organizadas en un todo armonioso y coherente que se sostiene por sí mismo.
Nuestros adversarios han debido admitir, ante el peso de las cifras macroeconómicas que hemos presentado, que el proyecto es sostenible… aunque, como es lógico, inaceptable para ellos. Hoy, más de 130 economistas de renombre mundial han declarado que el programa económico de Mélenchon es el más razonable y adecuado para evitar una nueva crisis financiera mundial.
El problema no es de índole económica sistémica, sino de voluntad política. Es eso lo que se juega en estas elecciones presidenciales. El pueblo debe tomar en sus manos la decisión de romper o no con la lógica de la Unión Europea, como hizo el pueblo británico con ocasión del referéndum sobre el Brexit.
Históricamente Francia centra su interés en el continente africano. Sin embargo, el territorio de la República se extiende hasta América Latina. ¿Por qué los adversarios de la Francia Insumisa atacan una eventual relación con el ALBA?
Es normal, en una campaña presidencial, que nos disputemos el acceso al voto ciudadano. Lo que no es aceptable es que haya gente que decida hacer una campaña construida sobre invenciones y mentiras. Hay quien decidió hacer campaña sobre el “tema” Mélenchon, Chávez, Castro, Putin, etcétera. Hablan sobre Chávez, que está muerto, sobre Fidel Castro, que está muerto, hablan sobre personas que ya no están. Para generar miedo con una supuesta ‘dictadura’.
Entre ellos, el Nouvel Observateur se muestra particularmente vil en su hostilidad. Un semanario que pretende ser de “izquierda” podría al menos argumentar, decir que no está de acuerdo con esto o lo otro. Pero el título que publican dice: “Mélenchon o la paz del Kremlin” (sic).
También encontraron en nuestro programa que Francia debe adherir al ALBA. Pero sin explicar lo que es el ALBA. En vez de informar, los periodistas dicen que es un invento de Chávez y que por consiguiente no vale la pena discutir de eso. El ALBA es una organización de cooperación en el continente latinoamericano. Es la única asociación de cooperación, es decir que no tiene objetivos comerciales, no es un mercado único como el MERCOSUR o el Tratado Transpacífico. Tampoco es una alianza militar. Es una asociación de cooperación entre países de la región. Así de simple.
Y en América latina ya no se trata de Lille o de Niza, sino de la Francia de América Latina, o sea –entre otros– de Guyana. Allí tenemos nuestro centro espacial, desde donde lanzamos satélites al espacio, pero, en contraste, en ese territorio hay actualmente muchos problemas sociales, económicos e institucionales: el pueblo se está movilizando mayoritariamente para exigir el aumento de su nivel de vida, el aumento de la presencia del Estado y de los servicios al mismo nivel que en el resto del país. ¿No sería bueno que Guyana pudiese integrarse en el tejido latinoamericano en materia de cooperación solidaria para desarrollarse de manera autónoma y no depender de las escuálidas dotaciones presupuestarias enviadas desde París? Francia tiene en Guyana su más larga frontera con otro país: el Brasil. Son más de 730 kilómetros de fronteras con un país que forma parte de las diez más grandes potencias económicas del mundo, un país emergente. Y también con Suriname, un país pobre. ¿No nos interesa el Brasil? ¿Acaso la Guyana no es Francia? Nuestros adversarios hacen gala de un estilo despectivo, neocolonialista hacia Guyana. ¿No sería bueno para Guyana tener como socio solidario a un país como Brasil?
En el mar Caribe están los otros territorios franceses. Martinique, Guadeloupe, Saint Martin, etcétera. ¿Y no sería bueno que esos territorios tengan relaciones con sus vecinos? Nuestros adversarios no cesan de hablar de ‘mundialización’, pero sólo la de los mercados. Y cuando se trata de organizar la cooperación útil a nuestros territorios, esos proyectos los consideran sospechosos o peligrosos y desaparecen.
¿Qué países forman parte del ALBA? Es importante saberlo… Está Venezuela. ¡Siempre Venezuela! El país que tiene las más importantes reservas de petróleo del mundo. Nosotros luchamos contra las energías ligadas al carbono… ¡pero nuestros adversarios no! ¿Y acaso no les interesa un país como Venezuela? También están Bolivia, Nicaragua, Cuba, República Dominicana, San Vicente y las Granadinas, Ecuador, la Isla de Santa Lucía, Antigua y Barbuda. Son países del Caribe, ¡y nosotros también somos un país del Caribe!
Nuestros adversarios horrorizados dicen: “¡Pero están los rusos!” No saben lo que dicen: no hay rusos. Curioso: periodistas inteligentes, educados… ¿por qué inventan todo eso? Para generar miedo, porque piensan que los electores son imbéciles. En el ALBA, como en todas las instancias internacionales, hay también países observadores: Haití, por ejemplo. Haití es importante para nosotros. Los franceses tenemos una gran deuda hacia Haití, la primera república negra del mundo, que destruimos, a la que le hicimos la guerra. Durante décadas le hicimos pagar a Haití la libertad de los esclavos.
Y también están Siria e Irán entre los observadores. Países que, junto a Francia, deben ser observadores en un montón de organizaciones internacionales. Y también está Uruguay. Y Paraguay, cuyo Gobierno es producto de un golpe de Estado, pero nuestros adversarios no lo citan. ¿Por qué? Sólo les interesan Siria e Irán. Porque buscan generar “miedo”.
Para concluir, a nosotros los franceses nos interesa el ALBA, y sería bueno que nos integrásemos allí: es una forma de decir que somos un país del Caribe y un país Latinoamericano. Formamos parte de la región a través de territorios, zonas marítimas, y sobre todo de una población con necesidades similares a las de los países en vías de desarrollo de la región, pese a que Francia sea una potencia desarrollada e industrializada en Europa. La participación de Francia en una cooperación de codesarrollo solidario con los países de la región beneficiará también a todos, mediante sus aportes científicos, técnicos, educativos y culturales.
* Luis Casado, ingeniero del Centre d’Etudes Supérieures Industrielles (CESI-París), ha sido profesor invitado del Institut National des Télécommunications de Francia y Consultor del Banco Mundial. Como empresario fue premiado por la Cámara de Comercio y de Industria de París (Innovación tecnológica – 2006). Es editor en París junto a Armando Uribe Echeverría (Ed. du Relief). Editor de Politika, ha publicado varios libros en Chile y en Europa. En el año 2009 contribuyó a la fundación del Partido de Izquierda (PAIZ).