A un año del Golpe de Estado institucional manifiesto en el famoso “impeachment” que impulsó la derecha brasileña, la presidenta destituida de Brasil Dilma Rousseff recibirá el Premio Rodolfo Walsh este jueves 11 de mayo, en reconocimiento de su “ejemplo de trayectoria política y académica, su compromiso militante y su coherencia en los principios y la acción”.
El galardón impulsado por la Facultad de Periodismo y Comunicación Social de la UNLP será entregado a las 18 horas en el Polideportivo de la Facultad de Humanidades de la misma Universidad, en el marco del Encuentro Internacional de Mujeres por la Emancipación que también incluirá actividades durante todo el día.
La entrega del Rodolfo Walsh a la mandataria brasileña se suma ahora a la constelación de referentes latinoamericanos también distinguidos con el premio, entre ellos, Hugo Chávez Frías, Rafael Correa, Evo Morales, el vicepresidente de Bolivia, Álvaro García Linera, y la propia Cristina Fernández de Kirchner.
“El proyecto político brasileño encabezado por Rousseff propuso brindar herramientas para la toma de la palabra y la construcción del propio relato de los sectores pobres y marginados de la sociedad”, expresa la resolución presentada por la Facultad conducida por Florencia Saintout, respecto de los diferentes aspectos de la trayectoria política de la ex jefa de Estado que ameritan la distinción.
Otro de los puntos destacados frente a la comunicación popular hace referencia a su férrea lucha contra la concentración mediática en Brasil, donde casi la totalidad del espectro de radiodifusión se encuentra en manos de cinco grupos oligopólicos.
Asimismo, el máximo reconocimiento de la Facultad de Periodismo cobra un peso aun mayor al cumplirse, al día siguiente, un año de la jornada parlamentaria del 12 de mayo de 2016, donde culminaron las votaciones para destituir a Dilma Rousseff de su cargo presidencial –electa por amplio consenso popular– y depuesta en cuestión de horas por Michel Temer, figura de la derecha más acérrima de Brasil.
El proceso se constituyó como un golpe de Estado institucional hacia la figura de Dilma, donde los sectores más reaccionarios del esquema político local se unieron en un gesto casi conspirativo contra el proyecto político del Partido dos Trabalhadores (PT).
Rousseff había sido electa en octubre de 2010 por el 56% de los votos y se convirtió en la primera presidenta mujer del Brasil por el PT, en un contexto de una profunda crisis económica internacional, escenario que no le impidió llevar adelante una de sus políticas fundamentales: sostener el bajo desempleo (la Tasa de desempleo descendió al mínimo en la historia de este país, llegando al 5,5 % en 2012) y mantener el salario junto al mercado interno.
En 2014 fue reelecta para este cargo con 54.500.000 votos sobre 110 millones. Sin embargo, un año después, 61 Senadores votaron destituirla. Como se expresa en los fundamentos del premio, Dilma “ha sido y es ferozmente atacada por parte del establishment, en esa conjunción característica de la actualidad latinoamericana en donde confluyen los intereses de los medios hegemónicos de comunicación, el sistema judicial y los propios partidos neoconservadores”, que reaccionan ante las conquistas de derechos logradas durante los trece años de Gobierno popular en Brasil.
Militante política desde su juventud, Rousseff fue secuestrada durante la dictadura militar que imperó en Brasil durante 1864 y 1985 y luego condenada a seis años de prisión por un tribunal militar e inhabilitada políticamente por otros dieciocho.
Con el triunfo de Luiz Inácio “Lula” da Silva, Dilma fue nombrada Ministra Nacional de Energía y luego Jefa de Gabinete, antesala de su victoria presidencial.
Durante los trece años de gobierno que desarrollaron Lula y Dilma (entre 2003 y 2015), en Brasil se crearon 20.8 millones de puestos de trabajo, la pobreza extrema disminuyó un 75% y, entre otros puntos, se redujo la tasa de analfabetismo al 8,3%.