El juicio oral y público por la quiebra fraudulenta del Banco Mayo a fines de la década del noventa ya lleva casi un año. En el banquillo están el ex titular de la entidad, Rubén Beraja, y más de una docena de imputados a los que se les atribuyen diversos delitos con un perjuicio patrimonial para ahorristas, inversores y el propio Estado nacional de entre 300 y 600 millones de dólares.
El proceso transcurrió desapercibido para la mayoría de los medios hasta que días atrás se empezó a nombrar entre los involucrados a Norma Susana Cascallares, madre de la gobernadora bonaerense María Eugenia Vidal. La mujer, que era empleada del banco, declaró ante el Tribunal Oral Federal N° 3 en diciembre pasado y dijo desconocer las “mesas de dinero” clandestinas con las que se habría consumado la estafa.
Sin embargo, un ex ahorrista que prestó testimonio hace unas semanas señaló a la madre de Vidal como la persona del Mayo a la que le solicitó abrir un plazo fijo y, en vez de eso, le ofreció “mejor rentabilidad” en una “mesa de dinero” donde terminó perdiendo todo.
Tras estas declaraciones contradictorias, la defensa de Beraja pidió al tribunal que ambos testigos sean sometidos a un careo, entre otras medidas de prueba, para determinar quién dice la verdad.
María Eugenia no tiene la misma suerte. Trabajadores bonaerenses nucleados en ATE y CICOP, que se sienten estafados por la gobernadora, la esperaron el jueves en las puertas del Hospital Gandulfo de Lomas de Zamora para pedirle explicaciones por la falta de profesionales, insumos, mejoras edilicias y el saqueo de sus salarios.
“¡(Llevamos) tres meses sin insumos, Vidal!”, le gritaron cuando la vieron bajar de un auto para iniciar la recorrida. También la acusaron de “chorra”, “mentirosa” y “sinvergüenza”, sin lograr borrar la sonrisa fingida de la mandataria, que entró al hospital como si no pasara nada.
Pero adentro continuó el escrache con el apoyo de varios pacientes y, al final, tuvo que escapar “por la puerta angosta de la salida de Emergencias, ya que en todos los otros pasillos y accesos la esperaba la lluvia de reclamos que ella, como máxima autoridad provincial, no puede desoír”, comentaron más tarde los delegados sindicales Pablo Minini (CICOP) y Laura Magnaghi (ATE) en una nota para La Izquierda Diario.
Vidal había visitado ese mismo hospital junto a Mauricio Macri el 10 de septiembre de 2015, cuando estaban de campaña. El entonces candidato a intendente del PRO Gabriel Mercuri, que ofició de guía, les comentó que “el Gandulfo no da abasto por la demanda que tiene y el Alende tampoco es la solución”.
“Esto se puede cambiar”, prometió Vidal a los lomenses que estaban en el lugar, mientras que Macri decía que “todas estas cosas” iban “a mejorar” a partir de diciembre.
Nada mejoró, el “cambio” se llevó puesto todo por delante. Además de los problemas de infraestructura, la falta de insumos y la desproporción de profesionales frente a una demanda creciente por las personas que se quedaron sin obra social o prepaga al perder el empleo, médicos y enfermeros ven sus condiciones laborales sumamente deterioradas.
Los trabajadores del sector aún no cerraron la paritaria de 2016 y arrastran una pérdida del poder adquisitivo del 12%. Este mes, luego de trece semanas de medidas de fuerza en reclamo de un aumento salarial del 40%, CICOP logró que la ministra de Salud, Zulma Ortiz, los recibiera para retomar las negociaciones, pero hasta ahora no hubo ninguna oferta concreta.
“El debate acerca de nuestros salarios se da en un contexto de definiciones de parte de los Gobiernos nacional y provincial que continúa transfiriendo recursos a los sectores concentrados de la economía y no tiene a las políticas sociales dentro de sus prioridades”, advirtió el gremio en un comunicado.
Docentes y alumnos también fueron víctimas de la gran estafa de Vidal, quien durante la campaña aseguraba que “la educación va a ser una prioridad si me toca gobernar la provincia de Buenos Aires”, y prometía “escuelas con infraestructura de calidad, con comida saludable, sin paros, que les dé a los chicos los contenidos necesarios para el mundo competitivo que los espera”.
Tras diecisiete meses de gestión, la educación está muy lejos de ser una prioridad para la mandataria. Muchos establecimientos tienen graves problemas edilicios, el alimento no alcanza en los comedores escolares, los libros no llegan y las computadoras son cada vez más escasas.
En tanto, por reclamar la paritaria nacional prevista en la Ley de Financiamiento Educativo y salarios dignos, los maestros se convirtieron en el principal blanco de ataque de los Gobiernos de Cambiemos, particularmente el de la provincia de Buenos Aires. Los amenazaron de muerte, los extorsionaron, les descontaron los días de paro, trataron de quitarles sus representaciones gremiales y hasta los reprimieron con saña cuando quisieron instalar por primera vez la Escuela Pública Itinerante frente al Congreso. El conflicto sigue sin solución porque Macri no cumple con la ley y Vidal no se mueve de la oferta del 20% de aumento, condenando a la mitad de los docentes a seguir por debajo de la línea de pobreza.
Y al sector estatal, que el año pasado perdió un 13% de poder adquisitivo, la gobernadora le impuso un 18% en cuatro cuotas para todo 2017, pese a ser rechazado por ATE, uno de los sindicatos mayoritarios en territorio bonaerense.
En el olvido quedó la “pobreza cero” de la plataforma electoral de Cambiemos, como así también la promesa de “mejorar el salario real de manera sostenible en el tiempo” y las “políticas activas que busquen mejorar la productividad sistémica de la economía con el objetivo de generar empleo”.
La gran estafa de Macri, Vidal y compañía generó más de dos millones de nuevos pobres e indigentes, alrededor de 500 mil desocupados y una productividad en caída libre, sobre todo en el sector industrial. Lo único que toma vuelo en la Argentina de Cambiemos son las importaciones, la deuda externa, la especulación financiera y la fuga de capitales.