Mientras la efervescencia stone entraba en fase fade-out a principios del nuevo milenio, y sufría su golpe final con el incendio de Cromañón, el rock under y universitario de la zona empezaba a profundizar la búsqueda en dirección al rock anglosajón independiente de finales de los 80 y principios de los 90. Potenciada por el arribo de internet, la necesidad de encontrar nuevos paradigmas estéticos y de producción que se acoplaran a un panorama de crisis total (sin grandes posibilidades de tocar en vivo, pero con cada vez más recursos para grabar de manera casera), confluyó en el rock minimalista, de guitarras saturadas y lineales y producción low-fi de bandas como Sonic Youth, Galaxy 500 o Pavement, disparando la corriente musical más fuerte y visible en el país en lo que va del siglo XXI: eso que discutidamente se denominó «indie-rock». En ese contexto Stereolab, el grupo inglés surgido a principios de los 90 y liderado por la pareja de Tim Gane y la francesa Laetitia Sadier, fue una de las bandas de cabecera, convirtiéndose en faro para un incipiente sello Laptra -la usina artística con más proyección de La Plata-, otorgando la noción de climas y bases rockeras hipnóticas, deudoras del art-rock de Velvet Underground y del krautrock alemán de Can y Tangerine dream.
Javier Sisti Rippol, cantante de 107 Faunos, parece haber sido uno de los principales divulgadores de la banda en la ciudad. «Nos hizo conocer y remarcar la importancia de Stereolab a un gran grupo de gente», dice Gustavo Monsalvo, guitarrista de El Mató, en la dedicatoria de su versión de «Tempter» -que grabó junto a Anabella Cartolano de Las Ligas Menores- para Acordes Químicos, el disco doble de versiones de Stereolab editado por Fuego Amigo Discos. Koyi Kabutto, Javi Turbo y Adrián Juárez se suman también como créditos locales para rendirle homenaje a una de las bandas de culto más preciadas de nuestro último rock.
Acordes Químicos – Homenaje a Stereolab [Disco 2] by Fuego Amigo Discos