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CFK: “Debemos repensar y discutir la democracia”

A principios de mayo, la ex presidenta argentina, Cristina Fernández de Kirchner, realizó una gira por Europa. En el marco de esa gira brindó una conferencia en el Parlamento Europeo. En la charla que dio bajó el título “Capitalismo y neoliberalismo, la crisis democrática y la experiencia de Sudamérica”, la ex mandataria dejó muchas propuestas y definiciones teórico-políticas.

A continuación reproducimos parte de esa disertación:

El neoliberalismo y la meritocracia

“El neoliberalismo es una construcción política, no económica. Tiene su partida de nacimiento en la caída del Muro de Berlín. El Estado de bienestar, que fue una construcción muy europea, tiene lugar inmediatamente después de la posguerra, del 45 hasta el 89. Allí el modelo era la socialdemocracia a través del Estado de bienestar. ¿Por qué? Porque ‘era necesario parar el peligro del comunismo ruso’, ‘era necesario desterrar al oso comunista que podía venir’. Entonces ‘era necesario que la gente advirtiera que era mucho mejor ser capitalista que comunista’”.

“Mi percepción es que el Muro de Berlín no se cae porque tenían más armas los occidentales, más poderío, más ciencia o más tecnología. No. El Muro se cae porque los del otro lado querían consumir y querían vivir con las mismas cosas que vivían y consumían los de este lado, y con una mayor libertad también en cuanto a su vida”.

“A partir de que cae el Muro de Berlín, se comienzan a generar en las usinas de pensamiento, en los think tanks [la pregunta sobre] ‘¿qué hacer ahora?’. Porque, ‘ahora que todos somos capitalistas, todos van a querer consumir’”.

“Así como se les generó la idea a los del otro lado de que era bueno ser capitalista porque ‘podías comprar lo que quisieras, los zapatos, una casa, viajar a donde quisieras y el Estado no te controlaba’. ‘¿Qué va a pasar ahora cuando todos estos le empiecen a demandar al Estado las cosas que cumplíamos como Estado de bienestar con toda la sociedad?’. Bueno, ahora había que generar un nuevo pensamiento. ¿Cuál? Romper los lazos de solidaridad de la sociedad. La ‘meritocracia’, la idea de que ‘si tenés trabajo es porque te lo ganaste, y si no lo tenés es porque no sos capaz para tenerlo’. O sea: ‘cada persona es responsable de su propio destino y nadie más que él’. ‘No tiene nada que ver el Estado, no tienen nada que ver sus políticas. No tienen nada que ver las posibilidades’. ‘No tiene nada que ver haber nacido en Nairobi, en una villa miseria, o haber nacido en el quinto piso de la quinta avenida de Nueva York’. ‘No, eso no tiene nada que ver. ‘Esas son meras circunstancias fácticas’. Eso es el esfuerzo, la ‘meritocracia’ que cada uno puede hacer y lograr para obtener el estudio, el trabajo, el viaje, la profesión, etcétera. Ahí nace el pensamiento y el desarrollo neoliberal: es estrictamente político”.

“Después, como todos quieren consumir, resulta que, como decía un amigo mío: ‘¿Pero por qué si ahora yo soy capitalista no me dejan consumir? Me convencieron, yo que era comunista me hice capitalista para consumir y ahora que soy capitalista me dicen que no, que no me toca nada de la torta, que la torta es toda para otros’”.

“Cuando ves cómo todo esto está además acompañado por un formidable marco mediático de construcción de sentido común, donde la gente termina pensando que la culpa por la que no tiene trabajo la tiene el vecino pakistaní que es inmigrante o el senegalés que vino en una balsa cruzando para España o los iraquíes que huyeron que están en el centro de refugiados en Atenas. Termina pensando el pobre que su adversario, el que le quita el trabajo y el mejor salario, no es el que ha concentrado la riqueza […] sino, precisamente, el inmigrante”.

“A partir de otra transformación importante que hubo, tal vez inadvertida en los años noventa, durante el pleno Consenso de Washington, que fue transformar a los bancos que eran comerciales y que por lo tanto solamente hacían circular el dinero para la producción de bienes y servicios y crear los bancos de inversión, el dinero de los bancos que toda la vida se había colocado en préstamos a los ciudadanos, o en préstamos a los empresarios que producían, o en préstamos a los comerciantes, ya no, ya generan derivados financieros que da el dinero sobre el dinero mismo. O sea: el dinero ya no se reproduce a partir de su intermediación en la producción de servicios y en la producción de bienes, sino que se reproduce a sí mismo. Generando ganancias multimillonarias, mucho más de las que puede conseguir alguien construyendo autos o alguien construyendo cualquier otra cosa”.

“El neoliberalismo tiene la misión de formatear la cabeza de los ciudadanos globales y no le va nada mal, desgraciadamente, lamentablemente. Esto requiere, por parte de los partidos progresistas, lo charlábamos con Alexis Tsipras [Primer ministro griego], la necesidad de construir, por lo pronto, un foro global donde podamos empezar a discutir determinadas categorías de pensamiento. Donde podamos comenzar a repensar y a discutir la democracia. Porque, en definitiva, hasta a la democracia el neoliberalismo la termina usando contra ella misma, sino pregúntenle a los brasileros. El juicio político es un instrumento que establece la Constitución brasilera. ¿Para qué fue usado por el neoliberalismo? Para derrocar a una presidenta constitucional, Dilma Rousseff, e imponer un títere como el actual presidente de Brasil, e imponer el plan de ajuste y austeridad más memorable del que se tenga memoria en Brasil”.

En la redes y en la calle

“¿Cómo hacemos para repensar esta nueva realidad? Por ejemplo, yo discuto mucho con algunos compañeros de mi generación, lúcidos intelectuales, el tema de las redes sociales, y se enojan mucho. Alguno las califica como las redes antisociales. Nosotros tenemos que aprender a trabajar con ellas porque sería como negarnos a la imprenta en la época de Gutenberg o negarnos a las modificaciones que impuso en el pensamiento y en el accionar la aparición de la radio o la aparición de la televisión”.

“Este mundo nuevo tenemos que abordarlo también. Pero tenemos también que abordar las nuevas categorías de pensamiento de izquierda y de derecha. Tenemos que acostumbrarnos a que vamos a tener que sentarnos un comunista ateo irredento con una señora que le reza cuatro rosarios por día a la virgen María y otros cuatro rosarios a Jesucristo, porque los dos tienen que pagar la factura de luz y los dos necesitan trabajo. Tenemos que encontrar vasos comunicantes y asociaciones en los ciudadanos que despierten esto, porque tenemos que tener en cuenta algo: la gente no está informada. Paradójicamente, en una etapa donde la información parece dominar el mundo, la gente no está informada porque está informada de lo que quieren que esté informada. Nada más. Y qué les digo de formación”.

“Estamos ante un fenómeno comunicacional y de información sustancialmente diferente al que tuvimos nosotros a través de libros, a través de películas, a través de la experiencia, a través de lo empírico de cada uno de nosotros en la actividad política. Hoy hay una tendencia más a la individualidad, a sentarme solo frente a la máquina a ver qué puedo hacer, qué puedo twittear contra fulanito. Con muy buenas intenciones: militantes digitales que se sientan frente a una máquina a opinar contra los neoliberales, para ver qué es lo que pasa con los refugiados, para hablar contra los fascistas, contra los de la derecha. Muy bueno, pero es una actitud, una construcción individual. El entorno lleva a la individualidad y la individualidad implacablemente lleva a la soledad y la soledad lleva al fracaso y a la frustración porque las grandes gestas de la humanidad nunca se hicieron con gente sola, no conectada y no comunicada. Las grandes gestas de la humanidad siempre tuvieron lugar desde una concepción desde lo colectivo”.

“Inclusive, como charlábamos hoy con la gente que nos acompañaba desde España, el 15M de los indignados. Yo les recordaba lo que fue el 11M, cuando la derecha española pierde las elecciones mintiendo, diciendo que el atentado de Atocha había sido la ETA cuando era un atentado terrorista de Al Qaeda producto de su adhesión a la guerra de Medio Oriente. Allí las redes sirvieron para despertar el fenómeno colectivo. Pero fíjense, desde las redes pero siempre a la calle, porque este es el tema: la red y la calle. Me parece que es una articulación que debemos trabajar y además en un nuevo concepto, les vuelvo a reiterar, que no se agota en derechas y en izquierdas. Recuperar un nuevo concepto: el de pueblo, en el cual van a encontrar a los que rezan, los que no, comerciantes, no comerciantes, obreros industriales, desocupados, intelectuales, científicos, etcétera”.

“¿Les parece lógico que, después de todo lo que se ha transformado el mundo, sigamos únicamente con los conceptos políticos de derecha y de izquierda que se acuñaron en 1789? ¿No les huele que tenemos que ir o intentar ir por algún otro lado? A mí me parece que sí. Me parece que vale la pena intentarlo. No me siento ni Rousseau ni Montesquieu, por dios. Pero creo que debemos discutir nuevos contratos sociales entre pueblos y dirigentes y utilizar todos los instrumentos, todas las herramientas que hoy están a nuestro alcance. Como ‘ellos’, el neoliberalismo utiliza también las herramientas de la democracia y del pueblo para lograr captar segmentos de la población que, rompiendo la relación de fuerzas de proyectos nacionales, populares y democráticos, finalmente terminan votando en contra de sus propios intereses”.


 

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