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El candidato científico que Unidad Ciudadana eligió para llevar al Congreso

Por Silvia Montes de Oca

Salvarezza no cumple con el estereotipo del político, pero sabe que para hacer ciencia es necesario tener políticas científicas capaces de dotar al sistema científico y tecnológico de un país de las condiciones materiales. Dio un paso al costado de la presidencia del CONICET cuando percibió que el escenario que preparaba el nuevo Gobierno no garantizaba esas políticas. No se equivocó. Tampoco dejó de asistir desde entonces a cuanto foro y encuentro fue invitado: con pares, con colegas, con estudiantes, con becarios, para decir cuál era el futuro de la ciencia, la tecnología y la educación con el macrismo. Detalló en particular la situación del organismo que tan bien conoce y en el que estuvo al frente hasta el fin del gobierno de Cristina Kirchner, en diciembre de 2015. Ahora, acaba de ser convocado para ocupar el segundo lugar en la lista de candidatos a aspirar a una banca en la Cámara Baja por el movimiento Unidad Ciudadana que lidera la expresidenta.

“Estoy siempre acá”, dice, refiriéndose al Instituto de Investigaciones Fisicoquímicas Teóricas y Aplicadas (INIFTA), donde realiza investigaciones en nanotecnología que le han valido numerosos premios. Atento a la coyuntura política, minutos después bajará corriendo las escaleras hacia el auditorio, en el mismo edificio. “Tengo una tesis. Es de una colega, no me la quiero perder”.

– Si hace diez o quince años alguien le hubiera dicho…

Si hace diez o quince años alguien me hubiera dicho que podría aspirar a ser diputado, yo le habría contestado que era algo muy alejado de mi perspectiva personal. No estaba en mí transformarme en un legislador. Yo he basado toda mi expectativa en una carrera científica. Sin embargo, debo reconocer que a lo largo de mi tránsito en el sistema científico y, a su vez, al adquirir responsabilidades de gestión, uno se va involucrando en lo que son las políticas que se ejecutan. Y estar al frente de un organismo como el CONICET implica ejecutar políticas científicas. Necesariamente esa actividad está relacionada con el marco político.

Cuando ocurren situaciones como las que estamos asistiendo ahora, en las cuales se advierte una clara disrupción de lo que era –hasta hace muy poco tiempo– el proyecto científico-tecnológico del país, en donde se ven amenazados muchos de los logros que se habían realizado en la gestión 2003-2015, surge esta necesidad de involucrarse, de comprometerse. Unidad Ciudadana es un movimiento amplio de ciudadanos afectados por estas políticas, que se propone frenar el ajuste neoliberal que se está llevando no sólo en la ciencia, sino también en la educación, y en todos los aspectos de la vida del país. Entonces, cuando miro para atrás, encuentro que este paso del laboratorio a aspirar a una banca como legislador es una consecuencia natural de circunstancias que sí o sí te llevan a optar por caminos que hay que tomar, eligiendo un compromiso que asumir.

– Por delante tenemos dos países: el que será hasta agosto y el que vendrá después de octubre. ¿Cómo se priorizan líneas de trabajo pensando en el momento actual y en el plan B que requeriría enfrentar un recorte llevado al extremo?

El segundo tema, lo que vendrá después de octubre, es el más importante, ya que es el futuro próximo, 2018-2019. En principio, resulta imperativo frenar la destrucción del Estado que profundizarán si ganan las elecciones de octubre. En este contexto, el movimiento al cual me sumo como candidato pretende detener desde el Congreso las políticas que implementarán para achicar el Estado, y en mi caso particular, aquellas dirigidas al sistema de ciencia y tecnología. Estas políticas ya están dejando sin futuro a centenares de jóvenes científicos cuyo horizonte será emigrar reiniciando el ciclo de la fuga de cerebros. Ninguna sociedad inteligente desecha recursos humanos que son esenciales para el desarrollo económico y social de un país. Por ello, es necesario tener legisladores que estén realmente comprometidos en frenar estas políticas destructivas que, de implementarse, harían muy difícil seguir haciendo ciencia en Argentina.

Por otra parte, uno no deja de sorprenderse con las iniciativas del Gobierno. Pienso, por ejemplo, en el proyecto de ley generado por legisladores de Cambiemos respecto de la no obligatoriedad de cumplir con el plan de vacunación. Algo completamente descabellado y que nos haría retroceder años en salud pública. O las propuestas que seguramente impulsarán relacionadas con la flexibilización laboral y la privatización del sistema previsional. Me parece que hay mucho por hacer desde el Poder Legislativo, siendo consecuente con las ideas, respondiendo al mandato que uno recibe, que tiene que ver con recuperar lo perdido y frenar aquellas iniciativas que uno vislumbra pueden venir.

Ahora, ya pensando en proyectos específicos de mi área, hay que apoyar la Ley de Financiamiento del sistema de CyT que se está discutiendo en estos días en el Congreso; propuestas para declarar la emergencia presupuestaria por doce meses a fin de garantizar el funcionamiento normal de CyT y un proyecto para frenar la fuga de cerebros y mantener el ritmo de ingresos de CONICET del 10% –según el plan Argentina Innovadora 2020–. También, y ya para más adelante, es necesaria una ley general sobre la actividad científica, marcos legislativos particulares en algunos organismos como el CONICET, donde existen reclamos históricos, una ley que permita agilizar y destrabar la burocracia que hoy dificulta la realización de proyectos científicos en lo referente a la importación de insumos y equipamiento. Hay mucho por trabajar en estos aspectos.

– El momento actual vuelve impensable un desarrollo de proyectos en ejecución de infraestructura edilicia como ha habido en el Gobierno anterior y la gestión para la obtención de materiales y equipos. 

Sí, claramente los investigadores están preocupados en retener a los jóvenes que se han formado y en poder mantener en ejecución los proyectos que desarrollan. Difícil es pensar en una inversión significativa en nueva infraestructura y equipamiento. En este sentido, el Gobierno actual ha continuado algunas obras iniciadas en la gestión anterior, otras se encuentran paralizadas y están en proceso de avanzar hacia la compra de equipos de una convocatoria 2015, es decir, realizada en el marco de la gestión anterior.

– Finalmente quedó demorado y en estudio el tema del financiamiento, que el martes 27 tuvo una reunión clave en Diputados para garantizar la prosecución de políticas en CyT hasta 2030.

En la Comisión de CyT de Diputados se logró avanzar con un dictamen en mayoría sobre el Proyecto de Ley de Financiamiento de la Ciencia y la Tecnología. En Senadores hay otros dos proyectos en la comisión respectiva, pero no hay dictamen aún. Lo concreto es que existe la intención de los legisladores de que la ciencia tenga un financiamiento sostenido, en contraposición a lo que viene haciendo el Poder Ejecutivo. Hay que advertir que el proyecto debe aún recorrer otras comisiones para ser tratado, algunas de las cuales son controladas por el oficialismo. El interés de los legisladores nos lleva a pensar que examinarán con mucho cuidado la función ciencia y técnica en el presupuesto nacional para el año próximo, lo cual es muy bueno.

– La Administración macrista habla mucho del pasado y del futuro. ¿Cómo enlaza esos discursos con los planes que dicen tener para el sistema de ciencia y técnica? 

El futuro que nos presenta Cambiemos es el pasado: es la Argentina agroexportadora, la Argentina de servicios financieros, la Argentina de los noventa. Nosotros queremos otra Argentina. Un país que utilice sus recursos naturales pero que también pueda tener una industria competitiva internacionalmente, para lo cual se requiere ciencia, tecnología e innovación. Sabemos muy bien que la actividad primaria no es la que te garantiza estar entre los países desarrollados. Y Argentina, a través de los desarrollos científicos que tuvo en sólo diez años, demostró que puede ser competitiva en satélites, en biotecnología vegetal, en la producción de medicamentos, en energía nuclear pacífica –como lo ha sido tradicionalmente y es líder en Latinoamérica–. Esa es la Argentina del futuro. No es justamente la Argentina que nos ofrece Cambiemos.

Salvarezza arrastra las letras para enfatizar que a “los países les lleva muuucho tiempo poder armar un sistema científico y tecnológico competitivo. Y con las políticas actuales vamos volviendo rápidamente al pasado”.

– Desde la presidencia del CONICET estuvo muy ocupado en todas las dimensiones posibles de federalizar la actividad científica. ¿Dónde encuentra las mayores urgencias o áreas prioritarias para trabajar en el Congreso? 

Efectivamente, el tema de federalizar la ciencia fue prioritario durante mi gestión, por la concentración que teníamos de recursos humanos en determinadas zonas del país. Se logró empezar a cambiar esta matriz. De hecho, hay algún reconocimiento explícito informado por el Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación productiva (MINCYT). Nosotros empezamos con la creación de los Centros de Investigación y Transferencia, con las universidades locales y en algunos casos con la intervención de las mismas provincias. Ese proceso requería una profundización que, en una etapa posterior, involucraba la creación de infraestructura para investigación. Hay recursos humanos, hay gente joven que puede encontrar su horizonte en las provincias si es que las dotamos de los recursos necesarios. Es un proceso de transformación lento, porque supone radicar gente en forma consensuada y contemplar las posibilidades de radicarlos con su familia.

Hay ejemplos de que esto funciona. Hay centros muy interesantes, como el CENPAT en Puerto Madryn, el CADIC en Ushuaia. También el CRILAR de la provincia de La Rioja. Lugares donde uno encuentra mucha gente joven que está contribuyendo a los desarrollos regionales en centros que se montaron sobre la creación de infraestructura. Si, por ejemplo, en Formosa se pone un instituto de veterinaria, en Misiones uno de medicina tropical, de acuerdo a la necesidad regional y con el aporte económico para su funcionamiento, es muy probable que la experiencia se pueda concretar, con paciencia, pero también con muchas probabilidades de éxito. Es un tema central en el que me gustaría muchísimo trabajar, porque creo tener algunas ideas que pueden aportar para que esto se logre.

Hoy en día, todo esto está amenazado. Si se reduce al 50% la entrada de ingresantes al CONICET, la mayoría de los cargos va a quedar en manos de aquellos lugares que tengan más desarrollo y, por ende, los más competitivos. En un sistema donde prima la meritocracia, va a ganar el más fuerte. Esta competencia darwiniana va a acrecentar la centralización y va a ser muy difícil llevar adelante esta política que tenía el Directorio de CONICET en su momento: la de elegir una fracción de cargos para repartir en el interior. De hecho, el año pasado no se aplicó porque fue exigua la cantidad total de cargos disponibles.

– ¿Los temas estratégicos también compiten dentro del total de cargos?

Sí, hoy se habla de 250 para la investigación tradicional y 250 para los temas estratégicos. En estos últimos también van a ganar los que tengan los grupos más fuertes, porque harán las propuestas más desarrolladas académicamente. Entonces me parece que esta clase de medidas que se han tomado afectarán profundamente a las provincias y no van a contribuir a la federalización de la ciencia. La cuestión de los recursos humanos no es un tema que se pueda encarar con voluntarismo. No puede ni crear tecnólogos por decreto ni mover a la gente sin un plan serio, porque las personas tienen la vida configurada en un lugar y hay que crear las condiciones para que un cambio sea atractivo.

– ¿Qué comentarios recibió de los colegas? ¿Le armaron una lista de pedidos?

No recibí reclamos o pedidos concretos, excepto que no me olvide de las jubilaciones de los técnicos. Lo que sí me llegaron son muchísimos mensajes de apoyo, del tipo de “qué bueno que nos representás”. Creo que el conjunto de mis colegas tiene muy claro que la gestión anterior apuntó a fortalecer la capacidad del país de realizar ciencia y tecnología. Más allá de las tensiones que tuvimos, tensiones de crecimiento, fueron doce años donde los científicos pasaron de no tener un lugar ni en lo simbólico ni en lo material a recibir apoyo económico y volverse relevantes para la sociedad. Y creo que reconocen todo lo que se hizo.

– Es muy inusual que alguien perteneciente al sistema científico, en actividad, investigando, deje ese lugar y aspire a ocupar una banca.

Hay otros investigadores del CONICET en este momento en el Congreso Nacional. En mi caso, lo haría desde Unidad Ciudadana para representar a todos los que cotidianamente aportan a crear conocimiento en este país: profesores universitarios, científicos, becarios, estudiantes. A todos los que han pensado en una Argentina en la cual el conocimiento mejora la calidad de vida de nuestros ciudadanos y contribuye al crecimiento económico. Hoy vemos que el Gobierno marcha en la dirección contraria. Está dispuesto a expulsar a gente que es imprescindible retener, como los jóvenes investigadores que trabajan en cáncer, enfermedades infecciosas, pobreza y desarrollo cognitivo, educación, y muchos otros más. Estos investigadores se van a quedar afuera del sistema y se van a ir a otros países a continuar sus carreras. Si uno tuviera que pedir algo, diría: “que se queden todos, que no se vayan”. Ese sería el mensaje. Es un momento en que hay que asumir responsabilidades, enfrentar estas políticas. Por eso creo que debo ocupar esa posición.

– El imaginario científico del macrismo es fervoroso entusiasta de la creación de startups, de la ciencia aplicada con científicos emprendedores. Todas decisiones individuales, casi como el pensamiento que imagina las no-vacunas. 

Justamente, nosotros estamos en contra de ese mensaje. Me parece una visión muy pobre de la ciencia. Pensar nuestra actividad solamente para generar empresas y obtener un efecto económico. La ciencia es mucho más que eso. La ciencia tiene impacto social que muchas veces es superior al impacto económico. Vos habrás escuchado que se nos quiere juzgar por los empleos que generemos. Y yo estoy viendo qué vamos a hacer, por ejemplo, con la investigación clínica que se hace en los hospitales o las investigaciones de las ciencias sociales. ¿Que papel tendrán los científicos que trabajan en estas áreas? El mensaje es de una pobreza que hay que salir a cuestionarla. Esta visión limitada está relacionada con el neoliberalismo. Un científico debe armar “su” empresa, ese es su rol. No estoy en contra de los emprendedores, pero un sistema de ciencia y técnica no puede basarse sólo en esta propuesta, que además tiene pocas posibilidades de éxito en el actual contexto económico.


 

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