Tapiales y ventanas es el nombre con que Susana Biamonte decidió bautizar su primer libro, concebido a través del acompañamiento y del taller literario El paisaje nos devora, espacio de escritura y edición colectiva que significó la puntapié inicial de la autora en el mundo de la literatura.
“El deseo de escribir hace nacer aquí a una mujer que se adelanta, aunque sea por un instante, al centro de la escena, para inventarse otra distinta”, manifiesta en su presentación la obra autobiográfica de Susana Biamonte, desarrollada en unos quince microrrelatos que, a través de setenta páginas, realiza en recorrido de vida con escalas en rincones de la casa, instituciones, personajes, anécdotas y aguafuertes de un alejado pueblo de la provincia de Santa Fe, desde la perspectiva de una niña de unos ocho años.
En Tapiales y ventanas hay un una casa de pueblo donde funcionaba una escuela, con una niña que con palabras dibuja el mundo, busca y escribe a su padre. Entre el piamontés –lengua italiana anclada en la zona santafecina– y el español aprende las formas de las cosas, los secretos, las voces a medias, los juegos y las despedidas. “La vida desde el tapial es como un cuento. En el pliegue del verano, la lluvia, la calle y la siesta abren su ojo extrañado y cantan”, es el lema con que la editorial Papermusa describe la obra.
“Mi padre era maestro, funcionaba la escuela en mi casa y a la vez teníamos pupilos. Eran chicos que concurrían a la primaria. La mayoría de ellos eran hijos o descendientes de piamonteses. Quienes vivían en el campo y no tenían acceso a la escuela, hablaban ese idioma. Esa convivencia para mí marcó mucho mi visión de las cosas de chica”, dijo a Contexto la autora, jubilada como química, quien jamás había tenido un acercamiento al mundo de las letras hasta su llegada al espacio El paisaje nos devora, dictado en el centro cultural La Grieta, donde encontró un nicho para rescatar los recuerdos y ponerles palabra.
Los relatos atraviesan nombres propios vinculados al pueblo natal, calles y edificios, personas allegadas a la niña protagonista que, si bien representa la voz narrativa de Biamonte, no tiene un nombre específico en la obra. La protagonista es una sola, pero puede tomar forma en cualquiera que encuentre referencia en ella. Por otro lado, la historia adquiere una inmersión personal al evocar el fallecimiento de la madre de la escritora, al tener esta solo ocho años. “Fue un episodio que marcó un antes y un después en mi vida y tuve la necesidad de explicar por qué ella estaba ausente en los relatos”, agregó Biamonte.
Ventanas y tapiales fue presentada en La Grieta el viernes pasado, donde se leyeron pasajes en español y piamontés, además de contar con acompañamiento de música en vivo. La obra es una aproximación al mundo autobiográfico, en manos de una autora que dibuja y desdibuja los límites entre ficción y realidad, en la búsqueda por recuperar las ilusiones y fantasías de una niña que nunca dejará de vivir en un pueblo chico del interior.