Por Sebastián Palma
La celebración, esos días largos de esta Semana de Mayo que pasó con mujeres y hombres de todas las edades en sintonía de fiesta popular asumiendo la potestad del escenario público, resume una mirada que suma en clave de conquista la independencia cultural a la tríada del ABC del peronismo como movimiento histórico: independencia económica, soberanía política y justicia social. Lo material y lo simbólico, sintetizado en la emoción de una plaza colmada entonando el Himno Nacional Argentino, enaltecido en el aplauso que no terminaba ante la aparición de la presidenta Cristina Fernandez de Kirchner.
En estos días, también, algunos medios de comunicación –los mismos de siempre– se empeñaron en sostener con enormes dificultades argumentativas que el Kirchnerismo se adueñó de las fiestas patrias. En realidad, les cuesta comprender cómo en tan pocos años –en términos de procesos históricos, doce años es un período corto–, la bandera, la escarapela, el 25 de Mayo, el 24 de Marzo, y cada una de las celebraciones patrias, han sido re-apropiados, recuperados por el pueblo argentino.
La clave, quizá, está en esa síntesis entre lo material y lo simbólico; en esa oportunidad de asumir que hay Patria porque hay Memoria, Verdad y Justicia, Asignación Universal por Hijo, Ley de Matrimonio Igualitario; hay Patria porque hay Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual, paritarias, Consejo del Salario; 6% del PBI destinado a Educación, Plan Conectar Igualdad, 5.000.000 de nuevos puestos de trabajo desde 2003; Ley de Identidad de Género, el ArSat 1, dos aumentos anuales por ley a los jubilados; Aerolíneas Argentinas, renegociación con quita de la deuda externa, Trenes Argentinos, Fútbol para Todos, entre otras tantas cosas que pudieran citarse.
La dignidad recuperada. Memoria, Verdad y Justicia como patrimonio cultural del pueblo argentino que, a pesar de las deudas pendientes, supo reconocer a quienes conduciendo un proyecto político generaron un proceso de transformación que devolvió derechos, que generó nuevos derechos donde había necesidades; que empoderó a cada una y cada uno de las/os argentinas/os para no dar ni un paso atrás sobre el terreno ganado. Por eso, aunque a algunos pocos les moleste la felicidad del pueblo y la grandeza de la Patria, miles, millones, entendieron que efectivamente hay Patria. Y que había que celebrarla.