Por Gustavo Cirelli
Hubo una fisura en el blindaje. Es apresurado determinar la magnitud y sus consecuencias. Lo prudente, por ahora, es señalar que el punto de quiebre podría ubicarse a mediados de diciembre de 2017, cuando la realidad impactó de lleno en la burbuja gubernamental, gobierno que venía envalentonado por un triunfo electoral en los comicios legislativos, lo que fue presentado por los medios dominantes como la refundación de la República teñida de amarillo: Mauricio en el país de las maravillas. Pero cuando creyeron que la ruta al 2019 estaba garantizada sin turbulencias, la soberbia (cualidad intrínseca del estilo neoliberal gobernante) los llevó a forzar los límites de lo posible creyendo que, por ejemplo, saquear el bolsillo de los jubilados, o de los que perciben la Asignación Universal por Hijo, o de personas con discapacidad (sin obviar, claro, la brutal represión) no tendría costo. Pero no fue así.
Desde entonces, el macrismo no hace pie en el pantano de la crisis que generó a lo largo de veinticuatro meses de gestión. Por caso, no pueden contener los precios, los salarios vienen perdiendo con la inflación y el oficialismo no está dispuesto a propiciar paritarias que al menos frenen la sangría de los ingresos, en especial, de los sectores populares; el dólar sigue su camino ascendente, y el malhumor social resuena en cada evento público, multitudinario -y no tanto- en el que los insultos al presidente musicalizan la escena.
Un panorama nacional que también repercute en la versión más blindada de la escudería Cambiemos, la que conduce la ya no tan alada María Eugenia Vidal en tierra bonaerense. Los días previos al jueves 1° de marzo, en que la gobernadora inauguró la Asamblea Kegislativa en La Plata con su virulento y obvio discurso contra los docentes, hubo un dato significativo, concreto, que delimitó el campo de acción del gobierno provincial. Un destello permite aventurar que no todo daría lo mismo. Hay valores, al parecer, internalizados en la sociedad que no son tan fáciles de barrer por más focus group y bombardeo de trolls que haya.
A saber: se anunció que la gobernadora cerraría ocho escuelas en las islas del Delta y otras 39 rurales. Más allá de la parafernalia mediática con la que se quiso edulcorar la cuestión, lo que entendió la sociedad es precisamente lo que es: Vidal cierra escuelas públicas. Una manera lógica de cambiar “futuro por pasado”, como expuso su inconsciente en aquel fallido imborrable en plena campaña electoral de 2015.
La consultora Analogías realizó un sondeo de opinión en 28 partidos del Gran Buenos Aires 48 horas antes de que Vidal inaugurase el año parlamentario en La Plata. La primera pregunta inquirió sobre el nivel de información, cuántos sabían del intento de la gobernadora de cerrar las escuelas. El resultado refleja que “la información pública sobre el tema alcanza a la mitad de los encuestados”. El 49,7% no está informado. Una muestra descarnada de la protección mediática de la que goza la Administración macrista, sobre todo en la provincia de Buenos Aires. No es un dato menor.
En la segunda pregunta, desde Analogías se buscó la opinión de los encuestados ante la iniciativa de Vidal de querer cerrar escuelas. El rechazo es contundente: 63,4% dijo estar en desacuerdo. Solo dos de cada diez se mostraron a favor. El resto no sabe.
En el tercer ítem, se consultó acerca de la actitud de la gobernadora “con respecto al conflicto docente”. El 56,5% está en desacuerdo. Un 34,8% la avala. En este punto, cabe destacar que el rechazo a la manera que impone el Ejecutivo provincial es más alto entre los de 16 a 29 años (el 59,3%) y en la franja etária de los 30 a los 44 años (61,3), mientras crece el apoyo a Vidal entre los mayores de 60 años al 41,7%.
El reclamo salarial docente cuenta con un respaldo de 55,5%, mientras que seis de cada diez consultados cree que la gobernadora debe darles un aumento por encima de la inflación “para evitar el conflicto”.
La pulseada que, una vez más, Vidal fuerza contra los docentes es un reto central para unos y otros. El macrismo despliega su arsenal con la intención de acorralar a los maestros en el descrédito (los acusa de mantener como “rehenes” a los alumnos), los estigmatiza, incluso haciéndolos responsables del deterioro educativo; desde la gobernación, y también desde la Casa Rosada, apuestan a imponerle una paritaria a la baja al sector, para que, además, el ejemplo cunda sobre otros gremios que no están dispuestos a ceder mansamente la pérdida no sólo del poder adquisitivos de sus trabajadores.
Por ahora, las intenciones de Cambiemos chocaron con la escuela pública y todo los que esa institución representa material y simbólicamente en la memoria colectiva.
Casi el 60% a favor de la despenalización del aborto
El 27 de febrero, la consultora Analogías realizó un sondeo en 28 partidos del Gran Buenos Aires sobre la despenalización del aborto. Entre los 2.356 encuestados, el 83,4% afirmó estar informado sobre la posibilidad de que el tema sea debatido en el Congreso. Más del 57% de los entrevistados opinó estar de acuerdo con la despenalización, lo que superó en 25 puntos porcentuales al desacuerdo.
A días de lo que será la masiva marcha de mujeres del 8M -en la que la lucha por el aborto legal, seguro y gratuito será uno de los ejes de la demanda-, el gobierno nacional pretendió adueñarse del debate público sobre el tema, intentando tomar la iniciativa. Pero fue otro acto inverosímil del macrismo. La lucha por la despenalización del aborto, una de las principales causas de la muerte materna, cuenta con una larga tradición en la Argentina, como se verá el jueves 8 en las calles de todo el país, cuando miles y miles de mujeres vuelvan a escribir la historia.