Dale play abajo. Reales Kimonos suenan como cuatro cachorros sueltos en busca de su propia supervivencia. La canción que arranca se llama «París» y funciona como un preámbulo de garage-rock de una urgencia adolescente que vibrará sin interrupciones durante las próximas once canciones. Aunque con las visibles fallas de ensamble de un disco debut, Superhéroe gana de entrada por actitud y energía, como si detrás de esas piezas urgentes, construidas con las herramientas del rock garagero de principios del nuevo milenio, existiera alguna una intención de cambio o búsqueda imperiosa.
En tiempos de sintetizadores y atmósferas más flotantes que aguerridas, no es habitual escuchar un grupo sub-23 con este caudal de adrenalina y arrogancia joven que recuerda a lo más seminal del rock. «Soy un pez koi contra la corriente», cantan en «Plástico», dotando a su cruzada de un heroísmo lúdico absurdo.
La sensación es que dentro de seis meses Superhéroe podría alcanzar un resultado mucho más ambicioso y ajustado, pero como foto inicial es esperanzadora. Avanzando entre riffs de distorsiones abrasivas y voces de guerra superpuestas, el cuarteto se arrima también al blues rock en clave Black Keys («Tres llamadas perdidas y un final») o prueba un estilo anfetamínico de ubicarse al borde de la pista de baile («Champagne», «Uh, La lengua»), pero siempre guiados por esa electricidad hormonal que por ahora significa su principal atractivo.
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