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Shaman Herrera: todos los fuegos, el fuego

Por Ramiro García Morete
(Foto: Iru Poliamor)

Govinda cumple un año. Es su hija y minutos después de la charla los amigos de sus padres celebrarán tamaña bendición. “Govinda” es el primer corte del disco que Shaman publicó recientemente junto su banda, Los Pilares de la Creación. Radicado en Epuyén desde hace meses, el sureño cruza la Plaza Rocha de La Plata que lo catapultó como uno de los referentes del llamado under nacional con su imponente figura y una paz casi atávica. Lleva unos anteojos blancos a lo Willy Wonka, cabello negro largo, bigotes delgados y bermudas.

Shaman no llama la atención: la invoca. La diferencia entre aquellos que piden a gritos y los que cantan poderosamente. Su voz y su imagen (ambas construidas, no impostadas) funcionan como una suerte de conjuro o algo así como un canal concéntrico, donde transitan diversos sonidos y experiencias que van más allá del rock, el folclore u otras
etiquetas que bien le caben. Shaman es más bien una suerte de energía que se renueva constantemente, tal vez como aquello del fuego que al crepitar cambia de colores pero no deja de ser el mismo.

Todo lo antiguo no tiene valor, todo lo nuevo es incierto

“Govinda, Govinda da/ No esperes nada y da”. La paternidad de este prolífico cantautor, productor y exguitarrista de Sr. Tomate implicó varios cambios en los últimos tiempos que claramente afectaron y potenciaron su constante necesidad de cambio. “Tiene mucho que ver el tema. Obviamente este año para mí fue muy zarpado. Por la paternidad, pero al mismo tiempo desde lo creativo con la banda, buscando nuevos horizonte. Incorporamos nuevos músicos. Julián Rossini ya que venía tocando con nosotros en el vivo, pero en este disco participó de la parte compositiva. Lo mismo que Pablo Girardin, que toca la tuba, quien se sumó a ensayos de temas nuevos. Y se armo un reensamble. Y al mismo tiempo hay cuerdas. El disco viene en un plan muy orquestal”.

Al mudarse, la dinámica de la banda cambió. Por lo pronto, antes de partir llevó todas las tomas del inminente disco para mezclarlo en la paz de la montaña. Y a la vez diseñaron una modalidad acorde a la nueva realidad. “Todos tenemos otras cosas para hacer. Edu (Morote) toca con Sr. Tomate y Sara Hebe. Ale (Bértora) toca con Batalla en el Río Negro, y Juli tiene mil movidas. Y es un buen tiempo para desarrollar eso. Entonces decidimos concentrarnos más en ciertos hitos que sucedieron a lo largo del año, que estar activos al nivel de bandas que están ahora con ganas de tocar constantemente. Un poco porque ya
agotamos esa energía… o la queremos concentrar en tres o cuatro hitos que suceden bajo el año. Que pueden ser mis venidas hacia acá o giras.” Y remata pensando en el concepto de “ceremonia” más que de “fecha”.

Definitivamente, los conciertos de Herrera logran ese efecto, íntimo en clima pero considerable en despliegue.  “Ese es el plan. La música que estamos desarrollando en este disco es muy así. No es para tocar en cualquier lugar. Requiere mucha producción porque son muchos músicos”.

Es que no me pueden decir que el camino es uno sólo de espíritu definitivamente inquieto, el artista se adscribe en esa serie de artistas cuyo crecimiento no pasa por los saltos drásticos sino por profundización de un camino. “Siempre estoy buscando lo novedoso para mí. Capaz que es imperceptible para los demás. Para mí la búsqueda va dentro de ciertos parámetros estéticos que no están planteados ni escritos. No la pienso, la siento. Dentro de eso trato de buscar algo que sí profundice pero que básicamente me haga entusiasmar. Decir: ‘¡Guau… esto no lo había hecho, qué loco! ¿¡Cómo no hice esto hasta ahora?!’ Yo me reconozco como artista y me escucho. Creo que uno hace la música que quiere escuchar y  está en busca de algo que te rompa la cabeza.  Yo quiero romperme la cabeza a
mí mismo”.

“Pero ya no soy yo ni el sol es como ayer. Perdemos la piel… ganamos otro ser”

Shaman cuenta que cada tanto escucha sus viejos discos y le gusta porque se sorprende. “Veo las diferencias como voy evolucionando.” Algo que ha evolucionado y fortalecido como sello personal es su inconfundible voz. El adolescente que había “flasheado” con «The Works» de Queen y que cantaba como Michael Jackson descubrió en un momento
voces como las de Captain Beefheart, Tom Waits o Howlin´ Wolf: oscuras, rasgadas, misteriosas. Así fue que delineó su estilo. “No hay que forzar nada. Pero sí conducir. Yo siempre fui con el feeling, lo que me produce. Siempre me gustó cantar. Mi instrumento fue mi voz. No me considero un gran guitarrista. Compongo desde ahí, desde la melodía. Es el instrumento que desarrollé más. Se trata de conocer los límites, hacia arriba y abajo”.

Sin sonar a lectura de playa, Shaman habla de “autosuperación” y compara el esfuerzo que hizo como músico con el que no quiso hacer cuando medía lo mismo a los doce y jugaba de pívot al básquet.  “Hoy seria base, el gordito…”, se ríe, aunque tanto hachar leña y demás ejercitaciones domésticas en su nuevo hogar quizá debatan en el futuro su propia autopercepción.

Hablando de imagen, ha sido otro elemento importante en un artista que entiende todas las dimensiones de esa palabra. “Siempre me gusto lo creativo de mi personaje. El personaje lo armé. Me ponía el sombrero y era mi personaje. Pero llegaba a casa e iba a hacer las compras sin el sombrero”. Su arquetípico bombín se extravió y compró uno de reemplazo. La segunda vez, aceptó la señal y ya no usó más.

Aún reverberando la voz y eco de los días futuros

“Nunca estuve seguro de nada. No estoy seguro de nada. Yo no sé si voy a hacer esto toda la vida. Nunca busqué esa seguridad. Busco disfrutar la vida. Ahora la vida me planteó irme a la mierda y no estar tan pendiente del proyecto musical, disfrutando otras cosas.Creo que así es aplicable a todo”.

Con un repertorio de marcado tono místico y alegórico, Shaman se reconoce como “espiritual mas no religioso” desde que tiene memoria. Con la mente en el cosmos pero los pies en la tierra, no es ajeno a la coyuntura y su impacto en lo artístico: “Si sos artista y sos sensible, es inevitable que te atraviese y tengas que decir algo. Hay gente que lo hace más directamente. Escribo muchas cosas con bronca pero si hay literalidad después no funciona artísticamente con mi viaje. Más bien está descrito en sensaciones. No en un hecho demasiado concreto. En la tristeza y la ira que hay está eso. Sin embargo, este disco terminó teniendo más esperanza. Este disco es de esperanza.“

Para el final, no es ajeno a un tema excluyente del presente y futuro: “Yo creo que es feminismo o extinción de la raza humana”. Y reconoce que se examina “cada vez más. Y te van cayendo fichas de cosas automáticas. Y estoy examinando mucho mis machismos y micromachismos. Porque los tengo“.

Para escuchar los discos de Shaman Herrera: https://discosdeshaman.bandcamp.com/


 

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