El miércoles 23 de mayo, a los noventa años, aquejado por un cáncer de garganta, murió el terrorista cubano-americano Luis Posada Carriles. Torturador y asesino confeso, fue el más conocido de los criminales al servicio de la Agencia Central de Inteligencia (CIA). Puso bombas en aviones y hoteles y en varias oportunidades intentó asesinar al líder de la Revolución cubana, Fidel Castro Ruz.
La larga lista de hechos criminales de Posada Carriles sólo es comparable con la larga lista de fracasos en su obsesión por asesinar a Fidel y acabar con la Revolución.
Tras llegar a Estados Unidos, luego del triunfo de la Revolución en Cuba, se unió al ejército norteamericano y rápidamente se incorporó a la CIA. Como agente de esa agencia de inteligencia organizó y entrenó a los mercenarios que realizaron la fallida invasión a Playa Girón (Cuba) en 1961.
Durante las décadas del sesenta y setenta, la CIA envió a Posada Carriles a asesorar a las dictaduras de América del Sur y del Caribe. En 1967, lo envió a Venezuela para incorporarse a la Dirección General de Policía (DIGEPOL), organismo que en 1969 pasó a llamarse Dirección de los Servicios de Inteligencia y Prevención (DISIP). Allí usó el alias de “Comisario Basilio” y se dedicó a dirigir y ejecutar torturas.
En 1971 organizó un atentado, que resultó fallido, contra el comandante de la Revolución cubana, Fidel Castro, cuando este visitó Chile invitado por el gobierno de Salvador Allende.
El 6 de octubre de 1976, un grupo de terroristas al servicio de Posadas Carriles y su cómplice Orlando Bosch colocaron una bomba en un avión de pasajeros de la empresa Cubana de Aviación y lo hicieron estallar en pleno vuelo. El atentado provocó la muerte de las 73 personas que viajaban en la aeronave. Posada Carriles fue arrestado y condenado en Venezuela por ese crimen, pero en 1982 se organizó una fuga y, después de recalar en Centroamérica, volvió a Estados Unidos.
En la década del noventa organizó atentados contra hoteles en Cuba que provocaron varios heridos y la muerte de un turista italiano. Los gobiernos de Cuba y Venezuela pidieron en varias oportunidades que Estados Unidos lo extraditase para que fuera juzgado, pero el Poder Judicial norteamericano y los distintos gobiernos de ese país se negaron a hacerlo.
La lista de actos terroristas de Posada Carriles y sus socios es interminable. Con el tiempo su política de odio lo aisló del resto de la emigración cubana. Sin embargo, como inmerso en una máquina del tiempo, apoyado en la nefasta figura del senador ultraderechista Marco Rubio, a su llegada el poder, el presidente norteamericano Donald Trump desempolvó el discurso de la Guerra Fría y se apoyó firmemente en el asilado y minoritario sector reaccionario de Miami que apoyó todas las prácticas terroristas de Posada Carriles. El terrorista siguió protegido por el gobierno. Murió sin condena y consumido por el odio que lo ahogaba al ver que la Revolución cubana, a la que quiso destruir una y otra vez, sigue más firme que nunca.