Por Pablo Pellegrino
“A partir de un diagnóstico equivocado sobre la situación del país a fines de 2015, y sobre cuáles eran los principales desafíos que se debían afrontar, se comenzó a consolidar un modelo económico de corte conservador que ingresó en un círculo vicioso de ajuste y achicamiento de las capacidades del Estado”, sostiene la solicitada firmada por casi 250 economistas que conforman el colectivo Economía política para la Argentina (EPPA).
En el documento ponen de manifiesto las políticas que llevaron al país a una crisis que atraviesa desde hace meses, en la que el dólar se disparó un 60% desde principios de 2018 y la incapacidad económica de cubrir el rojo en las cuentas externas redundó en el regreso del Fondo Monetario Internacional como salvavidas de lo que los economistas denominan “un modelo insustentable”.
“La fuerte revalorización del dólar en nuestra economía es parte de una histórica problemática estructural que, con las políticas actuales, se ve intensamente profundizada y más por el carácter bi-monetario de la economía argentina, una característica excepcional a nivel mundial”, comienza la solicitada que, desde el comienzo, analiza la corrida cambiaria de los últimos meses.
En este sentido, EPPA advierte que, si bien se ha puesto el foco en el accionar del Banco Central en el manejo de la crisis financiera, la causa central del problema “es el conjunto de medidas que se tomaron desde el inicio de la gestión”, y sostiene que esas políticas “han llevado a profundizar los problemas estructurales de la Argentina y hacer de este modelo un camino inviable hacia el desarrollo socioeconómico, alimentando la fuga de capitales y la especulación financiera que, a través del endeudamiento externo, pretenden sostener en el tiempo”.
EPPA advierte que la causa central del problema “es el conjunto de medidas que se tomaron desde el inicio de la gestión [que] han llevado a profundizar los problemas estructurales de la Argentina y hacer de este modelo un camino inviable”.
“Por cuestiones ideológicas, las disposiciones y mecanismos de regulación que dispuso el gobierno saliente se eliminaron rápidamente. En el plano monetario, la disolución del sistema de administración del mercado de cambios dejó librada al mercado la compra y venta de divisas, permitiendo la libre entrada y salida de capitales financieros, que fueron invitados a la especulación, sin ninguna restricción temporal de permanencia. Al mismo tiempo, concretó una devaluación del cuarenta por ciento, preludiando la inflación más alta de los últimos años”, dice el texto, y añade a ese panorama de desregulación la eliminación de controles del comercio exterior que acrecentó el rojo de la balanza comercial y la caída del mercado interno producto de la baja en el poder adquisitivo de los salarios y eliminación de normas regulatorias.
Los economistas también mencionan la “merma en el erario público” que generó la alianza gobernante en el plano fiscal a través de la eliminación de retenciones para el sector agroexportador y minero y la supresión de impuestos progresivos, como los autos de alta gama y los bienes personales, que implicaban un gravamen a los sectores de mayores ingresos.
“¿Está destinado el préstamo a financiar un proceso de crecimiento sostenible que permita revertir el déficit externo? Considerando el énfasis del ministro Dujovne en afirmar que el préstamo es el reaseguro para poder mantener el programa económico definido hasta el momento, las respuestas difícilmente sean afirmativas”, dice el documento, y agrega: “En el acuerdo se hace hincapié en los ‘esfuerzos fiscales’ que hará el Estado para reducir el déficit. De este modo, la baja del gasto público anunciada para los próximos años redundará en menor crecimiento, menor nivel de actividad y menores salarios reales. En la misma presentación del Ministerio de Hacienda se prevé una reducción del 13% en términos en el rubro ‘salarios y bienes y servicios’”.
En esa línea, consideran que “sin un cambio de rumbo, los problemas estructurales no se solucionarán y el único efecto del préstamo será extender la agonía”, y señalan que “la diferencia de este préstamo con los endeudamientos anteriores es que como contrapartida se ofrece el compromiso de profundizar las políticas que nos llevaron a recurrir al acuerdo”.
La solicitada concluye con un apartado titulado “Otro camino es posible”, en el que los 248 firmantes manifiestan: “Una política con pretensiones de resolver la restricción externa de manera sustentable debiera tener como principios el estímulo al desarrollo de la industria nacional, de manera de generar más valor agregado y reducir las necesidades de endeudamiento externo para llenar los casilleros vacíos de nuestra matriz productiva”.
Pobres cada vez más pobres
Otro colectivo de economistas, el Centro de Economía Política Argentina (CEPA), elaboró un trabajo en el que analiza la caída del poder adquisitivo de los beneficiarios de programas de asistencia social y jubilaciones y salarios mínimos. El objetivo del informe es –en el marco del acuerdo con el FMI que es celebrado por el oficialismo porque “garantiza” la protección a los sectores más vulnerables– comparar el valor en dólares y el poder de compra de los beneficiarios de esos planes entre 2001, 2015 y 2018.
Los programas que se analizan son el Plan Trabajar de 2001 y el Argentina Trabaja y Ellas Hacen de 2015 y 2018, y los contrasta con la evolución de una canasta de productos básicos.
“En 2001 se podían adquirir 5,28 canastas con una ayuda social, y en 2018 sólo 4,77, una disminución del 10%. EN 2015 era de 7,27 canastas”.
“Mientras que el incremento de la canasta durante el período fue del 35% en pesos de 2018, el monto de la ayuda social se incrementó solamente 22% medida de la misma manera, lo cual implica una caída sustancial de las ayudas sociales en término de los alimentos considerados”, dice el trabajo del CEPA, y agrega: “En 2001 se podían adquirir 5,28 canastas con una ayuda social y en 2018 sólo 4,77, una disminución del 10%. Este dato contrasta con 2015, cuando el poder adquisitivo era de 7,27 canastas”.
Por el lado de las jubilaciones y salarios mínimos, los economistas advierten que, si bien en dólares están por encima de los niveles de 2001, están muy por debajo de 2015: “Con el salario mínimo se podían adquirir 7,55 canastas en 2001, 15,62 en 2015 y 9,43 en 2018. Con la jubilación mínima se podían adquirir 5,66 canasta en 2001, 12,01 en 2015 y 8,04 en 2018”.