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Con la prisión de Milagro condenan la organización popular

Por Alberto Ramírez*

Mientras el Juez Pullén Llermanos decidió arbitrariamente trasladar a Milagro Sala al Penal Federal de Salta, desconociendo la prisión domiciliaria ordenada por la Corte Interamericana de Derechos Humanos y la Corte Suprema de Justicia de la Nación, en un contexto agravado por la situación sanitaria de Milagro, su internación reciente y la presión de hallarse nuevamente frente a un juicio en el que ya se la condena de antemano, vamos a compartir algunas reflexiones sobre la situación de su organización y el estado de su obra en Jujuy.

Recorrer la obra de la Organización Tupac Amaru en Alto Comedero es entender la persecución política y judicial a Milagro Sala como la condena de los grupos de poder en Jujuy al mayor desarrollo de la organización popular en nuestro país. 

La cobardía del gobernador Gerardo Morales, su temor a confrontar con un movimiento social sólido con una infraestructura laboral propia, lo llevó a una práctica dictatorial avalada por el gobierno nacional y con la complicidad del poder económico local. 

La Tupac Amaru, con la férrea conducción de Milagro, generó una estructura productiva que comprendía cooperativas textiles, de construcción de viviendas, fabricación de bloques, carpintería, etc. Dialogando con integrantes de la Cooperativa de Trabajo textil nos comentan que se redujo en un 75% la cantidad de trabajadores ocupados desde la intervención de Cambiemos; dejaron de producir miles de guardapolvos para todos los pibes del país y hoy apenas trabajan para algunos municipios de Jujuy. Los ingresos también se redujeron a una mínima expresión (3.000 pesos mensuales más un plan social). También las miles de viviendas sociales construidas por la organización son un desafío para los carteles del gobierno nacional que anuncian un Plan Belgrano tan mustio como los brotes verdes de la economía. 

El Centro de Salud, las plazas, la pileta climatizada y el parque acuático de 21 piletas en una provincia en la que las niñas y niños no tenían derecho a la recreación, la fábrica de bloques para la construcción de viviendas, son todos ejemplos de una organización multitudinaria que estuvo en constante crecimiento. Se trató no sólo de un proyecto laboral, productivo e inclusivo, sino también de una verdadera batalla cultural para que los siempre postergados y ninguneados fueran constructores, partícipes de alcanzar la salud, la educación, el trabajo, la dignidad en suma siempre merecida y negada por los poderosos del lugar. Pero esas conquistas hoy se encuentran paralizadas; un color gris se extiende como un manto de silencio opresivo por toda la obra. En este contexto de opresión y miseria, los integrantes de la Tupac a pesar de que subsisten con magros ingresos siguen guardando en sus corazones la esperanza de que Milagro sea liberada y de que se pueda continuar la obra maravillosa de la que fueron parte. Son también mudos testigos del desguace, de la toma violenta de muchas de las máquinas, ambulancias y espacios construidos por la “Flaca” como cariñosamente la recuerdan.

Pese a tanto odio, pese al deterioro en su salud, ella, Milagro, muestra el temple, la fortaleza de sus convicciones, reclama de la militancia la actitud decidida para frenar al macrismo, para reconstruir lo que están destruyendo y que vuelva el Pueblo al gobierno. 

Con la acción de Milagro Sala el cooperativismo y la Tupac Amaru llegaron a ser la tercer entidad empleadora en la provincia después del Estado y de la empresa Ledesma, la de los Blaquier, cómplices de la dictadura y del gobernador Morales.

Era una organización popular, una empresa colectiva, un sueño movido por miles de pies y manos, en el contexto de un gobierno popular que encontró en esa organización su mejor intérprete. Porque fueron muchas las organizaciones sociales que crecieron al amparo del kirchnerismo, pero ninguna alcanzó la representatividad masiva en un territorio como lo hizo la Tupac Amaru en Jujuy y además con un crecimiento permanente expandido a otras provincias. Ejemplo de participación popular y de utilización correcta de recursos públicos volcados a la infraestructura social, desde la temprana inserción en la CTA junto a los estatales de Nando Acosta, la Tupac fue creciendo como ninguna otra organización social lo ha hecho hasta el presente. 

En cambio, el gobernador Gerardo Morales fue parte del gobierno de De la Rúa que se fue en helicóptero en la pueblada masiva del 2001; ¿habrá un subsuelo de la Patria en las jujeñas y jujeños, esperando expresarse un 17 de octubre?

Los factores de poder en Jujuy, representados por Blaquier, por Morales y el sistema judicial dependiente de ese mismo poder político oligárquico, se han unido para una condena anticipada, para una venganza consumada en el encarcelamiento sin pruebas, impidiendo su defensa y persiguiendo a sus defensores, cegados en el hostigamiento permanente a una mujer que no pueden doblegar con mentiras y agravios. Testigos contratados por el poder político, testigos que se desdicen de sus dichos incriminatorios, testigos que no testimonian porque no hay hechos de los que puedan dar fe. La cárcel, para los sueños de un pueblo. La prisión domiciliaria que no fue domiciliaria, no el premio que por el contrario se otorga a los genocidas sino el aislamiento persecutorio a una líder popular, ahora agravado por la decisión de enviarla al Penal Federal de Salta. Su vida está en riesgo y seguimos reclamando por su inmediata libertad. 

Y pese a tanta injusticia está el abrigo, están las miles de voces que llegan de toda la Argentina y la Patria Grande, las compañeras y los compañeros movilizados, el Comité por la Libertad, el Evo, la Cristina, la familia y su compañero Raúl que la contienen en abrazos interminables.

En Jujuy los poderosos imponen un tiempo gris de silencio y oprobio; pero en Jujuy también hay mujeres y hombres que no están solos y están esperando un Milagro de Amor, esperan una Milagro de Amor, en libertad y con justicia 


* Frente Político y Social Carlos Cajade