Se cumplieron 25 años de la desaparición de Miguel Bru, el joven platense estudiante de Periodismo secuestrado por efectivos de la policía Bonaerense en 1993, quien se convirtió en uno de los símbolos más destacados de la violencia institucional en democracia. Familiares, amigos, organizaciones sociales y estudiantiles acompañaron una nueva conmemoración en las calles de La Plata y la ya histórica vigilia junto a la madre de Bru, Rosa Schonfeld, hoy convertida en la cara visible de una emblemática lucha por justicia.
En la antesala de la vigilia que, desde el año 2000, se realiza frente a la Comisaría 9na de La Plata –lugar donde se vio por última vez con vida a Miguel y hoy reconvertido en un símbolo de violencia institucional- Rosa Schonfeld habló con Contexto sobre el pasado y presente de la lucha por la memoria de su hijo, los avances y retrocesos y la mirada preocupante que tiene del porvenir, en pleno recrudecimiento de la violencia policial avalada por la propio Patricia Bullrich.
—En 25 años ha habido condenas, investigaciones, rastrillajes y aún así sigue sin esclarecerse dónde está Miguel ¿Qué balance hacés de todo ese tiempo y esa lucha?
—Todos los agostos siempre vuelve todo a mi memoria. Esto obviamente nos enseñó a soportar el dolor, pero también nos enseñó a persistir, a combatir ese dolor. Es mucho tiempo y quizás ha habido pasos positivos y otros no tanto. Ha habido alrededor de 38 rastrillajes y 4 condenas, uno de ellos murió cumpliéndola. Pero también tuvimos que pelear para que no se olvide la búsqueda, para que los condenados no reciban beneficios de 2×1, como estuvo a punto de conseguir Justo López. Incluso hasta llegamos a ofrecer que obtuviera libertad a cambio de que confesara dónde está Miguel.
—¿Qué cuentas pendientes mantiene aun la investigación para avanzar con el caso?
—Creo que aún es fundamental que se revean los testimonios de los asesinos de Miguel, que se reconstruyan esos relatos. Hay dos personajes que fueron identificados que son Walter Abrigo y Justo López, acusados de torturar a Miguel, pero hay pruebas de que eran entre cinco y seis policías más también. Abrigo también torturaba en la comisaría 5ta, ¿por qué otros servicios de calle no podían hacerlo en la 9na? Hay información que aún está oculta de lo sucedido esa noche.
—La desaparición de Miguel pasó de ser una lucha tuya personal a una bandera colectiva que está presente en otras luchas ¿Cómo afectó tu vida esa transformación?
—Para bien, sin dudas. Sin ir más lejos, el caso de Miguel fue clave en la investigación del caso de Erika Soriano, desaparecida hace ocho años y de quien se logró condenar a una persona. El caso de Miguel había sido un precedente por haber logrado condenas sin la aparición del cuerpo, algo que la justicia negaba. De la misma manera veo cómo la causa de Miguel es levantada en las marchas por la aparición de Johana Ramallo. Es una manera de acompañarnos para darnos fuerza.
—Casos como el del policía Luis Chocobar o el mismo Santiago Maldonado han mostrado un recrudecimiento de la violencia institucional e incluso la aprobación del mismo Gobierno ¿Cómo observás el panorama para los años venideros?
—Con mucha preocupación. Hace una semana Prefectura mató a un pibe por no detenerse a la señal de alto. Bullrich lo justificó en una entrevista estando al aire. Esa es la cátedra de seguridad que da en los medios, es lamentable. La sociedad parece estar adormecida. Tenemos que pedir la renuncia de esa Ministra. Gente como nosotros jamás tendríamos lugar en una audiencia con el Presidente, en cambio al asesino de un chico lo recibe y lo defiende. Es una época donde los Derechos Humanos parecen no existir. Se vienen tiempos difíciles y, peor aún, con el aval del Gobierno.
Miguel Bru fue visto por última vez el 17 de agosto de 1993, fecha en que, según apuntan las investigaciones, fue secuestrado por efectivos de la Comisaría 9na de La Plata, donde fue torturado hasta la muerte. Días antes había denunciado a efectivos de esa dependencia por un allanamiento sin orden judicial en su casa, lugar donde vivía con amigos. A partir de ese momento comenzó a ser amenazado y hostigado para que retirara la denuncia.
Luego del jury de enjuiciamiento político al juez Amilcar Vara por el encubrimiento a la Policía en la causa de Miguel y en otros veintiséis casos, se llegó en 1999 al juicio oral y público. Fueron condenados a prisión perpetua los ex policías Walter Abrigo y Justo López, por torturas seguidas de muerte y por encubrimiento al ex comisario Domingo Ojeda y al ex oficial Ramón Ceressetto.