Contexto dialogó con el embajador de Nicaragua en Argentina, José Luis Villavicencio Ordoñez, quién analizó la violencia desatada en ese país centroamericano desde principio de este año, la arremetida mediática y el rol del Departamento de Estado norteamericano en el intento desestabilizador contra el gobierno de Daniel Ortega.
¿En qué situación se encuentra hoy Nicaragua?
-Actualmente hay gran tranquilidad gracias a que el pueblo derrotó el golpe impulsado por Estados Unidos. Un golpe impulsado, principalmente, por el Departamento de Estado y los republicanos Ileana Ros-Lehtinen y Marco Rubio, que fracasaron porque la población fue la que se levantó contra los violentos que estaban en los tranques.
En las últimas semanas Estados Unidos ha pedido sanciones contra el gobierno de Nicaragua en diversos organismos internacionales.
–Tras que la población logró echar a esos violentos, Estados Unidos lanzó una campaña internacional contra Nicaragua. Ahora, la lucha está en ese plano, en el internacional. Se ve con claridad en la desesperación de los embajadores norteamericanos en la OEA y en la ONU para atacar a Nicaragua.
Recientemente, la embajadora de Estados Unidos ante el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, Nikki Haley, aprovecho de manera oportunista que estaba asumiendo la conducción de ese Consejo y, contra la voluntad del resto de los miembros y forzando el reglamento, impuso en la agenda el tema de Nicaragua y con el único fin de darle publicidad en el plano internacional. Para ello, y como si se tratara de una persona imparcial, presentaron allí el testimonio de Félix Madariaga, un agente norteamericano que nació en Nicaragua pero que desde los doce años vive en Estados Unidos, donde se formó y se entrenó para luego volver a nuestro país y asumir cargos de organización y dirección política para organizar el golpe.
«Un golpe impulsado, principalmente, por el Departamento de Estado y los republicanos Ileana Ros-Lehtinen y Marco Rubio, que fracasaron porque la población fue la que se levantó contra los violentos que estaban en los tranques».
¿Cuál ha sido el rol de los medios en este contexto?
-La CNN ha lanzado una gran campaña contra nosotros. Nuestra voz ha sido totalmente bloqueada en los medios de comunicación. Aquí, en Argentina, el bloqueo informativo sobre Nicaragua es prácticamente total. Como embajador de Nicaragua no tengo lugar en ningún medio televisivo ni escrito. La arremetida de la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP) contra nosotros es terrible.
¿Cómo se llegó a esta situación?
–Para Estados Unidos nosotros cometimos varios “delitos graves”. El primero fue que terminamos con la principal Administración que los norteamericanos tuvieron durante cincuenta años en Nicaragua: la dictadura de Somoza. Luego del triunfo de la revolución, ellos, durante el gobierno de Ronald Reagan, nos metieron una contrarrevolución financiada con fondos del narcotráfico. Cuando eso se descubrió, en 1988, se desató un escándalo en el Congreso norteamericano. En 1990 perdimos las elecciones. Estuvimos dieciséis años como oposición. Volvimos a ganar en 2006 y asumimos en 2007. Desde ese momento, el Departamento de Estado norteamericano y los congresistas y senadores republicanos de origen cubano como Ileana Ros-Lehtinen y Marco Rubio comenzaron a diseñar la estrategia para ver cómo podían desestabilizar otra vez a Nicaragua y destruir todo rastro de sandinismo. En 2018 desataron ese plan.
«Aquí, en Argentina, el bloqueo informativo sobre Nicaragua es prácticamente total. Como embajador de Nicaragua no tengo lugar en ningún medio televisivo ni escrito»
La cara visible de las protestas, la que aparece en todos los medios, ha sido la de los estudiantes.
–Desde 2015, el Departamento de Estado, a través de la Freedom House, comenzó a llevarse jóvenes de universidades privadas de Nicaragua a Costa Rica, Honduras y al partido Arena de El Salvador. Allí los entrenaron en liderazgo juvenil y en tácticas para el golpe blando. Algunos de ellos se transformaron en expertos en redes sociales para actuar en la parte psicológica del golpe.
Nosotros desde 2007 hasta 2017 proyectamos ante el mundo la imagen de un país en desarrollo, con crecimiento, distribución de la riqueza y armonía. No podían permitir que eso siga. En 2018 tenían que desatar su plan. Para ello necesitaban un disparador, una excusa para montar y justificar el golpe. A principios de abril prendieron fuego la reserva forestal de Indio Maíz. Producto del fuego surgieron grupos ambientalistas que junto a estudiantes de universidades privadas comenzaron a acusar al gobierno de que estaba dejando destruir esa reserva para establecer ahí el canal de Nicaragua. Nosotros movilizamos a todas nuestras fuerzas para combatir el incendio y pedimos auxilio internacional, incluso vinieron expertos de Estados Unidos que se especializan en incendios forestales. Todos coincidieron en que, por las grandes dimensiones del incendio, podíamos tardar hasta meses en sofocarlo. Pero llegó una tormenta tropical tan fuerte que en tres días apagó el fuego. Allí se les derrumbó el plan.
Luego, con la reforma del Seguro Social encontraron la excusa para volver a la carga. Se lanzaron a la calle los estudiantes de las universidades privadas. Al día siguiente la protesta siguió y comenzaron a salir grupos armados en varios municipios del país. Luego, estos grupos empezaron a atacar las casas de los sandinistas, incendiaron radios del Frente Sandinista, destruyeron la radio oficial de Nicaragua y un Banco cooperativo creado después del triunfo de la revolución, destrozaron centros de salud y colegios públicos. Esto hay que remarcarlo: todo lo que destruyeron estos grupos eran sitios públicos, jamás atacaron colegios privados o empresas privadas. Los muertos, de los que tanto hablan los medios, son todos sandinistas y trabajadores. A algunos, incluso, los quemaron vivos. Estos grupos dejaron 198 asesinados. Hay compañeros desaparecidos. Recientemente se capturó a un grupo de golpistas y en sus celulares tenían la filmación de cómo torturaban a uno de estos desaparecidos, un compañero militante sandinista que se llama Bismarck Martínez. Desde el 29 de junio había desaparecido tras ser capturado en uno de estos cortes cuando iba a buscar a sus hijas. Su familia lo estaba buscando con desesperación. El video muestra cómo lo torturaron y luego lo mataron. Eso los grandes medios no lo muestra.
«todo lo que destruyeron estos grupos eran sitios públicos, jamás atacaron colegios privados o empresas privadas. Los muertos, de los que tanto hablan los medios, son todos sandinistas y trabajadores»
Hay sectores de exsandinistas que son muy críticos con el gobierno de Daniel Ortega. ¿Qué explicación le encuentra a ello?
–Es muy triste ver cómo personas que en los ochenta defendían la causa sandinista, defendían la soberanía y la dignidad nacional, hoy son funcionales a los intereses de Estados Unidos y en muchos casos son parte del sector golpista.
Sandino fue antiimperialista y antiintervencionista. Ahora, estos “exsandinistas”, algunos de ellos personas que brillaron en los ochenta, se ponen en función de los intereses del Departamento de Estado para sacar provecho político de la situación. Es vergonzoso. Hay muchos que se dicen progresistas o de izquierda, pero a las personas no hay que conocerlas por las palabras, sino por sus acciones.
Luego de diez años de recuperación de derechos, de crecimiento económico, de distribución de la riqueza, de desarrollo de todo el país, y tras haber ganado una reelección hace apenas un año, con el 72% de los votos (lo que demuestra el apoyo popular al gobierno de Daniel Ortega), un grupo de golpistas quiere tirar todo por la borda en solo un par de meses para que Nicaragua vuelva a estar al servicio de los intereses de Estados Unidos. Pero eso no va a suceder. El pueblo ya derrotó el golpe.