Por Ramiro García Morete
“¿Cómo puede ser que en nuestro cumpleaños los músicos locales vayan por sorteo y no se les pague lo que se les tiene que pagar?”, se pregunta Damián Ramírez, delegado regional de SADEM (Sindicato Argentino de Músicos). El anuncio de los festejos por el 136º Aniversario de la Ciudad de La Plata con Lali Espósito, Iñaki Urlezaga y El Polaco como números de cabecera apareja controversias y reclamos sobre el lugar de los artistas locales el 19 de noviembre… y el resto del año.
El escenario de Plaza Moreno ha visto desfilar en el tradicional festejo a artistas nacionales e internacionales de gran relevancia, como Soda Stéreo, Los Rodríguez, Charly García o Fito Páez. En los últimos años se ha inclinado a propuestas apuntadas al impacto masivo y el entretenimiento, un criterio que es discutible pero válido. Lo que se ha mantenido y se agudiza es el rol de los músicos de una ciudad que se autoproclama como cultural.
Para esta edición, la Comuna lanzó una convocatoria para que cinco bandas locales participen de los festejos. Con posibilidad de inscribirse (personalmente, con un “demo”) hasta el lunes 12 del corriente, la preselección del Área de Música devendrá en un sorteo a realizarse el 15 de noviembre.
A pocos días del cierre, la respuesta ante la remuneración es: “Eso está próximo a terminar de definirse. Todas las últimas veces que han tocado, han recibido remuneración todos los músicos”. Además de surgir la tonta pregunta de si El Polaco acordaría un show sin saber las condiciones o si la infinidad de músicos prestigiosos de la ciudad se someterían a un sorteo, es importante saber si se ha pagado en la edición anterior. “Se les pagó lo que ellos quisieron. Ese es el punto en discusión”, responde el delegado de SADEM. “No les están pagando lo que dice la Ley 14.597 y el Convenio Colectivo de Trabajo 112/90”.
Según se estima, en un concierto de estas dimensiones correspondería un mínimo de 5.249,85 pesos por músico, no por grupo. “Estamos enviando una carta documento al intendente Julio Garro y al director de Cultura Gustavo Silva, porque están gastando fortunas en traer a Lali Espósito, al Polaco, y así todos los años lo mismo. Montar el escenario, el sonido… No viene con un sonido común”.
Y apuntó contra la modalidad de selección. “No hay nada más denigrante que ir a un sorteo. ¿Cómo va a ir a un sorteo alguien que se capacitó. En todos los rubros (salsa, jazz, folclore, rock) hay muchos buenos músicos. Pero, como ellos no conocen, hacen un sorteo”.
Mientras los espacios culturales cierran o son clausurados sistemáticamente, la comunidad musical independiente se manifiesta. “No está mal festejar. El asunto es qué, con quiénes y para quiénes festejamos”, cuestiona Hernán Menard (Malayunta Orquestita). “Está muy mal que estos tipos no nos dejen festejar durante 364 días y después quieran limpiar su imagen invitándonos a su festejo”, declara Mariano Herrera, de la revista especializada Ritual.
Con tanto humor como indignación, el DJ Paul Henta dispara: “Voy a llamar al número buchón para denunciar ruidos molestos. ¿Les mandarán a Control Urbano, REBA, la policía desbocada y violenta como hacen con centros culturales, fiestas y demás?”.
DJ Paul Henta: «¿mandarán a Plaza MOreno a control urbano, REBA, la policía desbocada y violenta como hacen con centros culturales, fiestas y demás?”.
A la par surgen otros debates. Uno tiene que ver con el verdadero lugar de la cultura independiente –mucho tiempo representada por el rock– en la identidad local. Diego Peralta, de Corazones, reflexiona: “La Plata como expresión del rock y la cultura independiente es una ciudad chiquita dentro de una mamushka de ciudad, y hay que romper muchas capas para encontrarla. La institución municipal siente esa ciudad en su interior como un cáncer, y siempre está intentando extirparlo”.
Herrera agrega: “La ciudad tiene muchas características, y aunque la cultura independiente es muy fuerte acá, no es tan representante como creemos o quisiéramos creer en términos de masividad y legitimidad. Por eso nos gobierna Garro”.
Apuntando posiblemente a bandas con menos experiencia o recorrido, otra polémica reside en si participar o no en un evento con estas condiciones. “Los chamuyan con la posibilidad de tocar con buena técnica y escenario (cosa que igual es mentira)”, dice escéptico Menard. Su opinión se basa en que muchas veces no sólo los horarios son inconvenientes, sino que los dispositivos técnicos no son los mismos que promete el cierre. Y hay un historial, más allá de las gestiones, de destrato.
Lo que sí potencia la coyuntura es que con un Municipio alineado a las políticas antipopulares y represivas que se dan a nivel provincial y nacional, muchos creen que tocar sería un acto de complicidad. “No está mal, no debería. El escenario es para la gente y los artistas”, opina el productor Pablo Migliore, quien sostiene que este festejo “no suele representar el pulso de la ciudad del resto del año”.
Con criterio, Santiago Alcaraz (Chico Ninguno) sostiene: “Para mí está bien tocar y llevar el reclamo. Un escenario es tu oportunidad para decir las cosas que querés decir. No hay muchos escenarios y yo no desaprovecharía la oportunidad de tocar mis canciones y decir lo que tengo ganas. Inclusive molestar un poquito desde ese lugar tampoco me parece nada mal”.
Danny Brichetti, cantante de Lynx y gestor del ya internacional Festival Nuevos Vientos, remata en relación con la convocatoria y una de las condiciones: “Me quedo con el ‘No se aceptan links’. Atrasando siempre”.