La Cumbre del G20 que se desarrolla en Buenos Aires ha expuesto el alineamiento sumiso del gobierno argentino de Mauricio Macri con las grandes potencias y los intereses del sector económico concentrado.
El silencio sobre Malvinas en la reunión con la primera ministra británica Theresa May, la sumisión al presidente de Estados Unidos, Donald Trump, y el rechazo del mandatario francés Emmanuel Macron a firmar el acuerdo Mercosur-Unión Europea (UE) son algunos de los puntos que caracterizaron el andar sin rumbo de Macri en una Cumbre que lo mostró de rodillas ante las grandes potencias.
Para entender qué representa y qué deja la Cumbre de Buenos Aires, Contexto dialogó con la exembajadora argentina en el Reino Unido Alicia Castro, el dirigente político Carlos Raimundi y el diputado del Parlasur Oscar Laborde.
“El G20 muestra una Argentina en default económico y en default moral”, aseguró Castro, y recordó que “el G20 nació en 1999 como consecuencia de la crisis asiática y la volatilidad del sistema financiero para facilitar un acercamiento entre los países del G7 y los emergentes, para prevenir y evitar crisis y para crear un orden multipolar. En ese marco, Argentina tuvo un rol importante, en especial en la reunión de 2008, cuando insistió en la necesidad de reformar el sistema financiero internacional, los organismos internacionales de crédito, la erradicación de los paraísos fiscales y la creación de empleo decente, y pudo, frente a la demanda de los fondos buitre, obtener declaraciones importantes sobre la necesidad de que hubiera un sistema donde se respetaran los Estados en las reestructuraciones de las deudas soberanas”.
“De esos objetivos del G20, en la Cumbre actual no se ve nada. Con respecto a la erradicación de los paraísos fiscales, Argentina tiene al único mandatario involucrado en las cuevas fiscales de Panamá que todavía sigue en su cargo. Respecto de la creación de un orden multipolar para crear un orden social más justo, tenemos en la presidencia a un agente de la desintegración regional que se ha encargado de destruir los espacios de integración. Ha implosionado al Mercosur, ha sacado a Argentina de la Unasur y no le presta atención a la Celac. Todo esto aísla a Argentina y la enfrenta a acuerdos bilaterales que la dejan en una posición de debilidad a la hora de negociar. Respecto del empleo decente y la concentración de la riqueza, Macri construyó un gobierno de pocos para pocos, de ricos para ricos, que tiene como parte esencial de su proyecto el empleo precario y esclavo”, sostuvo.
Castro afirmó que “Macri tuvo una reunión, que podría haber sido histórica, con la primera ministra británica Theresa May. Podría haber aprovechado el contexto del Brexit que deja más aislado al Reino Unido en su negativa a dialogar y negociar soberanía de Malvinas, pero ni siquiera mencionó la cuestión”.
La exdiplomática recordó que la Constitución Argentina señala que “la recuperación de dichos territorios y el ejercicio pleno de la soberanía respetando el modo de vida de sus habitantes y conforme a los principios del derecho internacional constituyen un objetivo permanente e irrenunciable del pueblo argentino”.
“Macri es un presidente que ni siquiera cumple con la formalidad de expresar el mandato constitucional. Se habla mucho de traición a la patria, pero esa es una figura que se aplica en guerra y no es el caso. Aunque no le quepa la figura penal, Mauricio Macri es un infame traidor a la patria”, afirmó.
En la misma línea, Carlos Raimundi aseguró: “Esta Cumbre está condenada a no llegar a ninguna resolución. El marco mundial es de disputa geopolítica, de guerra comercial y, por lo tanto, no ofrece ningún entorno para acuerdos estructurales. Todo indica que va a terminar con una declaración extremadamente generalista y protocolar”.
“La presencia de cinco mil agentes de seguridad extranjeros que se suman a los veinte agentes locales, un portaaviones atracado en el puerto de Montevideo para proteger a la delegación estadounidense y 15 millones de balas de goma acumuladas por la fuerzas de seguridad dan muestra de una reunión que necesita blindarse porque no va a resolver nada bueno para los pueblos”, sostuvo.
Raimundi recordó que “cuando Argentina estaba representada por el gobierno de Cristina (Fernández de Kirchner) le proponía al G20 una agenda que tenía que ver con la condena y la eliminación de las guaridas fiscales o la construcción de una nueva arquitectura financiera internacional bajo la denuncia del anarcocapitalismo financiero, o poner impuestos a los grandes conglomerados. Si ahora el G20 tuviera esa agenda, este dispositivo de seguridad no sería necesario”.
“El gobierno argentino pensó que en esta Cumbre iba a poder hacer ostentación de una economía emergente exitosa y termina siendo una vidriera del fracaso. Los grandes números de la economía argentina son altamente preocupantes para cualquier observador internacional”, afirmó.
Por último, Raimundi remarcó que “la realidad es que la fortaleza de la reunión va a estar dada por lo que puedan discutir los presidentes de las naciones más influyentes en reuniones bilaterales y no en una multilateral convocada por Buenos Aires”.
Por su parte, Oscar Laborde explicó que “lo primero que hay que aclarar que no es un reconocimiento o un apoyo a Argentina que la Cumbre se haya hecho en Buenos Aires. La sede de la reunión de presidentes del G20 es rotativa. Así como la próxima será en Osaka (Japón) y la anterior fue en Hamburgo (Alemania), esta tocaba que fuera aquí en Buenos Aires. Sin embargo, vale la pena aclarar que, si bien el país anfitrión es rotativo, quien organiza la Cumbre tiene la posibilidad de fijar en la agenda temas que sean de su interés. El gobierno argentino ha desperdiciado esa oportunidad”.
Laborde sostuvo que “lo que deja esta Cumbre es mucho gasto. Mil millones de pesos en organización, 220 millones de dólares en equipos de seguridad y a eso hay que sumarle algo de lo que el gobierno suele hablar mucho cuando hay un paro: todo lo que se pierde en un día en que se suspende toda actividad”.
“Lamentablemente, lo único que deja este encuentro son algunas fotos para el álbum de Macri y nuevos gestos de aporte al ridículo que suele hacer este gobierno. Entre esos gestos sobresale el de Patricia Bullrich que dijo que los porteños se vayan de Buenos Aires mientras está la Cumbre. Nadie se imagina al ministro de Seguridad británico diciéndoles a los londinenses que se tienen que ir de su ciudad”, remarcó.
Laborde concluyó que “lo único que puede pasar es que si el presidente norteamericano Donald Trump decide endurecerse con China y aplicarle una suba de aranceles, Xi Jinping intente que Argentina compre lo que ellos no le puedan vender a Estados Unidos, por lo cual, de la organización de la Cumbre a Argentina no le quedará más que los gastos”.