Por Pablo Pellegrino
Aún sin conocerse los datos de diciembre, que se publicarán en febrero, se sabe que la industria cerrará un 2018 que será recordado como uno de los peores años (si no el peor) desde la salida del régimen de convertibilidad en 2002.
La estrepitosa caída del 13,3% que anotó la actividad industrial en noviembre, la mayor desde desde junio de 2002, da cuenta no sólo del sostenido ritmo de la recesión económica acelerada por el ajuste del gobierno nacional y la política de altas tasas del Banco Central, sino también de un verdadero industricidio que comienza a fines de 2015.
El Estimador Mensual Industrial del INDEC mostró una caída generalizada en la actividad fabril de Argentina, donde diez de los doce rubros estudiados tuvieron bajas que van desde el 10% hasta el increíble 32,2% que tuvo el sector textil, uno de los más afectados durante la gestión de Cambiemos.
El último desplome industrial de estas características se había producido en septiembre, uno de los meses que mayor intensidad tuvo la crisis cambiaria y financiera que comenzó en abril de este año. En los once meses relevados de 2018, la actividad industrial fue 3,8% inferior a lo que registró el INDEC hasta noviembre de 2017.
Ese mismo día, el organismo que conduce Jorge Todesca también difundió el Índice de Variación Salarial de los trabajadores registrados, que acumuló hasta octubre un 22,9% con una inflación que en el mismo período fue de casi 40%, es decir, los precios siguieron subiendo por ascensor y los salarios por escalera.
Esta es otra de las grandes razones que explican el desplome de la actividad económica. La resentida demanda en un mercado interno golpeado, sumada a los incrementos tarifarios, las dos megadevaluaciones de 2016 y 2018 y las importaciones configuran la tormenta perfecta que enfrentan los sectores productivos del país, en especial, la industria manufacturera.
El balance general de los tres años de Macri en el poder es el de un verdadero industricidio: entre 2016 y 2018 la actividad industrial se habrá contraído en más del 6% y, para colmo de males, no se espera una recuperación para el próximo año.
Según la Fundación Pro Tejer, que nuclea a pequeños y medianos empresarios textiles, el sector es el más castigado por lejos desde fines de 2015. El acumulado para 2018 es una baja en los niveles de actividad del 13,2% -frente a un 3,8% del promedio general-, y en los tres años de gobierno de Cambiemos el derrumbe casi supera los 23 puntos porcentuales.
Según detalla esa organización, tanto el rubro de Hilados de algodón como el de Tejidos tuvieron importantes caídas (32,8% y 31,8% respectivamente), y Fibras sintéticas y artificiales, dentro del rubro Sustancias y Productos Químicos, se derrumbó en un 50,5%.
La caída de la actividad del sector es acompañada por la sensible baja de la Utilización de la Capacidad Instalada de la Industria, que desde fines de 2015 no volvió a superar los 70 puntos porcentuales que registraba aquel año. El último dato disponible es de octubre pasado, cuando el sector fabril produjo al 64% de su capacidad.
Pero la faceta más alarmante de los números son los que aporta el Ministerio de Producción y Trabajo a través del Sistema Integrado de Previsión Argentino. Como detalló Contexto semanas atrás, desde octubre de 2017 hasta el mismo mes de 2018, se perdieron 120.000 puestos de trabajo registrado, donde la Industria Manufacturera explica más del 70% de esos empleos que se perdieron en el sector privado. En efecto, sobre los 62 mil puestos privados que se destruyeron, 49.500 eran industriales y en tres años hay más de 107.000 trabajadores menos en las fábricas argentinas.