Por Ramiro García Morete
El fin del mundo está por llegar y tres mujeres bordan con precisión, oficio y amor. Así comienza “Bordados”, un cuento de Bradbury. “Se me ocurre –dijo la primera mujer– que nuestras almas están en nuestras manos. Pues hacemos con ellas todas las cosas”.
Cuando Florencia Russi se mudó a La Plata en el 2014, el mundo no estaba por acabarse –o quizá sí– pero el propio necesitaba girar en órbita. “Fue amor a primera vista… o primera mano”, dirá sobre aquella primera experiencia, cuando una chica venía a la ciudad a dar clases grupales de bordado. Por alguna razón aquello se disolvió, pero no su entusiasmo. Libros, tutoriales, investigación y práctica. “Es lo que cualquiera podría hacer”.
Russi, que nunca había querido ser docente, sintió la necesidad de clases. A mediados de 2015 trabajaba viajando diariamente a Capital, daba clase a dos grupos. De pronto vio que su living “ya no daba más porque era comedor, oficina, lugar de trabajo”, sumado a las guitarras y objetos de su compañero. Punto a punto siguió avanzando y concretó el anhelo de un lugar propio en un precioso local ubicado en 15 e/ 65 y 66. Ya no sólo como un espacio de enseñanza exclusivamente sino esencialmente como un punto –precisamente– de encuentro donde las mujeres no sólo amplían la visión estandarizada del bordado sino que unen fuerzas y comparten otras experiencias. Como bordar un pañuelo verde de 15 x 8 bordado íntegramente bajo la lluvia de aquella vigilia histórica a pies del Congreso (mientras el Senado debatía sobre el aborto) con ayuda de trabajadoras del Teatro Argentino.
La (ma)crisis económica forzó a la inminente mudanza a un espacio compartido, pero no por ello poco ameno: una escuela de decoración. “Más que nada por los gastos que implica tener un local, pagar servicios y estar al día con todo pero no con tu heladera”, lamenta Russi. Pase lo que pase, como con el tiempo, las agujas no se detienen. Con la vocación cada vez más afianzada, Border sigue el hilo de la historia. Que bien saben las mujeres, está en sus manos.
“Border surge de las ganas de compartir una técnica milenaria con otra vuelta de rosca –explica Florencia Russi–. El bordado está ligado a la mujer callada, sola en su casa y en Border somos muchas, expresando ideas y necesidades a través del bordado. Es algo íntimo e individual pero todo cambia cuando pasa la semana y nos volvemos a encontrar, con el bordado avanzado o no, en la modalidad de grupo aparecen muchas cosas más, donde no siempre me encuentro enseñando sino muchas veces aprendiendo, y creo que eso nos pasa un poco a todas las que estamos mostrando esta técnica”. Según la experiencia de Border, la energía femenina surge desde la unión y la conciencia: “Por momentos deja de ser un lugar donde se va a aprender una manualidad y pasa a ser un momento de encuentro, con el otro y con uno mismo, donde ponemos nuestras inquietudes en la mesa, y no me refiero a tipos de hilos o bastidores, sino al desahogo de lo que nos está pasando y atravesando”.
Border propone una perspectiva más amplia de la establecida comúnmente. “Las personas más grandes suelen asociarla con la mantelería, agregarle objetos de la casa o de la cocina –cuenta Russi–. Las personas de entre 30 y 40 lo ligan al bordado mexicano que es lo único que se muestra en las revistas. La gente busca eso y es algo que no quiero dar porque sería mentirles. México es un país donde es muy importante y tiene diferentes tipos según las regiones”.
Russi comenta que muchas veces “vienen porque ven las cosas que se pueden hacer por las redes sociales, al ver cosas que no son antigüedades que relacionan con abuelas. Por ahí es algo abstracto o bordan a Lisa Simpson. Cada uno viene no sólo con inquietudes sino con saberes. El que sabe dibujar borda sus dibujos. Siempre digo: bordá algo que te gusta. Por ese lado. Si sos arquitecto, el dibujo de un plano. Para no caer en Pinterest y la flor bordada”.
Yendo a las actividades concretas “hay 4 grupos de entre 5 y 8 personas que vienen una vez por semana a concretar sus proyectos y avanzar explorando nuevas técnicas y dificultades, como el bordado sobre papel, el punto cruz, el bargello, los puntos tejidos, la mezcla de todos, los bordados colectivos… Se trabaja con hilos, lanas o cualquier fibra con la que se quiera experimentar, sobre telas lisas, estampadas, prendas ya confeccionadas… se explora. Es cuestionarse todo constantemente, lo que estamos haciendo con nuestras vidas, llevado a las obras”.
Hasta febrero, Border (que se puede contactar a través de Instagram y Facebook) seguirá en su local. Luego, por las razones mencionadas, se mudará a 58 e/ 15 y 16. A su vez, el 7 de febrero a las 10 dará el taller en el Museo Provincial de Bellas Artes Emilio Pettorutti, “destinado a personas que no bordaron o que quieren experimentar algo diferente, ya que vamos a bordar con lana sobre arpillera, sin seguir un patrón mas que la trama de la tela”.
Y agrega: “Una escenografía ideal para dar un taller, una mesa larga llena de mujeres bordando adentro de un Museo es una de las imágenes más lindas que me dejó esta profesión. Se intenta linkear el taller con alguna obra/intervención que se encuentre en el Museo, en este caso una arpillera bordada de Djadira Becerra”.
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Talleres en Febrero
- Viernes 8 de 16 a 20: TALLER DE GRABADO con Mili Rabasa
- Sábado 9 y sábado 16 de 10 a 14: Taller de Bordado Bargello con Florencia Russi
- Sábado 9 de 16 a 19: Taller de encuadernación Japonesa con Ave de Paso Encuadernación Artesanal
- Viernes 15 de 16 a 20: Taller de Bordado en Punto Cruz con Florencia Russi
- Sábado 16 de 16 a 19: Taller de Needle Felting con Ceciginebra Disartextil
- Viernes 22 de 16 a 20: Taller de Iniciación al Bordado con Florencia Russi
- Sábado 23 de 10 a 14: Taller de Bordado en Punto Pincel con Florencia Russi
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